Café para todos: AMLO y su narcoestado

Por Alberto Carbot, director de la revista Gente Sur.

Andrés Manuel López Obrador, no entiende. Al parecer de nada le han servido casi 20 años de permanente campaña por la presidencia de la República. Sus más recientes declaraciones en torno a otorgar amnistía y perdón a sanguinarios capos y delincuentes si llega a encabezar el gobierno, le han valido innumerables recriminaciones y señalamientos por lo descabellado y pueril de su propuesta.

El dirigente nacional de Morena e indudable candidato rumbo al proceso electoral federal del año próximo, aseguró que “si es necesario vamos a convocar a un diálogo para que se otorgue amnistía, siempre y cuando se cuente con el apoyo de las víctimas, los familiares de las víctimas. No descartamos el perdón. En mi tierra siempre se dice ni perdón ni olvido; yo no comparto eso. Yo sí creo que no hay que olvidar, pero sí se debe perdonar si está de por medio la paz y la tranquilidad de todo un pueblo”, reiteró.

Sus declaraciones tuvieron lugar el pasado sábado, precisamente durante una gira por Quechultenango, Guerrero  -cuna de la sanguinaria agrupación de «Los Ardillos»-, en una entidad que desgraciadamente, a causa del crimen organizado y los carteles de la droga, el secuestro y la extorsión, se ha convertido en la más violenta del país.

En una situación similar se hallan varias otras entidades del país, donde las estadísticas de los grupos de “buenas conciencias” y de la “izquierda” no mencionan el gran número de elementos de policías municipales, estatales, federales e integrantes del Ejército y la Marina, que han caído en la lucha contra estas agrupaciones delictivas.

De hecho, las reacciones de los titulares de ambas secretarías fueron enfáticas en descalificar la propuesta del dirigente de Morena.

El planteamiento extremadamente simplista, fue hecho a la ligera, con un fin electoral más que real, y la propuesta debe ser tomada como mera propaganda, aseguró el Secretario de Marina Almirante Francisco Soberón, en tanto que el secretario de la Defensa Nacional, General Salvador Cienfuegos, la calificó de “lamentable; este populismo deja de lado todo el mal que han hecho a México, por lo que no sería conveniente”, dijo.

“Sería un gravísimo error el pensar en amnistiar a quienes han hecho tanto daño al país. Me parece que quienes tengan que tomar esas decisiones tendrán que analizarlo muy bien. Habría que consultar a la sociedad; a todos aquellos que han sido víctimas; a los padres que sus hijos han muerto por culpa de estos delincuentes que hoy deben de estar en la cárcel”, señaló Cienfuegos.

De acuerdo al Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), en lo que va del presente sexenio, en Guerrero se han consignado más de 9 mil 754 homicidios dolosos, sin tomar en consideración que el organismo federal no contabiliza aquellos crímenes de los cuales no han quedado rastros -porque los cuerpos de las víctimas han sido disueltos o enterrados clandestinamente-, y por lo tanto no se tienen registros oficiales de los muertos que algunos consideran podrían incrementar hasta en 25 por ciento las cifras.

Las estadísticas oficiales de las víctimas por la violencia, indican que después de Guerrero se sitúan Estado de México (9 mil 733); Chihuahua (5 mil 994) ; Jalisco, (5 mil 269); Baja California (5 mil 232); Michoacán (4 mil 888); Sinaloa (4 mil 799); Veracruz (4 mil 555); Ciudad de México (4 mil 209); Guanajuato (4 mil 97); Nuevo León (2 mil 798) y Morelos (2 mil 638.

Sin embargo -por si alguien considera que las declaraciones de López Obrador en Guerrero forman parte del caudal de las diarias ocurrencias a la que es tan proclive el tabasqueño-, habría que remitirse también a sus comentarios al concluir un acto proselitista en Madera, Chihuahua, el pasado 30 de septiembre, donde convocó a un debate nacional “para definir mecanismos que permitan terminar con la guerra contra el narcotráfico y la violencia que ejerce el crimen organizado en distintas zonas del país.

