De frente y de perfil: Durazo, ¿el bueno?

Por Ramón Zurita Sahagún, director de la revista Personae.

El apellido Durazo está ligado muy de cerca a seguridad pública, aunque los resultados no son todo lo alentadores que pudieran serlo.

Arturo Durazo Moreno fue jefe policíaco en la capital del país, durante la gestión presidencial de José López Portillo y mantuvo la ciudad en paz, aun que después se supo la forma en que lo consiguió.

Su fama pública fue sumamente cuestionada, debido al enriquecimiento y a los métodos usados para mantener la seguridad en la ciudad más poblada del país.

Con todo y lo que se supo de los métodos del jefe policíaco, la capital del país vivió un sexenio de una tranquilidad que hasta la fecha se añora.

Al cambio de sexenio se supo de su crueldad, de los crímenes del Río Tula, de las extorsiones, de su forma de combatir el crimen y la violencia, pero para el ciudadano común, su labor fue acertada.

Durazo Moreno huyó del país cuando se la pasó factura de sus excesos, mitad persecución política y mitad realidad, fue detenido en el extranjero, extraditado a México y pasó varios años en la cárcel, al tiempo que le decomisaron e incautaron bienes, pero al final su fortuna personal, se mantuvo.

En la actualidad otro personaje del mismo apellido y nativo del mismo estado, pretende encabezar los esfuerzos de un eventual gobierno federal en su lucha contra la inseguridad, la violencia y la delincuencia organizada.

Alfonso Durazo Montaño no fue nunca el personaje indispensable o importante dentro del equipo de Luis Donaldo Colosio Murrieta, de quien fungió como secretario particular en un par de ocasiones y le tocó fungir como tal el día del asesinato del nacido en Magdalena.

Fue uno de los tantos particulares con los que contó Colosio Murrieta en su paso por los primeros niveles políticos, desde su llegada a una diputación federal y a la presidencia de la Comisión de Programación, Presupuesto y Cuenta Pública en la LIII Legislatura del Congreso de la Unión.

Ocupó el sitio dejado vacante por Mario Frías, quien huyó de la Ciudad de México, luego del sismo del 19 de septiembre de 1985.

Durazo fue un intermitente secretario particular de Colosio Murrieta que combinó la posición con otros personajes en el recorrido que hizo el sonorense por la presidencia del PRI y la secretaría de Desarrollo Social, hasta llegar a la candidatura presidencial del PRI:

A la muerte de Colosio Murrieta se convirtió en una de sus “viudas políticas” que usufructuó el supuesto legado del malogrado candidato presidencial del partido tricolor, pasando primero por el gobierno del Distrito Federal.

La llegada del gobierno del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León (beneficiario del crimen de Colosio) lo mandó a fungir, efímeramente, como encargado de presenta de la secretaría de Gobernación, a cuya cabeza se encontraba Esteban Moctezuma Barragán.

Después de eso, Alfonso Durazo reaparece como simpatizante del PAN y de su candidato presidencial, Vicente Fox Quesada, a cuyo triunfo funciona como secretario particular y vocero presidencial.

Rompe con Fox Quesada y, principalmente, con su esposa, Marta Sahagún Jiménez, aunque antes busca la candidatura del blanquiazul al gobierno de Sonora, lo que no consigue.

Durazo se hace a la izquierda, después de militar en el PRI, simpatizar con el PAN y se convierte en candidato perredista perdedor y diputado del Movimiento Ciudadano.

En todo ese transcurso de los años, Durazo Montaño sigue mostrando la bandera de un colosismo que nunca existió y cuyos simpatizantes (Viudas fueron considerados) se desperdigaron al paso de los años, al confirmar que ya de nada les servía su pasado como personajes cercanos al afecto del entonces candidato presidencial.

Melchor de los Santos, José Luis Soberanes, Samuel Palma César y otros más, desaparecieron de los primeros espacios políticos, mientras que Durazo Montaño continúa siendo el beneficiario de esa inexistente herencia colosista.

Enarbolando esa bandera se sumó al equipo de Andrés Manuel López Obrador, donde también su ubica su antiguo jefe, Esteban Moctezuma Barragán y futuro compañero de gabinete, si es que López Obrador alcanza la victoria en las urnas.

La presentación realizada por AMLO sobre la posibilidad de que Durazo Montaño se convierta en secretario de Seguridad Pública del gobierno federal, generó polémica por tratarse de un personaje cuya mayor vinculación a los problemas de inseguridad, violencia y seguridad pública, fue su breve paso de seis meses por la secretaría de Gobernación, en su carácter de jefe de prensa.

Del potencial encargado de la seguridad pública del gobierno federal, en caso de que López Obrador gane la Presidencia de la República, se destaca que es un saltimbanqui político, que simpatiza con el PAN, milita en el PRI, se acerca a la izquierda y participa ahora como activo de MORENA.

Su mayor participación política fue como diputado federal, donde no se destacó por su participación en los debates, ni siquiera en las discusiones en comisiones y muchos menos proponiendo iniciativas.

Durazo Montaño trae consigo su participación como secretario particular de Colosio Murrieta, cargos que también tuvieron Mario Frías, Óscar Navarro y Armando Pacheco, entre otros que tuvieron el mismo papel en los poco menos de 10 años que Colosio Murrieta se mantuvo en los primeros planos políticos.

Eso sí, el futuro secretario de Seguridad Pública del gobierno de López Obrador no destaca su cercanía con otros personajes como son el entonces Presidente Vicente Fox Quesada y su esposa Marta Sahagún Jiménez, de quienes se distanció, pero cuya operación desde la Presidencia de la República fue sumamente destacable.

Lo curioso de esto es que Vicente Fox es uno de los principales críticos de las propuestas de AMLO, a quien fustiga cada vez que puede.

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Foto de Portada: Quadratín (cortesía).

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