«Canciones que se pintan» de Violeta Parra

Sus bordados, tapices y retratos en papel maché.

Apuntes de libreta.

A Violeta Parra la recordamos por sus canciones, por los poemas acompañados de la mejor tradición de la música popular, del folclore mestizo y andino. Más allá de las fronteras de Chile, su patria, Violeta Parra es la portadora de los mensajes de libertad y de reivindicación social de las mujeres y de los derechos de los pueblos en América Latina.

Violeta Parra tuvo una vida artística intensa, creativa, de sólido compromiso con la música popular, una vida plena oscurecida por un desenlace trágico. Además de los hermosos y descarnados poemas hechos canciones populares, con Violeta Parra aprendimos a decir, por ejemplo, «Gracias a la vida».

De puño y letra (fragmento).

Pero el espíritu de Violeta Parra es mucho más de lo que algunos conocíamos, hay que reconocerlo. Fue una mujer que además de cantautora, aprendió el oficio de la costura de su madre, y de sus primas la tradición de arreglar a los angelitos (los pequeños difuntos). Con esas herramientas comenzó a bordar pinturas, a hacer coloridos tapices como su «árbol de la vida», es decir que descubrió el arte de hacer «canciones que se pintan».

El Rin del angelito.

 

A propósito de la conmemoración de los 100 años del nacimiento de la cantautora, pintora y poetisa (celebrado el 4 de octubre), Perla Oropeza y este reportero visitamos al Museo Violeta Parra -en Santiago de Chile- donde tuvimos la oportunidad de admirar el lado plástico de la artista y apreciar una faceta que puede ser un gran redescubrimiento. Imágenes plasmadas con la técnica del bordado, del tapiz. Violeta rompió con el convencionalismo de la pintura al óleo y creó cuadros con hilos y estambres, estampas ricas en movimiento con papel maché.

El canto, la poesía y la costura se fusionaron. En el perfil sobre la vida de la artista se asegura que a causa de un reposo obligado, Violeta comienza a bordar en 1959.

Sus biógrafos señalan que la propia Violeta Parra se refería a éstos trabajos como «canciones que se pintan».

En sus cuadros «mostró las contradicciones del mundo moderno, los acontecimientos políticos, las revueltas sociales, los mitos indígenas y las tradiciones populares…»

Aparecen en su obra, dicen las referencias del Museo, los colores del pueblo mapuche y el barroco mestizo.

Violeta coincidió en esta etapa creativa y de compromiso social con otros intelectuales como Pablo Neruda, Víctor Jara, Gonzalo Rojas, Nemesio Antúnez, Alejandro Jodorowsky y Thiago di Mello.

Violeta expuso sus tapices a orillas del Río Mapocho en 1959 y siguieron otras exposiciones en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, Brasil, luego en Buenos Aires, en Helsinki y Berlín.

No quedó ahí, en 1964 Violeta Parra se convierte en la primera mujer sudamericana en exponer en el Museé des Arts Décoratifs, Palai de Louvre.

Violeta Parra murió en 1969, un año antes de que Salvador Allende asumiera la presidencia en Chile y cuatro años antes del golpe.

Ofrenda de día de muertos.

La embajada de México en Chile, por iniciativa del diplomático Rubén Beltrán, presentó una tradicional ofrenda de muertos dedicado a la memoria de Violeta Parra, en el Museo que honra su vida y su arte. Este gesto cultural fue muy apreciado por los santiagueños.

Sirvan estos apuntes de libreta como un muy modesto tributo a Violeta Parra, su obra y su memoria.

Les compartimos aspectos de esta maravillosa colección plástica, esperando que se sorprendan tanto como quien esto escribe, convencido de que la principal aportación de esta gran mujer es el enriquecimiento del arte popular.

Para conocer más detalles visiten el Museo Violeta Parra en Santiago de Chile o el sitio web www.museovioletaparra.cl en Facebook Museo Violeta Parra y en Twitter @museovparra

Fotos: El Rincón del Chamán.

El árbol de la vida.

 

El Arpa.

 

Contra la Guerra (fragmento).

Niños en fiesta.

 

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