Reforma política, en abonos

La reforma política que hoy se dibuja en el horizonte del Congreso está compuesta de varias piezas faltantes en el tablero político mexicano. Los pretextos no han faltado, pero estas piezas, que son precisamente las llaves para que funcionen las reformas aprobadas en 2012, hasta ahora no han permitido que se cierre el círculo mágico de la pluralidad democrática.

 

Jesús Sánchez

En un sentido que puede parecer poco ortodoxo, se trata de las reformas complementarias a lo que hace algunos años se conoció como la reforma Beltrones. Ni más ni menos.

El 13 de abril de 2007 se aprobó en el Congreso uno de los primeros documentos que perfilaron lo que se convirtió más tarde en una de las reformas políticas que reflejaron una nueva realidad en México. Además de la alternancia en el poder presidencial, la desaparición de las mayorías absolutas en el Congreso y, por lo mismo, la exigencia de los gobiernos de coalición.

Y aunque debe destacarse que en el debate participaron todas las fuerzas políticas, la condición del PAN como partido en el poder lo limitó.

En 2007, Manlio Fabio Beltrones presentó un paquete de ocho reformas constitucionales en materia electoral que en realidad daban materia a la Ley para la Reforma del Estado aprobada y promulgada el 13 de abril de 2007.

Todo ello respondía al cuestionado resultado electoral de 2006 y a que el PAN, considerado la primera alternancia, no daba resultados.

Desde entonces, por ejemplo, se planteaba la desaparición del IFE para dar paso a un nuevo organismo nacional de elecciones, pero también coincidió el negro episodio de la virtual destitución de Luis Carlos Ugalde, como un cobro de factura.

Desde entonces se pusieron sobre la mesa temas como la fiscalización de los partidos y la transparencia en las campañas, así como las candidaturas independientes y la consulta popular.

Después de varios años en los que destacaron más los desacuerdos que acuerdos y de largas horas de discusiones bizantinas, finalmente el 18 de julio de 2012 la Comisión Permanente del Congreso de la Unión dio como constitucionales las reformas y adiciones a 14 artículos de la Carta Magna.

Éste fue un mérito de todas las fuerzas políticas que entraron en una dinámica de transformación, toda vez que en 2012 el PAN perdió las elecciones, el PRI se reinstaló en Los Pinos y en el PRD su candidato, quien obtuvo el segundo lugar de la votación nacional, decidió iniciar los trámites para crear su propio partido, lo que le dejó un gran hueco al sol azteca.

En realidad, la mayor parte de estas reformas se quedó chiflando en la loma porque no se armaron las leyes secundarias que las pondrían en operación.

De manera aislada avanzaron algunas iniciativas, como la de las candidaturas independientes. Fue a principios de 2013 cuando se aprobó hacer efectivo este derecho en las entidades del país. Bueno, sólo faltan los senadores de aprobarlo, ojalá y no se tarden.

Las buenas noticias que todavía no se traducen en una realidad son las reformas que obligan a reducir y a transparentar los gastos de las campañas. En el ámbito federal existen mecanismos que han comenzado a aplicarse y que deberán reflejarse en los comicios federales intermedios de 2015. Pero en los estados, podemos decir sin temor a equivocarnos que aún campea la opacidad y nadie sabe cuánto se gasta y menos en qué.

Las reformas de 2012 pusieron el ojo en el origen de los recursos para evitar que las campañas se financiaran con lavaderos. Además se propuso algo que sin duda todos agradeceremos, una reducción sustancial en el tiempo de duración de las campañas presidenciales.

En las elecciones estatales ya se dio un primer paso y ha sido posible reducirlas entre 40 y 30 días. Pero los costos, insistimos, aún son impredecibles.

El Pacto por México, desarrollado en esta nueva administración, ofrece certezas de que se avance en los pendientes, que son muchos, de la reforma política que no acaba de convertirse en ley y menos aplicarse.

La creación del Instituto Nacional Electoral (INE) puede ser un acierto pero también da pie a venganzas. Y si no que le pregunten a Leonardo Valdés Zurita.

Pero también es preciso que la Ley de partidos se convierta en realidad. Desde 1977 a la fecha, el desarrollo democrático ha sido una de las constantes. Pero en todo este concierto que le da más voz a los ciudadanos, los partidos siguen destacándose como entidades de muy mala fama.

La lógica aperturista, de la que habla Lorenzo Córdova Vianello, muestra una venturosa transformación del sistema político pero los partidos van en demérito. Realmente hay pocos mecanismos para que los partidos se oxigenen y las crisis internas -como lo vemos en el PAN y el PRD- los alejan de la participación social.

Los partidos pequeños se acurrucan bajo la cálida protección de las prerrogativas y, lejos de proponerse crecer, se ponen a disposición de los grandes para inclinar la balanza en las negociaciones de Congreso.

Son muchos los aspectos que necesita airear y modernizar el sistema de partidos en México, que de acuerdo con Córdova Vianello deben mantenerse en la lógica de la inclusión y del fortalecimiento de la pluralidad.

De nada servirán las reformas de Estado y electorales si los partidos siguen enconchados y en la zona del confort de las prerrogativas. ¿O no?

> Lavaderus est

** Columnómetro del licenciado Aquiles Baeza.

1) Pesa mil 957 toneladas la papelería de las elecciones de 2006 que se concentra en una sola bodega y que aún no se destruye. En octubre de 2012 se aprobó la destrucción de dicho material, pero una petición del Consejo General de las Naciones Unidas detuvo el trámite. La pregunta es si hoy sirven de algo o van a regalárselas de recuerdo, p’al kilo, a ya saben quién.

2) Josefina Vázquez Mota reapareció en un acto político de Tamaulipas. Dicen que fue una señal de que participará en las internas del PAN por la presidencia nacional de su partido. El problema es que Roberto Gil Zuarth ya se puso la camiseta de Ernesto Cordero. Y Max Cortázar trae la misma, la de Jelipe, de tal manera que al son que le toquen.

3) Este fin de semana el presidente Enrique Peña Nieto cumple sus primeros seis meses de administración. Y aunque las comparaciones son odiosas, hay avances sustanciales respecto de las administraciones que le antecedieron. Pero si descuidan los principales indicadores a finales de año, otra puede ser la historia. Y nadie quiere otra etapa de crisis.

** Tarjetazos de la politóloga Melita Peláez (Mela para sus detractores).

-Por fin se les hizo a los empresarios sentarse con las estrellas del Pacto por México. Hacen falta propuestas y no autopromociones. Oaxaca no está lejos. ¿Qué no?

Twitter.com/@Chucho_Sanchez

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