Café para todos: José Luis Cuevas en su laberinto

Por Alberto Carbot, periodista y director de la revista Gente Sur.

No estaba obligada a hacerlo, pero la pintora Beatriz del Carmen Bazán, viuda del desaparecido artista plástico José Luis Cuevas, reunió este martes (27 de febrero) por la mañana a los principales medios de comunicación de la capital del país, para dar a conocer que la última voluntad de su esposo fue que sus cenizas sean depositadas en la urna “Los siameses” y que las de ella, al fallecer, también sean colocadas en el mismo contenedor, en un nicho de la Catedral Metropolitana.

Aseguró que fue una decisión expresa del artista el prohibirles a sus tres hijas: María José, Ximena y Mariana, y a su hermano Alberto, asistir a su velorio, cremación y a cualquier homenaje. “No fue un capricho personal o una venganza familiar; sencillamente respeté su última voluntad”, dijo ella.

Acompañada de sus consejeros Katya Mardueño y Ricardo Olmedo Gaxiola, pormenorizó cómo dio inicio su relación con el artista, luego de la muerte de su primera esposa Bertha Lilia Riestra Menchaca, el 9 de mayo del 2000, a los 63 años en el Anderson Center de Houston Texas, a causa de un proceso leucémico. “No fui su amante, ni destruí un hogar o una familia. Yo conocí a José Luis en el 2001 y una vez divorciada acepté su noviazgo en diciembre de 2002. Un año después nos casamos por lo civil y en el 2006 por la Iglesia católica”, dijo.

Reseñó posteriormente los desafortunados episodios -principalmente publicitarios y sin sustento legal-, de sus hijas “quienes han ensuciado mi imagen y la de mi esposo, con notas sensacionalistas y amarillistas”.

Públicamente reiteró que José Luis Cuevas “nunca estuvo secuestrado ni física, ni mentalmente” y que si bien su estado de ánimo decayó al conocer la muerte de su amigo y contemporáneo Carlos Fuentes en 2012, fue un año después cuando se internó en Médica Sur a causa de una infección en las vías urinarias de la que se sobrepuso, pero su ánimo se mantuvo en declive, gravemente afectado por el inusual e irreverente trato por parte de sus hijas, quienes vía telefónica sólo le buscaban para injuriarlo de manera soez.

Luego, al connotado ilustrador y dibujante -nacido en la Ciudad de México, en los altos de la fábrica de lápices y papeles El lápiz del águila, en el centro de la capital-, le fue detectado cáncer en el colon, que a pesar de los esfuerzos de connotados médicos no pudo ser erradicado mediante quimioterapias o procedimientos quirúrgicos y finalmente se metastizó en hígado y pulmones, hasta causarle la muerte el 3 de julio de 2017.

Fui testigo personal -y tengo grabadas sus palabras-, de la acritud de Cuevas por el trato egoísta e inhumano del que él aseguraba había sido objeto en los últimos años por parte de sus hijas. Se mostraba incluso muy ofendido por la demanda que durante su internamiento en el hospital ellas habían interpuesto ante la Procuraduría General de Justicia por supuesta comisión de homicidio en grado de tentativa, secuestro y abandono de adulto mayor.

Y aunque la denuncia estaba reservada “a quien resulte responsable”, lo cierto es que fue destinada contra Beatriz del Carmen, a quien además ellas acusaban de impedirles ver al pintor.

Ximena Cuevas fue una de las más vehementes en el conflicto y aseguró que tras la muerte de su madre y desde que José Luis Cuevas se casó en 2001 con Beatriz del Carmen Bazán, no habían podido verlo. … “Él es un caso bien interesante de psicología. Este personaje tan fuerte públicamente, también es muy frágil. Cuando se murió mi mamá, estaba apanicado, estaba muy frágil, y es cuando apareció Beatriz, y ella se volvió indispensable en todo. Me parece como un cuento que una mente tan brillante sea tomada y secuestrada por una mente ínfima”, afirmó despreciativa.

“He sido objeto de varias calumnias por parte de mis tres hijas y mi hermano Alberto. El domingo (16 de junio de 2013) la más joven de mis hijas, María José, se presentó en mi casa y gritaba injurias desde la calle.