“Acabo de visitar países de Sudamérica: estuve en Chile, Ecuador y El Salvador; en este último había una violencia terrible, una guerra; murieron miles de campesinos, obreros, empresarios, policías, soldados, monjas, sacerdotes” –dijo y agregó que por ello, “los salvadoreños firmaron un acuerdo en 1992 y desde entonces disminuyó la violencia.

“Siguen con problemas sociales, pero no hay el nivel de violencia que había antes” expuso López Obrador de manera simplista y mentirosa, pues la suma de los asesinatos diarios que de manera puntual se reportan en El Salvador es muy superior a la registrada durante toda la guerra civil (1980-1992), que ocasionó 75 mil muertos.

A inicios del año pasado, el país centroamericano vivió sus episodios de mayor violencia en la última década, ya que tan sólo de enero a febrero se registró un incremento del 117.6  por ciento en comparación a 2015. De ahí que las cifras alegres del líder nacional de Morena no tienen sustento y simplemente habla por hablar.

Sin embargo eso no es lo peligroso. López Obrador, conforme ha transcurrido el tiempo, en los últimos años ha ratificado en los hechos, que le aqueja el síndrome del hombre mesiánico.

Inicialmente consideré que sus opositores se regodeaban de alguna forma con este calificativo, simplemente para denostarlo y contribuir a la guerra sucia que se ha puesto de moda y tanto se estila durante los procesos electorales.

Por estas mismas razones, también creí que era un verdadero exceso llamarlo “un peligro para México”, slogan que en 2006 utilizaron los estrategas del equipo de Felipe Calderón y que se adjudicó al consultor político Antonio Sola. La frase –se supo luego en una entrevista que concedió el mercadólogo Juan Ignacio Zavala, cuñado del expresidente panista-, surgió de entre varias propuestas en ese período, para restarle votos a López Obrador

No obstante, hoy estimo que desafortunadamente ese tosco slogan político, surgido al calor de la guerra sucia por el poder, en el fondo parece que tiene fundamentos.

Si no, de qué otra manera interpretar lo que bulle al interior de la mente de un hombre como López Obrador, quien como un nuevo mesías considera que con solo invocar las palabras “amnistía” o “perdón” surgidas de sus labios, los corruptos y maleantes de toda laya en automático se volverán buenos y corregirán el rumbo torcido.

La especialista chilena Paola Norambuena -psicóloga de enfoque transpersonal, con amplia experiencia clínica y pedagógica-, asegura que el “síndrome mesiánico” es una forma de delirio, por el cual la persona percibe la realidad de forma distorsionada. Este tipo de padecimiento “se genera por una extraña experiencia, por una ‘revelación’, o por algo que soñó. Tiene la idea y la convicción de que él es un mesías, con una misión que debe realizar en beneficio de la sociedad y que viene a salvar al mundo”.

Norambuena refiere que quienes lo siguen son gente que tiene problemas de sociabilización, baja autoestima y se adhieren a estos grupos con el fin de sentirse aceptados. “Existen casos más extremos, donde estas personas también sufren algún tipo de delirio y comparten las ideas con el ‘mesías’, e incluso ellos pueden llegar a pensar que son apóstoles”, dice.

López Obrador usará la celebración guadalupana

En agosto del año pasado, en Acapulco Guerrero, López Obrador participó en el programa “Era Familiar Princess 2016” organizado por Grupo Mundo Imperial del empresario Juan Antonio Hernández Venegas con la ponencia “Cambio y Porvenir de México” con vistas al proceso electoral de 2018.

