De Frente y de Perfil: Zonas de violencia

Por Ramón Zurita Sahagún, periodista, director de la revista Personae.

Varios ex gobernadores y algunos todavía en funciones han sido involucrados con la delincuencia organizada, mediante la protección de sus células, lavado de dinero y otros delitos.

A pesar de que la danza de nombres es enorme, son pocos a los que se les incluye en alguna de estas acusaciones que circulan por medios considerados serios y por las diversas redes sociales.

Hasta el momento solamente tres de esos ex gobernantes son acusados de esas vinculaciones, aunque se sospecha de otros más que pudieron incurrir en alguno de esos señalamientos.

Mario Ernesto Villanueva Madrid, Jesús Reyna García y Tomás de Jesús Yarrington, de Quintana Roo, Michoacán y Tamaulipas, respectivamente son los detenidos por delitos de este tipo.

Los otros ex gobernadores presos, prófugos o simplemente señalados no han cuentan, hasta el momento, con acusaciones vinculadas a los grupos delincuenciales.

Con todo y ello, se presume que la presencia del crimen organizado en sus estados se debe a la tolerancia desde el gobierno, la omisión o hasta la complicidad en algunos casos.

Son muchos los estados en los que la delincuencia permea y el establecimiento de esos grupos se debe a la tolerancia de los gobernantes o a que estos se hagan los desentendidos.

Gobernantes van y vienen, sin que logren controlar o expulsar la delincuencia que cada momento avanza más en sus entidades.

Morelos, Sinaloa, Tamaulipas, Guerrero, Quintana Roo, Veracruz y otros estados han visto desfilar a diversos gobernadores de todas las siglas imaginables, sin que se detenga la ola de violencia que los mantiene sojuzgados.

En Morelos se infestó de delincuencia organizada el estado desde los tiempos de Jorge Carrillo Olea, un priista que fue obligado a renunciar por la inseguridad que privaba en la entidad.

Después de él, asumió un interino y luego vinieron los panistas Sergio Estrada Cajigal y Marco Antonio Adama Castillo y las cosas siguieron igual y hasta se logró la captura de algunos y el abatimiento de uno de los grandes jefes del clan de los Beltrán Leyva.

El arribo de Graco Luis Ramírez Garrido, uno de los principales activos del perredismo empeoró las cosas y la delincuencia sigue empoderada de la entidad, con la diferencia que ahora aparecen los muertos por docenas y se descubren fosas clandestinas y nadie sabe nada.

Sinaloa es el estado cuna de la siembra de drogas en forma masiva y los constantes operativos no logran bajar la intensidad de la producción. De ese estado provienen la mayoría de los grandes capos de la droga y de ahí se derivan la mayoría de los grupos delincuenciales.

Desde su asentamiento en la entidad, poco se ha conseguido para erradicar la violencia bajar, los índices de criminalidad y de inseguridad. Sinaloa sigue siendo un estado con altos niveles de delincuencia.

Esta entidad ha estado gobernada por priistas, con la salvedad de Mario López Valdez, quien lo fue, hasta que decidió migrar para encabezar una alianza PAN-PRD que consiguió el triunfo, sin que las cosas mejoren en los aspectos de seguridad.

Tamaulipas es una de las entidades en que algunos de sus gobernantes han sido mencionados como sospechosos de vínculos con los grupos delincuenciales, ahí se formaron algunas de las organizaciones más consolidadas en el presente. Tres de sus ex gobernadores han sido mostrados como sospechosos de protección de esos grupos, un candidato fue asesinado (el favorito por mucho en las encuestas) y uno de ellos se encuentra preso en Italia, señalado por participación en algunos delitos especializados de la delincuencia organizada.

Manuel Cavazos (senador), Eugenio Hernández (preso) y hasta Egidio Torre, han sido investigados sobre probable protección a la delincuencia organizada. Tamaulipas es hoy gobernada por el PAN y la violencia y la inseguridad siguen enseñoreadas en el estado.

Guerrero fue conocido durante décadas como una de las entidades más violentas del país, principalmente por los añejos pleitos entre familias enteras, ahora lo es por el acoso del crimen organizado. Las muertes se cuentan por decenas y lo mismo ocurre en los sitios turísticos que en la sierra o en lugares apartados. Ayotzinapa y la desaparición de 43 estudiantes marca la presencia de la delincuencia, sin que exista control alguno.

En esta entidad han pasado gobiernos priistas y perredistas y el descontrol sigue siendo grande. La existencia de grupos del crimen organizado locales da idea de lo grave de la situación.

Atrás quedaron los métodos atribuidos al General Raúl Caballero Aburto o a los Rubén Figueroa, Figueroa el mayor y Alcocer el menor, quienes mediante la intimidación o el uso de la fuerza, lograban contener la violencia.

La plaza de Acapulco está constantemente en disputa y las alertas para el turismo internacional son frecuentes, peor la violencia se mantiene con mayor o menor intensidad.

En Quintana Roo, llegó el cambio de siglas y la alianza PAN-PRD desplazó a los priistas y la violencia que había estado tranquila se intensificó. Quintana Roo y especialmente Cancún sufrieron oleadas de violencia en los noventa, cuando los principales grupos delincuenciales peleaban su permanencia en la zona.

Ahora, la disputa se amplió a zonas como Playa del Carmen y otros lugares turísticos que en su lucha hacen temer a los visitantes nacionales y extranjeros sobre su seguridad.

Veracruz es la gran revelación de inseguridad y violencia, donde desde inicios del presente siglo se aposentaron los grupos delincuenciales. La llegada de un panista al gobierno no cambió en nada, ni devolvió la tranquilidad a los ciudadanos. La violencia campea por todo el estado y se menciona que algunos grupos delincuenciales pactaron con autoridades de esa entidad, en el pasado y en el presente.

Estos son los principales destinos de violencia e inseguridad en México.

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Foto: Quadratín (cortesía).

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