El partido de los resentidos

Ahora resulta.

La exdirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) Dulce María Sauri Riancho es una más que se suma a la campaña para anular el voto, donde se congregan un amplio grupo de personajes de todos los colores y signos políticos.

Dice en un video publicado en YouTube que todos deberíamos poner en las papeletas del  5 de julio cinco letras: «Así no».
Argumenta: ¿por quién votar?, ¿por mi partido, que no pudo ni siquiera enfrentar sus temores de disgustar a los poderosos por candidatos y candidatas sin ataduras, proponiendo a sus mujeres más capaces y a sus hombres más prestigiados?

Exdiputada federal, exsenadora, exgobernadora de Yucatán y expresidenta nacional del PRI, Sauri Riancho afirma que al igual que millones de personas en todo el país, piensa que la única posibilidad que ofrece el sistema electoral es anular el voto, ante la falta de opciones, tanto de candidatos como de partidos políticos.
«El voto nulo es y será una sanción moral contra un sistema que nos ignora, pero nos utiliza. El voto nulo no es silencio, no es omisión, por el contrario, es un grito de esperanza, de esperanza por algo mejor, alejados de la corrupción, del país de simulaciones en el que hemos convertido a México», afirmó.

Muchos mexicanos, sin duda, hemos recurrido en diversas ocasiones a anular un voto o a ejercer un “voto de castigo” ante la falta de opciones específicas en una boleta.

En la pasada elección presidencial, por ejemplo, muchos que hubieran deseado votar por el PRD no lo hicieron porque los ahuyentaba el mensaje confrontacionista de Andrés Manuel López Obrador; otros, simpatizantes del PRI, no aceptaban a un personaje tan negativo como Roberto Madrazo, pero en ambos casos no deseaban marcar su voto para el PAN o cualquier otro partido.

Anular el voto es una opción personal y es respetable. Pero promover el llamado “voto en blanco” es unirse al partido de los resentidos que, como Dulce María Sauri, han estado en todos los espacios de poder y no se resignan a ser hechos a un lado. Y de esos hay muchos.

Promover la anulación del voto es dar por perdida la lucha por la democracia. Pero también significa olvidarnos de que los partidos no son sino el reflejo –querámoslo o no–de lo que somos como mexicanos, como sociedad e individuos. ¿O no?

Todos los partidos recurren a los mismos mecanismos para allegarse seguidores: regalos (despensas, pintura, descuentos, útiles escolares), amenazas (si no votas por mí se acabará la pensión, la beca, los servicios), promesas (de esas hay muchas), acusaciones o calumnias (los corruptos, ladrones y malos mexicanos son los de los otros partidos) y algunas propuestas.

Y todos tienen mayor o menor eco en la medida en que los ciudadanos lo permiten.

Pero hasta ahora no hay una mejor forma de organizarnos que mediante la elección libre y directa de nuestros representantes. Durante muchos años los mexicanos acudíamos a las urnas pero nuestros votos no contaban. Las elecciones y sus resultados estaban en manos del gobierno en turno –y nadie pestañeaba. (¿Es eso lo que extraña Sauri?)

Es cierto que aún son muchos los dispuestos a hacer trampa para mantenerse en el poder, pero también lo es que cada vez hay más mexicanos informados del poder de su voto.

El llamado “voto en blanco” está destinado a restarle legitimidad al sistema de partidos y de elección democrática que –con todas sus deficiencias– nos hemos dado. Es un voto “antisistema”. ¿Pero qué propone este voto a cambio? Nada. ¿Es eso lo que queremos?

 

Perla Oropeza

 

 

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