“Por decisión mía no he querido verlas, ni quiero verlas en un futuro, porque me siento traicionado por ellas y por mi hermano al calumniarme y decir que estoy incapacitado mentalmente para defenderme. Mi esposa Beatriz del Carmen también ha sido víctima de estos infundios; la finalidad es cosa de dinero, es ambición. Es muy doloroso para mí, porque se trata de parientes consanguíneos…

“Es mi intención y mi deseo de no verlas, ni tener ninguna relación con mis hijas y con mi hermano Alberto Cuevas Novelo, ni que me visiten en mi domicilio o fuera de él, porque me siento traicionado y esto es muy doloroso por tratarse de familiares muy cercanos…” manifestó José Luis Cuevas ante Eduardo Vélez Arteaga, Juez Décimo Tercero de lo familiar, el 19 de junio de ese mismo año.

Un auto dictado 20 días más tarde por el mismo magistrado, dejó en claro que José Luis Cuevas era una persona “lúcida y capaz” y que estaba en actitud de tomar sus propias decisiones.

LOS ATAQUES CONTRA LA VIUDA DE CUEVAS NO CESAN

Desde la muerte del el célebre dibujante, pintor y escultor, la andanada contra Carmen Beatriz Bazán no ha cesado. Incluso, ni el homenaje póstumo en Bellas Artes estuvo ajeno a las polémicas. Ahí mismo tuvieron lugar actos grotescos que no correspondieron ni al momento, ni al nivel del máximo escenario de la cultura en México, encabezados por su hija Ximena Cuevas.

Algunos de los asistentes a la conferencia de prensa comentaron que una nueva oleada de descalificativos por parte de las hijas del pintor podría intensificarse a partir del próximo jueves o viernes, pues ellas han anunciado una conferencia de prensa para descalificar sus aseveraciones y reclamar lo que consideran no se les ha hecho entrega de la herencia paterna.

“No hay más herencia que repartir; no hay cosas materiales que adjudicar derivadas de ese testamento que ya fue declarado válido”, explicó Carmen Beatriz Bazán y dijo que a insistencia de ella misma, Cuevas heredó a sus tres hijas, a quienes cedió varias propiedades -entre otros un departamento en París y la casa de San Ángel de Teodoro González de León-, así como innumerables obras de arte, lo que generó problemas entre ellas, en especial, con su hija Mariana, por incluir a sus hijos.

Durante la rueda de prensa, entregó fotocopias de documentos donde se relacionan las más de 140 obras que recibió cada una de las hijas del artista, la cuales fueron valuadas en varios miles de dólares.

De ahí que la mañana de este miércoles, en su casa de San Ángel en esta ciudad, al par de otros temas, ella desmintió asimismo las declaraciones de Ximena Cuevas “respecto a la venta de obra erótica que ofrece la Galería Óscar Román. Estos dibujos acuarelados se los dio mi marido en vida al galerista para su venta, aproximadamente hace año y medio, y pertenecían a su colección particular. Es mentira que formen parte de la obra cedida  al INBA en el Museo José Luis Cuevas como esta señora afirma”, dijo.

Agregó que la obra de Cuevas se halla en diversas galerías públicas y privadas de México y el extranjero y “está a la venta como la de cualquier artista que vive de su trabajo. Sus propias hijas han vendido muchas de sus obras”, reiteró.

También se ocupó en informar del registro del nombre y firma de “José Luis Cuevas” como marca, realizada en 2012, para proteger la originalidad de la misma ante la piratería -decisión suscrita notarialmente por el propio pintor-, y denunciar también las anomalías financieras en la “Fundación José Luis Cuevas y Novelo A.C”, cuyo apoderado legal es Salvador Vázquez Araujo, motivo por el cual incluso el artista deseaba suprimir su nombre de la denominación social, situación que todavía no se ha resuelto y está en manos del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

Casi para finalizar, Carmen Beatriz Bazán señaló que la figura de su esposo exige respeto y consideración.

 “No merece estar en publicaciones amarillistas -denigrantes y de mala fe-, las cuales son difundidas por sus hijas. Hasta hoy había actuado con mucha prudencia, decencia y respeto ante los ataques de las señoras Mariana, Ximena y María José y de algunos medios de espectáculos que les han dado cabida, pero en el caso de que las agresiones informativas se repitan, no dudaré en entablar las acciones legales correspondientes en contra de quien resulte responsable”, advirtió.

