La apatía

Por Manuel Ávalos Tejeda, analista político.

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La tarea fundamental de todo gobierno es conservar la confianza pública, que los ciudadanos nos sentimos que vivimos en un lugar medianamente seguro y con una calidad de vida por lo menos digna. En el caso de la Ciudad de México, la percepción pública del trabajo que realiza la administración del doctor Miguel Ángel Mancera se ha caracterizado por un gobierno de claroscuros, particularmente en dos áreas centrales de su administración, la de la seguridad pública y de medio ambiente.

Al margen de las recurrentes campañas de sus adversarios políticos que han pretendido “sembrar” la idea de que los capitalinos estamos viviendo en el filo de la navaja en materia de seguridad pública por la creciente ola de violencia, el problema ambiental de la Ciudad de México y su zona conurbada se ha convertido en el problema más importante de su agenda política, sobre todo por la apatía y el desinterés de la titular de la Secretaría del Medio Ambiente de hacer su chamba, y una autoridad ambiental federal que elabora discursos.

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La crisis ambiental que sufre el Valle de México, aunque la burocracia oficial de todos los niveles pretendan negarlo hasta la saciedad, se ha agudizado desde hace dos años por la cuestionada decisión de levantar las restricciones para circular diariamente a un segmento del parque vehicular que se había considerado altamente contaminante por su antigüedad y tecnología.

Este error corregido por el gobierno de Mancera con la entrada en vigor de un programa de verificación automotriz más severo y restrictivo, que ha provocado un creciente empadronamiento de vehículos de chilangos en el estado de México, por las “facilidades” que otorgan los verificentros en los municipios conurbados de la vecina entidad, con lo cual le abren un boquete al Programa Hoy no Circula, a la norma ambiental y sobre todo a la atmosfera del Valle de México que se ve contaminada gravemente poniendo en riesgo la salud pública de la mayor concentración urbana del país.

La crisis ambiental detonada por el acumulamiento de gases, partículas suspendidas y temperaturas elevadas con el cambio de estación y la ausencia de vientos, tal y como sucedió el año pasado, está afectando a centenas de miles de capitalinos principalmente, que está incrementado la animadversión de los habitantes de la CDMX en contra de las autoridades locales, encabezadas por el jefe de Gobierno.

Una equivocada capacidad de respuesta de su equipo político, que está más ocupado en la “grilla” interna por quién sería el jefe de Gobierno sustituto, cuando el doctor Mancera se vaya a buscar la candidatura presidencial, ha obligado a éste a asumir los costos y responder “políticamente correcto” al argumentar que su gobierno era responsable con la defensa de la salud pública que de cualquier otro interés de carácter personal o de futurismo político.

La aplicación de un programa restrictivo de circulación vehicular la cual afecta fundamentalmente a un sector social de ingresos bajos, que hizo grandes esfuerzos para adquirir un automóvil como medio de transporte familiar o para sus actividades comerciales, pone en la picota a un gobierno de izquierda o por lo menos su origen viene de una organización política cuyas banderas ideológicas se ubican en esta tendencia política.

La pregunta que hacen muchos ciudadanos de la Ciudad de México por qué no atacar el problema de fondo restringiendo la circulación de la mitad del parque vehicular, independientemente del modelo de los automotores, medida equitativa que se utiliza con éxito en otras ciudades del mundo, pero sobre todo, por qué no aplicar medidas adicionales al Programa Hoy no Circula, cuando claramente éste es insuficiente para enfrentar la crisis ambiental.

La inconformidad de los capitalinos afectados por la restricción de uno de los derechos individuales fundamentales que es el de tránsito en sus propios vehículos por una norma ambiental de salud pública, tendrá que evaluarse permanentemente, pues difícilmente amplios sectores sociales populares podrán movilizarse en un futuro próximo con una canasta impositiva y restrictiva creciente.

Foto de portada: Quadratín (cortesía).

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