La caída de Mancera

Manuel Ávalos, analista político, para El Rincón del Chamán.

A pesar de que la participación de las encuestadoras en los asuntos electorales no ha sido las más acertada en los comicios recientes, los partidos políticos en México, los grupos de presión e incluso las organizaciones de carácter civil, tiene una proclividad y hasta gusto por ellas, porque todo mundo sabe que esta industria, muy rentable en términos económicos, son ya actores centrales y de influencia en el juego electoral.

En los comicios federales del 2012 y en los intermedios del 2015, la participación en los pronósticos y en la medición de las principales empresas encuestadoras fue dispar en los resultados en las urnas. El caso de las elecciones de la Ciudad de México para la ALDF y jefaturas delegacionales del 2015, los pronósticos de una de las empresas encuestadoras más grandes del país, era diametralmente diferentes a las que realizaban los dos grandes diarios como Reforma y El Universal, que mostraban y acertaron una tendencia favorable a MORENA, en su primera incursión electoral.

Hace apenas unos días el diario Reforma dio a conocer su más reciente encuesta de percepción pública en la Ciudad de México sobre la labor del Jefe de Gobierno Miguel Mancera. Los resultados eran esperados y predecibles no sólo por la tendencia que venía arrastrando Mancera a raíz de un cuestionado reglamento de tránsito que amplios sectores calificaron de punitivo y sancionador, por el incremento notorio de las multas y sanciones a los infractores, pero sobre todo, por la cuestionada decisión de levantar las restricciones para circular diariamente a un segmento del parque vehicular que se había considerado altamente contaminante por su antigüedad y tecnología.

La crisis ambiental detonada por el acumulamiento de gases, partículas suspendidas y temperaturas elevadas con el cambio de estación y la ausencia de vientos, propició que las autoridades estatales del centro del país y las autoridades ambientales federales, tomaron medidas emergentes para paliar la crisis, ampliando el programa restrictivo de circulación vehicular Hoy No Circula, medida que afectó a centenas de miles de capitalinos principalmente, y que exacerbó la animadversión de los habitantes de la CDMX en contra de las autoridades locales, encabezadas por el Jefe de Gobierno.

Al margen de una equivocada capacidad de respuesta de su equipo de imagen pública, que se vio lento en el recuento de daños que sabían de antemano generaría una medida antipopular, de la ausencia de un partido que no tuvo imaginación y capacidad de defender a su gobierno local, Miguel Mancera asumió los costos y respondió finalmente “políticamente correcto” al argumentar que su gobierno era responsable con la defensa de la salud pública que de cualquier otro interés de carácter personal o de futurismo político.

La tendencia descendente de la popularidad de Miguel Mancera confirmada por la encuesta de Reforma parecería más que normal y esperada, por las circunstancias señaladas, que podrían servirle de acicate para enmendar errores y reencauzar su gobierno.

Sin embargo, en la misma encuesta de Reforma advierte que en la intención del voto, en ocho meses el PRD ha subido de 13% a 20%, que lo regresa a un nivel competitivo electoralmente, todavía lejos de Morena y AMLO, pero de seguir esa tendencia podría estar dando una carrera parejera con ese partido en un año, aproximadamente.

La recuperación del PRD en la CDMX que manifiesta la encuesta es un elemento alentador para el propio Jefe de Gobierno en sus intenciones político-electorales para el 2018, pero sobre todo para el partido del sol azteca que podría significar recuperar sus posibilidades de encabezar la probable alianza de partidos que buscaría frenar a Morena y AMLO en su carrera por llegar a Los Pinos en su tercer intento, lo cual se lo agradecerían el PRI y el PAN, principalmente.

Evidentemente esta es una hipótesis de prospectiva, pero la simulación, los arreglos palaciegos y nuestra endeble vocación democrática, son características permanentes de la llamada “política real” de nuestro sistema de partidos, por ello la suspicacia y el escepticismo son dos elementos que inevitablemente aparecen cuando se abordan y se busca interpretar nuestros procesos políticos, los cuales ya forman parte de una subcultura política que es casi inevitable no adherirse a ella.

Foto portada: Cortesía de Quadratín

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