Luego de delinear su programa basado en rescate del Estado, austeridad presupuestal fin de la corrupción, la impunidad y los privilegios en el gobierno, Estado de bienestar, y creación de la “República amorosa” -que regeneraría la vida pública de México con honestidad, justicia y amor”-, advirtió que de ganar las elecciones ofrecería amnistía a los corruptos y a los integrantes de “la mafia del poder” y añadió que de ser responsable de algún delito, el presidente Enrique Peña Nieto estaría a salvo de cualquier proceso

“A pesar del gran daño que le han causado al país y a la nación, no les guardamos ningún rencor y les aseguramos que, ante su posible derrota en 2018, no habrá represalias o persecución para nadie. Declaramos esta amnistía anticipada porque lo que se necesita es justicia, no venganza. No odiamos a nadie”, advirtió.

Hector Tajonar, analista y consultor en The Getty Conservation Institute, en su colaboración de “Proceso”,  titulada “AMLO: Amnistía a corruptos”, aseguró que “los conceptos religiosos abundan en la nueva oratoria del precandidato presidencial de Morena, quien promete la felicidad en la “república amorosa”. La supuesta religiosidad del político de Macuspana es un recurso retórico que introduce ambigüedad a sus postulados, al tiempo de permitirle ubicarse como una suerte de salvador capaz de ofrecer la absolución a los “pecados” de corrupción.

El también catedrático de la UNAM subraya que “el vocablo amnistía proviene del griego amnesis, que significa sin memoria, olvido. La amnistía implica el olvido de un hecho delictivo, así como la supresión de la acción penal y el cese de la condena. El artículo 73, fracción XXII, de la Constitución otorga al Congreso la facultad para conceder amnistías por delitos cuyo conocimiento pertenezca a los Tribunales de la Federación. En tanto que la fracción XIV del artículo 89 constitucional faculta al Presidente a conceder indultos a los reos sentenciados por delitos de competencia de los tribunales federales”, dice.

“El desplante del precandidato de Morena a la presidencia de ofrecer una ‘amnistía anticipada’ no es sino un exceso retórico sin sustento jurídico que lastima a la ciudadanía indignada por la corrupción, además de contradecir su propósito de acabar con la impunidad. Es inadmisible que López Obrador ofrezca una versión morena de la impunidad institucionalizada prevaleciente, en la cual el encubrimiento de la corrupción pasada permite y fomenta el ejercicio de la corrupción presente”, concluye  Tajonar.

Y hay algo que no encaja bien en López Obrador, porque no basta con la intención  de “perdonar” para borrar los agravios a los que la gran mayoría de los mexicanos hemos sido sometidos en todos los órdenes, pero principalmente en manos de los cárteles de la delincuencia organizada y los grupúsculos de narcotraficantes, violadores, extorsionadores, ladrones y asesinos, que se han cobijado en la deficiencia de las nuevas disposiciones jurídicas para seguir haciendo daño.

De hecho, una actitud como la suya contribuiría a proteger el modus vivendi de los delincuentes y vulneraría las posibilidades de que millones de mexicanos agraviados alcancen justicia.

No es con la simple actitud de “amnistía anticipada” como pueden curarse los grandes males de México y garantizar la paz social, ni existe aún el personaje todopoderoso –al menos que el tabasqueño lo esconda bajo su piel y entonces sí, a cobijarse bajo el manto protector del nuevo mesías, para redimirnos y borrar los pecados.

Pocos saben que en algún momento de su vida, cuando apenas era un adolescente, vivió su epifanía y la revelación de que podría convertirse en salvador de México le fue encomendada. De ahí el nombre de “Morena” su partido en abierta referencia a la Virgen de Guadalupe, la máxima exponente del fervor religioso en nuestro país.

Se podrán preguntar algunos el por qué del anuncio de que su tercera postulación a la presidencia de la República será efectuada precisamente el próximo martes 12 de diciembre.

La respuesta no es muy difícil. La cábala del tabasqueño le indica que así deberá ser y punto.

Algunos de sus antiguos aliados, como Jesús Ortega Martínez -quien recientemente aseguró que uno de sus mayores errores políticos “fue haber confiado en Andrés Manuel como un demócrata y ahora me doy cuenta que es un autoritario”-, consideran que la celebración guadalupana será utilizada “vulgarmente” por López Obrador para sus propósitos. …Que Dios nos agarre confesados.

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