IFE, leyendas urbanas


ugalde.jpg Cuenta la leyenda que en algún momento del 12 de septiembre sonó el teléfono, era una llamada de la Cámara de Diputados, para más señas de la oficina del jefe de la bancada del PRI.

 

Roberto Madrazo Pintado escuchó con atención el mensaje que le daban en ese instante. Se había aprobado en comisiones no sólo el dictamen de las nuevas reformas constitucionales en materia electoral, sino la salida del IFE de Luis Carlos Ugalde.

 

«Servido, señor, se hizo justicia», escuchó el tabasqueño.

La última sesión que presidió ayer Luis Carlos Ugalde, es la síntesis de un fenómeno inédito en la política mexicana y que tiene como fuente u origen, la desconfianza.

Falló Ugalde en asegurar que las elecciones federales de 2006 estaban blindadas. Falló también en creer que el medio punto porcentual que fue la diferencia entre un triunfo y una derrota no despertaría suspicacias.

Un voto hace la diferencia, siempre lo hemos escuchado, pero a la hora de la verdad no es cierto.

Hay quien dice que cualquiera que hubiera estado en el momento que le tocó protagonizar a Ugalde, le hubiera ido igual de mal.

El caso es que no sólo el PRD o los partidos que respaldaron a AMLO se incomodaron con Ugalde, también los priistas compartieron la desconfianza que reflejó el árbitro electoral al dejar pasar el tiempo y abonar a la especulación.

El caso es que pasará mucho tiempo para que el IFE recupere la confianza perdida. ¿O no?

Una piedra en el camino

Todo comenzó con la cuestionada y polémica elección de Luis Carlos Ugalde a la presidencia del IFE.

Los años maravillosos de José Woldenberg habían llegado a su final. Y en eso quedaron.

El 31 de octubre de 2003 las bancadas de PAN y PRI hicieron mancuerna, y con 355 votos de un total de 440 diputados presentes en el salón de sesiones empujaron a Ugalde y a la actual planilla de consejeros.

Parecía la conclusión de un capítulo difícil en el que el PRD objetó hasta el final esa planilla. En aquel momento Germán Martínez Cázares era el jefe de la bancada del PAN y Pablo Gómez estaba al frente del grupo perredista.

En el camino se quedaron propuestas como la de Alonso Lujambio, José Antonio Crespo, Clara Jusidman o Leonardo Valadés, por ejemplo. El acuerdo de PAN y PRI fue a favor de Ugalde, quien entró al IFE con una abultada cartera de credenciales académicas, que no le sirvieron de mucho a la hora de enfrentar el colapso de los resultados de la elección presidencial en 2006.

La maldición

Cuando Ugalde se enteró de que estaba sentenciado a salir del IFE antes de que concluyera su tiempo legal, lanzó una especie de maldición. Advirtió que si lo corrían -como ocurrió- los partidos estarían reconociendo que hubo fraude.

Con riesgo de equivocarse, los chamanes consideran que fue un pésimo acuerdo anticipar la salida de Ugalde, porque no pueden los jugadores correr al árbitro sólo porque no están de acuerdo con su arbitraje.

Pero tampoco pueden soslayarse los errores en los que cayó el propio Ugalde, y que motivaron que tomaran fuerza las versiones de que sucumbió a la presión de los poderes fácticos del país para evitar que llegara López Obrador a Palacio Nacional.

Los propios priistas reconocen que hubo un movimiento desesperado de los poderes fácticos, primero para golpear a su candidato Roberto Madrazo y luego para evitar a toda costa que AMLO ganara. Esto llevó a que incluso un grupo de gobernadores del PRI hiciera el trabajo sucio para contribuir a que perdiera terreno su candidato.

La duda queda ahí, por los siglos de los siglos. A Ugalde le tocó bailar con la más fea. Nunca se aclaró que Ugalde fue o no impuesto por la maestra Elba Esther Gordillo y el expresidente Carlos Salinas, por si algo faltara, sólo alentó la sospecha. Dice Ugalde que existe el riesgo de que se imponga la partidocracia. Para que ello no ocurra, ahora depende de los nuevos consejeros realzar la autonomía del IFE para que luego los partidos no intenten cobrarles la factura de sus nombramientos. Para el IFE, recobrar la confianza no será nada fácil.

> Lavaderus est

** Columnómetro del licenciado Aquiles Baeza.

a) Ave de tempestades, polémico por definición, pero yucateco excepcional por su habilidad política, un día como hoy pero de hace 25 años, Emilio Gamboa Patrón inició su despegue en la política mexicana. Hace un cuarto de siglo el actual jefe de la bancada del PRI en San Lázaro conoció a Miguel de la Madrid, de quien poco después fue su secretario particular como presidente de la República. Emilio Gamboa no es un mito genial, es un referente.

b) Parece que Guillermo Ortiz Mayagoitia se metió en un callejón sin salida. El espinoso tema del gober precioso, Mario Marín, dividió a los ministros y los expuso a la realidad de que éstos no pueden hacer nada ante el peso de la justicia mediática. Y lo peor es que junto con pegado se sumó el sospechosismo contra Mariano Azuela por su participación en aquellas reuniones con el presidente Vicente Fox y con el entonces procurador, Rafael Macedo de la Concha, para examinar los términos del proceso de desafuero contra AMLO, reseñado en el libro de Rubén Aguilar y Jorge Castañeda, La diferencia, radiografía de un sexenio, Editorial Grijalbo.

c) El jueves de la semana pasada, después de dar el banderazo a la armadora Honda, en Guadalajara, Felipe Calderón se fue a Tlajomulco a entregar recursos. Pero curiosamente a quienes les llegaron los cheques fue a los «ejidatarios» de El Zapote, precisamente donde está el rancho de Abraham González Uyeda, hoy subsecretario de Gobernación y donde destaparon a Calderón.

** Tarjetazos de la politóloga Melita Peláez.
– Marcelo anda muy aspiracional. Este fin de semana se estrena el Zócalo on ice. Pero como que le falta un arbolito del tamaño del Rockefeller Center, ¿qué no?

Jesús Sánchez Martínez /Recuento Político (EL FINANCIERO)

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