La rebelión de las comas

2003_12_03_ortografia22.jpg Acaba de llegar a la redacción un joven egresado de la primera escuela de periodismo que surgió en México. Se le encarga que redacte textos breves para el índice de la publicación y también que corrija algunas notas informativas del día. Es entonces cuando se hace evidente no sólo su deficiente ortografía, sino su impotencia ante un pequeño signo ortográfico llamado coma.En el material que toca, las comas aparecen como por voluntad propia, aquí y allá, sin sentido.

Lo mismo entre sujeto y verbo, que salpicadas entre las palabras. Parece que las comas han armado una rebelión y que llevan las de ganar.

Algo que llama poderosamente la atención es que ponga comas antes de los paréntesis.

— ¿Por qué pones la coma antes del paréntesis?

— En la escuela me enseñaron que debía ponerla y nunca nadie me ha dicho que no esté bien hacerlo.

Pero no sólo pone la coma antes del paréntesis, sino después, haga o no falta.

— Los paréntesis –se le explica con calma– sirven para separar una frase, una sigla, un acrónimo o una palabra del resto de texto. Se supone que si los quitaras junto con su contenido, ese texto quedaría perfectamente entendible. En el enunciado: “La Secretaría de Economía (SE) informó que dará apoyo financiero a las microempresas» no es necesaria ninguna coma. Sin embargo, tú dejase el texto así: «La Secretaría de Economía, (SE), informó que dará apoyo a las microempresas.» Si quitáramos el paréntesis, tendríamos dos comas juntas.

— ¿Entonces no se pone coma después del paréntesis? –pregunta con candidez el joven.

Ya para entonces resultaba claro que la rebelión de las comas tenía una sólida base de apoyo. Es imposible saber si este joven podrá algún día entender el uso de un signo tan versátil, pero si deja de poner coma antes de los paréntesis se habrá ganado la primera batalla.

Perla Oropeza

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