La violencia social

Manuel Ávalos, politólogo, para El Rincón del Chamán.

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Los especialistas de la pobreza coinciden en que el fortalecimiento de los programas sociales y de asistencia de gran impacto, es la estrategia más eficaz para contrarrestar la violencia provocada por la delincuencia que tiene sus orígenes en la marginación, la inequidad, la pobreza, el desempleo, la corrupción gubernamental y la falta de oportunidades para los grandes sectores sociales, particularmente los jóvenes.

La lucha por el control de un creciente mercado interno de droga, de extorsión, de robos y secuestros parece haber creado una “industria del delito” que recluta a miles de jóvenes sin esperanzas de movilidad social, que tiene una estructura atomizada, y sostiene una lucha descarnada y sin límites por las ganancias.

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Por otra parte, es evidente la incapacidad institucional para manejar la ola de violencia y de ingobernabilidad que se ha ido agudizando en el sur del país, principalmente en Guerrero, Oaxaca y Chiapas, entidades con el mayor grado de atraso y marginación social de la República a lo largo de su vida como país independiente, sin olvidar algunas regiones del norte, como Tamaulipas, que siguen inmersas en una espiral de violencia generada por las organizaciones delictivas que operan el mercado de las drogas y el crimen.

En el caso de la Ciudad de México, tiene enfrente un escenario difícil en su futuro político y la posibilidad de que éste trasgreda su vida social y económica. El bloque de la izquierda que se mantuvo en el gobierno desde 1997, se fracturó y se atomizó por la disputa virulenta de las “tribus” del partido en el gobierno (PRD) y de la creciente presencia del partido de Morena, que están minando el gobierno de Miguel Mancera, que llegó a la Jefatura de Gobierno con la más alta votación.

La delincuencia que se asoma en los linderos de la capital del país, las bandas de criminales que asolan las 16 delegaciones y que buscan penetrar las estructuras policíacas, los gobiernos delegacionales, los partidos y las organizaciones sociales empieza a gravitar de manera amenazante la vida de la CDMX.

Cómo contrarrestar esta amenaza y evitar que se agudice la percepción pública de inseguridad y zozobra que empieza a generalizarse en algunos sectores de la Ciudad.

Desde la llegada del PRD al gobierno de la Ciudad de México en 1997, tuvo claro este diagnóstico y de inmediato diseñó un paquete de políticas públicas que buscaron orientar recursos presupuestales para atacar la marginación y la pobreza, pero las tentaciones clientelares y las perversiones de sus liderazgos y organizaciones se apoderaron de los programas a través de su estructura territorial.

Desde luego la estrategia del PRD, no es exclusiva de éste partido, porque organizaciones políticas como Morena, el PRI y el PAN, a través de sus gobiernos delegacionales operan también los programas sociales bajo un esquema clientelar similar.

El fenómeno delictivo en la capital de la República presenta también un elemento que se menciona poco y se estudia menos, que es la infiltración de las agrupaciones delictivas a las estructuras de gobierno de las delegaciones políticas del DF, verdaderas mafias, con una estructura sólidas que actúan bajo esquemas corporativos que se confunden con las organizaciones territoriales de los partidos.

Infiltrados en las organizaciones de vendedores de ambulantes, franeleros, transportistas tolerados, gestores de vivienda popular y de casi cualquier trámite administrativo, que en complicidad con los funcionarios responsables de los puestos estratégicos en las jefaturas delegacionales, controlan casi todos los programas de las demarcaciones, particularmente los programas sociales, obras públicas y los programas de regularización territorial y de vivienda.

Los casos de las organizaciones de vivienda popular, como la Asamblea de la Barrios, infiltrados por organizaciones delictivas y del ex dirigente priista capitalino Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, defenestrado por sus excesos y sus vinculaciones con redes de trata de mujeres, es solo la punta de una madeja maloliente de cómo las diversas organizaciones políticas se vinculan con grupos que son capaces de apoyarlos en lo que sea necesario con el único objetivo de obtener su supervivencia y sus “prerrogativas económicas”.

Foto: El Rincón del Chamán.

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