Acabar con el “año de Hidalgo”, ¿sueño guajiro?

La consejera Melita Peláez (Mela para sus detractores) coincide con quienes afirman que para los millennials, así como para la mayoría de los integrantes de las generaciones Y y Z, el “año de Hidalgo” simplemente es un fenómeno que no entienden, lo no implica que haya desaparecido.

En cambio para los que nacimos de mediados del siglo pasado para acá y que nos han clasificado como los baby booms, el “año de Hidalgo” ha sido por desgracia un lugar común, pues ha formado parte durante décadas de la subcultura de la corrupción en la política.

Lamentablemente los apellidos de Hidalgo y Carranza se usaron porque rimaban con las frases lapidarias de moda y no porque tuvieran que ver con el fenómeno escatológico de la corrupción.

“El año de Hidalgo es un concepto que no entienden los millennials y hay que explicárselos”, escribió Hugo González en Milenio 28-09-16. En eso coincidimos aunque la aspiración es erradicar esa práctica.

En el “año de Hidalgo”, el último año de cada sexenio, la consigna era: “chingue a su madre el que deje algo”. Posteriormente apareció el “año de Carranza”, que se justificaba, “cuando el año de Hidalgo no alcanza”.

Podría etiquetarse este fenómeno como una práctica exclusiva del PRI pero en los hechos hemos visto que políticos de distintos niveles y de todos los partidos e ideologías se han visto involucrados en escándalos de este tipo. Se han enriquecido a costa del erario público, a niveles federal, estatal y municipal y han salpicado al sector privado gracias a las licitaciones a modo.

En el “año de Hidalgo” como refirió el desaparecido Eduardo del Río, Rius, los políticos cargan con todo, hasta con el papel del baño.

Los recientes escándalos de los ex gobernadores de Veracruz, Quintana Roo, Nuevo León, Sonora y otros procesados por enriquecimiento “explicable” y por estar ligados al desvío de recursos públicos, defraudación fiscal, lavado de dinero y crimen organizado, aunque muy politizados, son todavía tímidos reflejos de que existe la intención de acabar con la impunidad.

El último año de @EPN

La disyuntiva que sacude al propio sistema político mexicano es la de aceptar que estamos ante la oportunidad de acabar con el año de Hidalgo y consecuentemente con el año de Carranza, o seguimos perdidos en la simulación.

Transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción son las premisas clave para encaminarnos a lograr estas metas. El problema es que pueden existir buenas intenciones pero no todos lo facilitan.

El próximo 1 de septiembre, cuando se presente el V Informe de @EPN esperamos encontrar un balance más realista, no hace falta exagerar resultados que no existen para darle certeza a la población.

Es un acierto que eliminaran escenarios prefabricados como el del año pasado cuando se montó un encuentro para la televisión que nada tuvo de espontáneo, con jóvenes apegados a un guión en el que las preguntas estaban rigurosamente filtradas.

Este año, un día después de que Miguel Ángel Osorio Chong cumpla con el protocolo que ordena la Constitución y entregue al Congreso el V Informe de Gobierno, el sábado 2 de septiembre @EPN dará un mensaje alusivo al estado que guarda el país, pero sobre todo lo que está por venir.

El nivel de aceptación de @EPN ha mejorado sustancialmente, la reciente Asamblea Nacional del PRI oxigenó al propio Peña y mejoró sus expectativas hacia las elecciones de 2018, por eso mal haría en no aprovechar esta oportunidad dorada.

Se trata de completar el andamiaje del Sistema Nacional Anticorrupción, que le han quedado a deber a la sociedad los partidos y el Congreso.

El combate a la impunidad y la corrupción debe darse sin concesiones. Por eso deberá destacar el compromiso de que en el escándalo de Odebrecht no habrá tregua y que los implicados pagarán y los que no, deberán demostrar que no recibieron sobornos de la empresa, como es el caso del ex director de Pemex, Emilio Lozoya.

El actual gobierno arrastra sospechas del caso Elba Esther Gordillo que parece más político que judicial, si se compara con los desplantes del actual líder del sindicato de Pemex, al que no le hacen ni cosquillas.

Lo malo es que estamos acostumbrados a la simulación. La Auditoría Superior de la Federación ha presentado denuncias ante la PGR contra funcionarios corruptos, pero la mayoría no han prosperado porque los legisladores nunca le pusieron dientes a esta institución. Las sanciones habían quedado en la inhabilitación temporal para ocupar puestos en el sector público, pero después de un tiempo, siguen en las mismas. 

De fiscales y partidos

El tema de la corrupción y el tráfico de influencias salpica a muchos.

Por eso urge que el Sistema Nacional Anticorrupción quede debidamente integrado y no estaría por demás que el jefe del Ejecutivo hiciera un extrañamiento al Congreso por la demora en los nombramientos tanto del Fiscal General como el Fiscal Especial.

Si mal no recordamos en noviembre del año pasado el propio @EPN envió una iniciativa al Congreso que evitaría el pase automático del actual procurador Raúl Cervantes a Fiscal General. Casi un año después sigue el suspenso y la controversia.

Merced al esfuerzo y trabajo ciudadano en abril se integró el Comité Coordinador del Sistema Nacional Anticorrupción, presidido por Jacqueline Peschard. Lograron dar un paso en firme al nombrar a Ricardo Salgado Perilliart, secretario técnico del SNA.

Pero la actuación de los partidos –de todos- ha sido el tortuguismo. El Comité Ciudadano de apoyo al SNA, que integraron entre otros Carlos Ugalde, dio por terminada su participación porque no encontró eco en los partidos y disposición para seguir avanzando, “el Senado vulneró la legitimidad del SNA”, dijo con razón. Y no ha pasado nada.

Por lo que se ve no existe la intención de nombrar al Fiscal General, hasta el próximo sexenio, parece moneda de cambio. Y del Fiscal Anticorrupción también pueden hacerla de emoción hasta después de las elecciones.

El punto es que la Secretaría Técnica del SNA, tendrá que comenzar a meter en cintura a los que comiencen a servirse con la cuchara grande en el “año de Hidalgo” y a los que prefieran el “año de Carranza”.

Ojalá y las nuevas generaciones, X, Y, Z y sus hijos, puedan confirmar la erradicación del “año de Hidalgo” y recuerden al prócer Miguel Hidalgo como un héroe a quien le debemos buena parte de la Independencia y a Venustiano Carranza, como quien se esmeró en dejar como legado la Constitución hoy vigente. Aunque todavía parece un sueño guajiro.

Fotos: Máscaras Mexicanas, ilustración de Abel Quezada (tomada de Internet); Hidalgo en el Eje Central (CESO-2012).

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