Fake news, amenaza para la ética periodística

Las fake news o noticias falsas generan en el mundo actual desinformación, caos, especulaciones, rumores y morbo.

Por Miguel Álvarez Suberza*

La vorágine de las Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación en los últimos años han sido un pilar fundamental para la transición de datos y noticias en tiempo real, pero también han servido para confundir y tergiversar audiencias por medio de las fake news, ya que pueden desacreditar el prestigio de gobiernos, instituciones o la vida privada de personas.

Estas fake news son información deliberadamente falsa que se filtra en Internet a través de las redes sociales.

No resulta raro que en pleno inicio de la nueva cultura digital, nos aproximemos a la realidad virtual a través de verdades a medias o verdades magnificadas por una exacerbación de la experiencia y de lo vivido de nuestros sentidos.

Niños, adolescentes y adultos participamos en la Internet, la “nueva torre de Babel”, oráculo abierto para todo aquel que tenga conectividad gratis o pagada.

Gobiernos, agrupaciones, personalidades y grandes cooperativos han sido víctima de desestabilizaciones e incluso las fake news han ocasionado conflictos entre poderosas naciones a causa de la propagación de las noticias falsas.

A las fake news solamente podemos justificarlas como una expresión de una vieja costumbre, mejor conocida como desinformación en el campo de la comunicación.

Mentir es una estrategia de la política de todos los tiempos. Antes con la imprenta, las fake news se distribuían a través de libelos (libro pequeño de carácter satírico), insultante y/o difamatorio). Los libelistas escribían, a modo, en contra de los enemigos políticos.

Ganar la nota sin valores

El peligro de las fake news también  afecta a los medios de comunicación,  ya que en su afán de ganar la nota y captar más seguidores, dejan de lado el rigor periodístico y los valores esenciales de esta noble profesión,  que consiste en la comprobación de datos, imparcialidad, ética absoluta y apego a la credibilidad.

Detrás de las fake news se encuentran empresas dedicadas al marketing digital, las cuales normalmente contratan o subcontratan a jóvenes de la generación llamada millennials , recién egresados de la universidad o con estudios técnicos, ya que el pago de su trabajo es menor y son fáciles de moldear.

Existen casos donde las empresas reclutan a profesionales con más experiencia ofreciéndoles sueldos mayores y obligándolos a firmar contratos de confidencialidad.

Asimismo, importantes empresas contratan este tipo de servicios para afectar a su competencia. Lo grave de esta situación es que la ciudadanía se ve afectada, ya que la riqueza y el libre mercado se apoderan de la ética y de la sana competencia.

Más allá del rigor periodístico, de los oficiosos y/o profesionales de la información, se deben tener códigos de ética y principios deontológicos que orienten la utilización deliberada de las noticias falsas.

Morbo y fake news

Otro punto importante de la intromisión y consecuencias de las fakes news en nuestro entorno es la cuestión social, ya que propiciar el morbo siempre genera interés o curiosidad entre la sociedad. Esto se presenta como una astucia inteligente, pero  a la vez poco ética.

No resulta raro que alguien en algún momento haya caído una vez en el hecho de leer un titular que despierta nuestra curiosidad, y en muchos casos nuestro morbo.

La pretensión más práctica es generar o ganar lectores y llegar a muchas personas a través de nuestra información. Y así como hay gente, intenciones y pasiones diversas, no falta quién no tenga nada que hacer y sólo lo haga por ocio o por distraerse un momento.

Pero también las fake news pueden resultar en un mecanismo de desviación de la mirada; desviar la atención, particularmente de otros sucesos más relevantes o trascendentes que pudieran estar sucediendo e impactando de manera más relevante a la sociedad, generando una confusión y desconfianza en el público que intenta informarse.

Hoy, los lectores debemos ser más críticos sobre el qué, quién, cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué de una información. Además, debemos aprender a identificar si las fotografías, audios y videos que navegan en la red están manipulados con la intención de persuadirnos o predisponernos a creer en un suceso falso.

Ejemplos de fake news hay muchos

Podemos nombrar el Brexit, las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la disputa entre Estados Unidos y Rusia por la intromisión en las elecciones para renovar la Casa Blanca, la independencia de Cataluña en España, el caso de la niña Frida Sofía presuntamente atrapada en el colegio Enrique Rebsamen durante el terremoto en México el 19 de septiembre, así como la supuesta caída del inmueble Plaza Condesa durante esa misma fecha, las “acusaciones” contra los políticos coahuilenses Guillermo Anaya y Humberto Moreira, la presunta violación del exgobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa en una prisión, el uso de fake news en campañas políticas en México durante el 2016, acusaciones a políticos mexicanos ligados al narcotráfico, encuestas electorales apócrifas y documentos falsos, entre otras.

A nivel mundial, los medios de comunicación más serios se están abocando a la tarea de depurar sus criterios editoriales y en las redes sociales, principalmente Facebook, discute la manera de cómo reducir que esa plataforma sea utilizada como canal para transmitir desinformaciones y manipulaciones.

En el caso de nuestro país urge que las empresas de comunicación reflexionen sobre sus políticas editoriales y cuenten con mecanismos eficientes y éticos para frenar la propagación de estas noticias falsas. La vorágine y despiadada guerra tecnológica en la que vivimos no es justificación para que los medios informativos se presten a este juego macabro en el que los más afectados son los consumidores de información.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Trabajo de investigación para la Maestría de Periodismo Político (EPCSG).

Tips para no caer en el engaño

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