Blas, el perico espía y los pájaros en el smartphone

pajaros en el alambre

El asunto de los pájaros colgados en los smartphones le provocó a Melita Peláez un Déjà vu, el de las andanzas de “Blas, el perico espía”.

Blas, el perico espía fue la pieza clave del equipo de “inteligencia” –entrecomillado por aquello de las suspicacias- del entonces gobernador de Querétaro, Ignacio Loyola Vera, hace poco más de 15 años.

Los reporteros queretanos se enteraron de que había pájaros en el alambre conectados al Palacio de Gobierno, desde donde todo lo escuchaban. El escándalo fue tal que le preguntaron al gobernador para confirmar lo que eran más que sospechas.

Loyola tenía su propio equipo de escuchas, o mejor dicho, “orejas” dedicados a enterarse de la vida personal de los demás, sobre todo de los políticos, fueran incómodos o no.

Jocoso, Loyola Vera respondió que sí, que tenía un espía, Blas, su perico. Y de ahí no lo sacaron.

Las teorías de la conspiración quedaron atrapadas en la anécdota y aunque se supo que el equipo de “orejas” de Loyola Vera siguió operando hasta que cambió su gobierno, todo quedó ahí.

Blas, el perico espía se convirtió en leyenda local, aunque una de sus aspiraciones, dicen, era la de aparecer en el hombro de algún personaje de Juan Orol.

Por eso, en el escándalo provocado por la nota de The New York Times, el tema es mucho más de fondo que suponer la reaparición de Blas, el perico espía reencarnado en “Pegasus” un programa de software capaz de intervenir y escanear la información de los smartphones, de políticos, periodistas (incómodos o no) y hasta de los que compran fierro viejo. Estamos ante lo que se denominaría el espionaje en tiempo real.

El espionaje existe en muchas modalidades y alcances y sólo lo justifican aquellos que lo aplican, ya sea a nivel de gobierno y ni se diga en el sector privado donde no cantan mal las rancheras. Y esto se refleja también en la modalidad de robo de datos personales.

El espionaje tiene muchos lados oscuros y sus filtraciones sirven para exhibir a personajes como al “señor de las ligas” y sorprender infraganti a otros como Eva Cadena. ¿Cuánto gastan gobiernos y empresas en espiarnos y espiarse?

Lo malo para quienes se dan golpes de pecho (porque viven de las filtraciones) y se cuelgan del momento político para ganar reflectores es que al rato dejan que el tema se vaya enfriando, hasta que deja de ser nota.

A 17 años de distancia, Blas, el perico espía, desapareció, y nadie volvió a saber del espía más famoso de la Sierra Gorda y sus alrededores ni dónde quedaron sus plumas. Pero el espionaje es hoy más sofisticado.

Foto de portada: SDPnoticias (cortesía).

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