DF, la otra guerra

 Beatriz Paredes.jpg  También en el proceso electoral del Distrito Federal los candidatos a la jefatura del gobierno capitalino entraron a la etapa de la batalla final. 

Y aunque Marcelo Ebrard Casaubón va como puntero de la competencia, hay factores que podrían colocarlo en aprietos a la hora de las definiciones. 

En marzo, las diferentes mediciones realizadas por las encuestadoras habían colocado a Ebrard con una ventaja de casi 40 puntos sobre sus competidores. Beatriz Paredes arrancó la contienda en un lejano segundo lugar y más atrás, en tercer sitio al expriista, experredista y ahora panista Demetrio Sodi de la Tijera. 

Pero Marcelo dejó de ser el candidato prácticamente único y en abril las percepciones de la votación se cerraron a tal grado que, por ejemplo, el estudio de las firmas GEA-ISA (Grupo de Economistas Asociados-Investigaciones Sociales Aplicadas) ofreció la siguiente perspectiva: Ebrard 34 puntos, Paredes 20 y Sodi 18. Pero el dato constante que lanza la moneda al aire tiene que ver con el porcentaje de indecisos y que en promedio suma el 27 por ciento. 

Como entidad generadora de votos, la ciudad de México ocupa el tercer lugar, después del Estado de México, pues cuenta con alrededor de siete millones de ciudadanos con credencial de elector. 

De acuerdo con la tendencia histórica de las elecciones, el grupo de analistas integrados a la revista Voz y Voto realizó una proyección del comportamiento posible de los electores en el país en cuanto a los comicios presidenciales por partido, aunque para el Distrito Federal ofrece una perspectiva de los niveles de competencia. 

Así, Voz y Voto coloca -por partido- a la coalición Por el Bien de Todos en un nivel de 47.6 por ciento, seguida por el PAN con un rango de votación posible del 32.8 por ciento y luego a la Alianza por México con un 20 por ciento. 

Pero las características de la actual competencia no le ofrecen a Ebrard las mejores condiciones, a pesar de que el PRD ha desarrollado en los últimos dos sexenios una estructura partidista de control como la tenía el PRI. 

La campaña de Ebrard va de la mano con la de Andrés Manuel López Obrador y arrastra los costos de las crisis que generaron los videoescándalos de René Bejarano y el extesorero Armando Ponce, así como la disputa de las tribus por los espacios de poder contra los expriistas.

Jesús Sánchez / Cuarto de Guerra (EL FINANCIERO)

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