Mancera: una candidatura fallida

Manuel Ávalos, analista político, para El Rincón del Chamán.

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Desde su arribo a la Jefatura de Gobierno del antiguo GDF, Miguel Mancera se dedicó a realizar con su grupo político una reconfiguración de la estructura del poder del gobierno de la capital del país con la cual poder cristalizar su proyecto político personal, que es la candidatura presidencial para el 2018.

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Asumió el rol de “Jefe Político” y conformó su propia corriente en el PRD bautizada como Vanguardia Progresista que operó eficazmente un proceso de fragmentación y debilitamiento de quien era la corriente o tribu más poderosa Izquierda Democrática Nacional, liderada por René Bejarano, y aliándose y fortaleciendo a Nueva Izquierda o la tribu de “los Chuchos”, que en poco tiempo asumió el control de la estructura nacional de PRD, su Consejo Nacional y de las principales posiciones legislativas, municipales, pero sobre todo, de la fuerte estructura política y económica de las delegaciones políticas.

La conformación de la alianza conformada por las corrientes de Nueva Izquierda, liderada por los “Chuchos” Ortega y Jesús Zambrano, ADN de Héctor Bautista, Foro Nuevo Sol de Amalia García, Equidad Social de Izquierda de Alfredo Hernández Raigosa, del grupo Vanguardia Progresista encabezada por el entonces Secretario General del GDF y actual Secretario de Movilidad, Héctor Serrano, el doctor Mancera pareció tener la élite política que le conformaría su plataforma para sus aspiraciones presidenciales del 2018.

Sin embargo, con la sangría de cuadros y liderazgos históricos del PRD, como AMLO, Cárdenas y Ebrard, en los comicios del 2015 el partido no pudo mantener la mayoría en la ALDF y las jefaturas delegacionales. La conformación de un nuevo partido político de izquierda, liderado por el popular dirigente opositor, Andrés Manuel López Obrador, le arrebataría la mitad de las posiciones político-administrativas a su ex partido, y la mayoría de las curules de la ALDF, en la primera participación electoral de su organización política (Morena). Este fue el inicio de la debacle del PRD como partido hegemónico en la Ciudad de México desde 1997.

La derrota del 2015 metió al PRD en un crisis interna que se agudizó por la evidente división entre sus facciones y la resistencia de una burocracia partidaria que no quiso aceptar una nueva correlación de fuerzas, que puso al partido en estado de sobrevivencia y que orilló a la dirigencia interina de Agustín Basave a establecer una política de alianzas con el PAN en las elecciones regionales del 2016, que resultó apenas un paliativo a una evidente crisis terminal.

La derrota del 7 de junio del 2015, evidentemente impactó en el principal bastión del PRD y su “jefe político”, y para enfrentarla el doctor Miguel Mancera asumió la crisis rediseñando la composición de su gabinete, incorporando a caras nuevas y haciendo enroques para fortalecer su administración. Algunos de estos cambios no fueron del todo afortunados y generaron un golpeteo interno en su gabinete, principalmente en las secretarías de Gobierno, en Desarrollo Económico, Movilidad y en Medio Ambiente.

No obstante, el cambio fundamental del Dr. Mancera fue asumir el control total del PRD, imponiendo a Alejandra Barrales al frente del partido con el fin de utilizarlo para continuar con su proyecto político personal, que aunque notoriamente menguado, sería su plataforma de una eventual alianza para una candidatura presidencial, que se ha ido dificultando por el desdibujamiento del PRD y de una errónea estrategia de comunicación e imagen política, que ha oscilado entre la promoción de una eventual candidatura de izquierda, que ya está definida hace mucho tiempo atrás con el dirigente nacional de Morena (AMLO) y de una candidatura independiente que se aleja de sus posibilidades reales.

La ambigüedad en su definición como candidato presidencial y diversas acciones fallidas e incongruentes en su gobierno, como la incorporación de vehículos antiguos a la circulación diaria del Programa Hoy no Circula en una Ciudad que le generó gran malestar social y echó de reversa por la crisis ambiental del verano pasado.

Hoy la Ciudad de México, una de las ciudades líderes del mundo contra del cambio climático, que le ha generado reconocimiento internacional por su programa ambiental, su gobierno de manera torpe y demagógica se sube a la protesta social contra el “gasolinazo” utilizando al aparato propagandístico partidista del PRD, enarbolando como bandera una auténtica “patraña” consistente en la promoción de amparos contra los precios diferenciados, no la elevación de precios de las gasolinas en las delegaciones política de la CDMX.

Por otra parte, la Ciudad de México tiene enfrente un escenario de delictivo que vivimos y que podría ser el Waterloo del gobierno perredista y del proyecto político personal de Miguel Mancera, porque los programas de prevención del delito y el combate contra las bandas criminales que asolan las 16 delegaciones, han penetrado las propias estructuras policíacas y de gobierno, son variables que definirán la agenda política de los gobiernos de las próximas alcaldías y de la propia Jefatura de Gobierno.

La conjunción de factores objetivos como la incertidumbre económica y política, el malestar social creciente que no ha podido enfrentar con éxito la República Priista Restaurada, y en una coyuntura internacional totalmente adversa, la iniciativa de candidaturas independientes por el descrédito de los partidos tradicionales, sigue siendo un nicho de oportunidades que Mancera no pudo o no quiso aprovechar tomando las decisiones oportunamente.

Foto: Quadratín (Cortesía).

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