GRANOS DE CAFÉ

… Los espacios en la historia del quehacer periodístico deben completarse. En mi anteriorcolumna -dedicada a recordar el paso del embajador de EU en nuestro país, John Gavin (junio de 1981-mayo de 1986) recientemente fallecido en Beverly Hills, California-, me referí a su trato singular con los medios informativos.

“Sus fricciones con la prensa comenzaron desde el momento mismo de su nombramiento y aún como ex embajador tuvo por ahí dos o tres roces más con la prensa mexicana. No era, en realidad, una aversión específica contra la prensa de México, sino con la prensa en general, incluyendo a la norteamericana”, aseguró el periodista Carlos Ramírez en su libro “Operación Gavin”.

Comenté por ello una anécdota que mostraba la actitud apática de Gavin con los periodistas. Para conferirle su debido contexto, la transcribo nuevamente.

“…En su despedida de México, a mediados de mayo de 1986, impidió a la prensa mexicana estar presente en su último discurso en la Cámara Americana de Comercio, donde atacó a los periodistas y declaró que “toda la prensa mexicana” es corrupta y que mentía por dinero: “en Estados Unidos la prensa miente por convicción”, aclaró. Estos criterios dominaron el ánimo del diplomático para enfrentar a la prensa mexicana. En una ocasión, en una conferencia de prensa en 1985, el embajador recibió una pregunta por escrito y la consideró demasiado política. La leyó en público y pidió que el reportero se identificara.

-¿De qué medio es usted? -preguntó el embajador.

-De canal 11 -respondió el reportero.

Gavin esbozó una sonrisa de conmiseración, arrugó el papel, lo tiró hacia atrás por sobre su hombro e ignoró al reportero y a la pregunta”, contó Ramírez.

Me precio de mantener los lazos de comunicación con varios colegas. Y entre ellos se cuenta precisamente Juan Antonio Valtierra, a quien precisamente John Gavin hizo blanco de su desazón e incluyó en su lista de desaprobados y al que en un par de ocasiones solicitó incluso despidieran de su empleo, por la aparente belicosidad y acoso periodístico del que supuestamente era objeto el controvertido diplomático.

La pregunta que causó la molestia del embajador estadounidense -y por la que segundos después lanzó hacia atrás el papel que convirtió en una esfera arrugada entre sus dedos-, se refería a la persecución de la que eran objeto los trabajadores mexicanos que laboraban en los campos de EU.

-¿Por qué la criminalización de los trabajadores migratorios? -había escrito el reportero en una hoja de papel, que plegada a la mitad, cruzó de mano en mano entre los asistentes, hasta llegar al pódium desde donde John Gavin respondía a los cuestionamientos de la prensa mexicana.

-¿Quién escribió esta pregunta? ¿De qué medio es? –inquirió el embajador.

– Juan Antonio Valtierra levantó entonces la mano. Se identificó. Gavin se dio tiempo para el sarcasmo.

-Ah, es “mi amigo” de Canal 11 -dijo el embajador-. Entonces, abiertamente para que todos lo advirtieran, con su mano derecha formó una pequeña bola con el papel donde se hallaba escrita la pregunta, y la arrojó displicente hacia atrás, por sobre su hombro.

Poco más tarde, exacerbado, recurrió a los medios a su alcance para exigir a la Secretaría de Gobernación, con Manuel Bartlett como titular, el cese de Valtierra. Desde Bucareli salió la instrucción de que el periodista fuera despedido de su empleo en Canal 11, entonces dirigido por Jorge Velasco Ocampo (1986-1990) quien no se dejó intimidar y buscó consejo ante su amigo Otto Granados Roldán, particular de Jesús Reyes Heroles, secretario de Educación.

Roldán lo consultó con su jefe, quien entonces tomó directamente la llamada de Velasco. Palabras más, palabras menos, la instrucción  de Reyes Heroles fue rotunda y clara:

-En el área educativa mando yo y no Manuel Bartlett. El reportero se queda donde está y póngalo usted a que siga al embajador Gavin a cuanto acto asista o convoque, y que no lo deje a sol ni a sombra; publíquele todo lo que cubra.

Así lo acató Jorge Velasco. Esa fue la misión de Valtierra y este es el epílogo de esa anécdota periodística que había quedado sin completar…

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