La Batalla por la CDMX II

Manuel Ávalos, analista político, para El Rincón del Chamán.

La estrepitosa derrota de junio del 2015, cuando el PRD perdió su calidad de partido hegemónico en la capital del país, perdiendo la mayoría de las curules de la ALDF y algunas de las delegaciones más importantes por su participación en la economía y desarrollo del antiguo DF, como es el caso de Miguel Hidalgo que produce el 4 por ciento del PIB nacional, ahí viven los hombres más ricos del país y la sede de los empresas corporativas más importantes, y por otro lado, por su presencia estratégica por la población, en que dificultosamente retuvo los dos semilleros de votos más importantes de la capital, como son Iztapalapa y Gustavo A. Madero. Estas dos delegaciones desde el punto de vista electoral son de alta prioridad, pues con ellas podría ganarse o perderse no solo la propia jefatura del gobierno de la Ciudad de México, sino también la elección de la Presidencia de la República.

La derrota del 2015 fue una alerta para la organización política que en el 2006 puso en jaque al establishment mexicano, pues demostró la vulnerabilidad que neciamente negó la burocracia perredista que encabeza la tribu de “los Chuchos”, por causa de la salida de miembros y liderazgos históricos fundadores del PRD.

La sangría más severa, sin duda, fue la de su ex presidente nacional, ex jefe de gobierno y ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, quien renuncia al PRD para hacer su propio partido político (MORENA), quien es seguido por un grupo nada despreciable de cuadros y simpatizantes, que en su primera incursión electoral gana la mayoría de las posiciones en la elección del DF en el 2015,   poniendo en jaque al PRD y a su principal prospecto a la candidatura presidencial del 2018, el jefe de gobierno, Miguel Mancera, quien sin ser es militante perredista, con ese fin conformó en sus primeros tres años de gestión un grupo político-partidario de su confianza y coptó la organización a través del control de la administración de la hacienda pública y de la principal estructura territorial y burocrática del GDF.

La pérdida de la mayoría legislativa en la Ciudad de México y de 5 delegaciones políticas, metió al PRD en un crisis interna que se ha agudizado por la evidente división entre sus facciones y la resistencia de una burocracia partidaria que no quiere aceptar una nueva realidad, y a una atomización que lo podría precipitar a un pozo más profundo y difícil de salir.

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La derrota electoral del 7 de junio de 2015, evidentemente impactó en la línea de flotación de su principal bastión que es el GDF, cuyo titular, el doctor Miguel Mancera, ha asumido la crisis rediseñando la composición de su gabinete, incorporando a caras nuevas, pero no desconocidas en la izquierda mexicana, esperando que su experiencia y capacidad lo ayuden a gobernar con eficiencia la capital del país en la segunda parte de su administración y que ayude a consolidar un capital político que se ha ido menguando a lo largo de las últimas semanas por decisiones equivocadas socialmente sensibles y por una débil manejo de imagen pública.

Asimismo, en la Ciudad de México, en las últimas dos décadas, surgieron grupos sociales algunos muy fuertes, particularmente en las delegaciones Cuauthémoc, Venustiano Carranza e Iztapalapa y Gustavo A. Madero, que formaban parte de las organizaciones corporativas del PRI, pero que a partir 1997 se incorporaron a la estructura territorial del movimiento del PRD y han sido la base de la fortaleza social de este partido, hasta las elecciones del 2015.

Organizaciones sociales como Los UNOS, Grupos Indígenas de la Morelos y otras importantes de las delegaciones Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Azcapotzalco, Iztapalapa, Iztacalco, Gustavo A. Madero, principalmente, que fortalecieron la estructura territorial y electoral del PRD están abandonando la organización desde la elección pasada y amenazan irse a Morena.

Dichas organizaciones no necesariamente representan a grupos, sectores e intereses específicos, sino que responden a necesidades y demandas de los diversos grupos sociales marginados del desarrollo, organizaciones de comerciantes en vía pública, gestores de vivienda popular, mujeres, niños, etc.

A partir de la alternancia en el Distrito Federal (1997) y en el gobierno federal (2000 y 2012), los partidos PRD y el PAN, principalmente, promovieron una mayor participación social, e incluso utilizaron a las organizaciones civiles para aplicar los programas sociales y las políticas públicas.

Estas organizaciones civiles se manifiestan como expresiones e iniciativas autónomas en espacios que durante las siete décadas de la primera etapa de los gobiernos priistas no existían o que eran canalizadas a las instituciones de gobierno por las organizaciones corporativas de este partido.

Más aún, la actividad política absorbió a varios dirigentes de estas organizaciones, algunos se convirtieron en candidatos a puestos de elección popular que formaron la estructura político-electoral del PRD y otras organizaciones afines como el PT. Otros más formaron sus propios partidos como el Socialdemócrata de Gilberto Rincón Gallardo, así como el Partido México-Posible y Alternativa Socialdemócrata y Campesina, encabezado por Patricia Mercado, actual secretaria de Gobierno.

El declive del corporativismo partidario (PRI) y el clientelismo electoral (PRD) así como la incapacidad que ha mostrado la sociedad civil mexicana por sustituirlos con organizaciones más autónomas y representativas, han generado muchos movimientos locales y vecinales, pero estos movimientos han tenido poca capacidad para integrarse en redes y traducirse políticamente, principalmente porque las organizaciones civiles y los partidos políticos que existen no tienen la capacidad o el interés para incorporarlas.

De acuerdo a la decisión del Consejo del PRD en el DF, su apuesta para la elección del Constituyente de la Ciudad de México del próximo mes de junio, está relacionada a una mayor vinculación con la sociedad civil, en el presupuesto de que los “partidos políticos son entidades de interés público y no son monopolio de los liderazgos o burocracias partidistas”.

En junio próximo veremos si la incorporación de los candidatos del PRD a la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México será un parteaguas para revertir la tendencia de irse haciendo “chiquito” o abrirse a la pluralidad de la sociedad capitalina que lo llevó a ganar con una abrumadora mayoría la elección del primer Jefe de Gobierno por voto universal y directo en 1997.

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