La guerra sucia y los bots mutantes

¿Pues qué nos pasa? La confrontación política más agresiva de las últimas épocas está ocurriendo en las redes sociales, donde ya parece tierra de nadie.

Buena parte de los mensajes que pululan en las redes sociales y que se convierten en tendencias son artificiales, es decir, son creados a modo para pegar o afianzar a un candidato.

Hay que aclarar que las redes sociales son un fenómeno de comunicación en tiempo real de gran importancia, el problema es que son altamente manipulables y corrosivas y en buena parte alimentan el mal humor social.

Las opiniones de la gente como usted o como yo, se enfrentan en las redes sociales con una suerte de robots remaxterizados o mutantes, a quienes lo que menos les importa es debatir con inteligencia sino afianzar o desprestigiar a alguno de los candidatos.

Sin duda los candidatos y sus grupos de apoyo están enfocados a lograr que las redes sociales influyan en el ánimo de los electores, sobre todo de los jóvenes que no han decidido aún su voto. Y para conseguirlo se valen de lo que sea.

Hay que reconocer que una de las mejores definiciones que el equipo de expertos en puntos de vista del Chamanic Center encontró en este tema, fue la de Reporte Índigo que en un amplio trabajo “La gran manipulación” en las redes sociales, resumió que «es la guerra en la tierra de nadie».

Los bots mutantes

Como usted bien sabe, lo de hoy son las fake news, o noticias falsas que encuentran terreno ideal en los temas artificiales que luego se transforman en tendencias.

Pero esta delicada tarea no solamente está a cargo de los especialistas en producir memes, sino que son los influencers (muy socorridos en la industria de la publicidad y hoy financiados por los partidos) los que se ocupan de la tarea sucia de atacar o exaltar las virtudes de uno u otro candidato, bajo el disfraz de seguidores de carne y hueso, bots mutantes, pues.

Hace seis años se detectó la existencia de bots entre los seguidores de los candidatos. Hoy esto no ha cambiado mucho, los candidatos tiene seguidores reales y muchos otros falsos.

De acuerdo a Twitter Report Audit estos son los resultados más recientes de las cuentas auditadas de los candidatos.

Andrés Manuel López Obrador tiene 3 millones 175 mil 903 seguidores reales y 716 mil 135 followers falsos o bots.

José Antonio Meade cuenta con 961 mil 382 seguidores reales y 320 mil 460 falsos.

Ricardo Anaya tiene 578 mil 202 seguidores reales y 53 mil 023 falsos.

Jaime Rodríguez, el Bronco, registra 478 mil 985 seguidores reales y 151 mil 259 falsos.

Margarita Zavala con 876 mil 365 seguidores reales, pero con 565 mil 024 falsos.

En marzo de este año la cifras que daba Twitter Audit de las cuentas de AMLO eran de un millón 199 mil 614 seguidores reales y un millón 477 mil 976 falsos. Hoy es la señora Zavala la que más cuentas falsas tiene y Anaya el que menos.

Aunque en Facebook no se cuenta con una evaluación que distinga quien es real y quién es robot, es posible conseguir “me gusta” patrocinados. Hasta hace unos días estas eran las cifras en Facebook.

López 2 millones 968 mil 255 me gusta.

Meade 512 mil 097.

Anaya un millón 534 mil 388.

Zavala 650 mil 712.

Rodríguez un millón 806 mil 948.

Nadie niega que las redes sociales tienen un papel relevante en las interacciones de nuestro tiempo. Y así como hay quien sostiene que estas cifras no tendrán un impacto directo en el proceso electoral, otros especialistas consideran que pueden influir en el sentido del voto. La realidad es que la mitad de los mexicanos todavía no están incorporados al internet o a las redes sociales.

El Peje y sus bots

El tema lo lidera ya saben quién. Aunque todos los candidatos lo hacen, el mejor ejemplo del uso de las redes sociales para atacar al adversario lo tiene el grupo de Andrés Manuel López Obrador.

Él mismo dirige a su ejército en redes sociales. Apenas la semana pasada el tabasqueño lanzó a través de su cuenta en Facebook un singular mensaje en el que anuncia la “guerra sucia que viene» y pide contrarrestarla, antes de que ocurra, con una contra campaña.

Y a sus comandantes en redes les dice que ya saben como hacerlo, valiéndose de información, mensajes y memes. Por lo pronto ya le puso cascabel al villano favorito Carlos Salinas, pero también incluye a Claudio X. González (con quien trae pleito casado hace muchas lunas) y también contra el financiero Roberto Hernández.

El terreno es peligroso porque está enviando un mensaje que justifica los ataques a empresarios que supone están en el compló y a los que acusa con chabacana alegría de «rateros e inmorales», no sin antes meterlos en la bolsa de la mafia del poder.

¿Grupos de choque virtuales?

La radicalización de ya saben quién, por así decirlo, tuvo como origen la eventual difusión de la serie Populismo en América Latina, que suponemos ya vio, porque explica que está dedicada a personajes icónicos como Lula, Hugo Chávez, los Perón y en el capítulo cinco a López Obrador.

Mientras son peras o manzanas ya saben quién acusó a empresarios de financiar la producción de la serie –que dijo habría costado 100 millones de pesos- para beneficiar al PRI y al PAN, y por eso pidió a sus seguidores armar una contraofensiva en redes sociales.

Importantes empresas de comunicación se deslindaron como para evitar que el tigre de #YaSabenQuién les diera un zarpazo. Televisa, TV Azteca, Imagen y Netflix se desmarcaron, como también lo hicieron firmas como Cinépolis, que ni enterados estaban.

Por el tono del mensaje en feis, AMLO anticipa que la guerra sucia que viene lleva mensajes asquerosos, calumnias, ofensas, mensajes que fomentan el miedo, el terror, la polarización y generan violencia. Y por eso pide, contrarrestarlas con una contracampaña. O lo que es lo mismo combatir el fuego con fuego.

Por lo visto de lo que se trata es alimentar con fuego al mal humor social para que la hoguera crezca. La diferencia es que van a usar un ejército sin rostro, oculto en las entrañas del ciberespacio, que no son otros que las cuentas de los seguidores fantasma o bots. Y faltan dos meses de campañas.

Lavaderus est

1.- Los bots en las redes están más presentes que nunca y han radicalizado su papel de golpeadores o de seguidores incondicionales. Se valen de una condición muy particular de estas cuentas que no son fantasmas porque son tangibles en las redes, pero son huérfanos a la hora de buscar su origen, nadie los asume como propios.

El problema es que las intervenciones de la mayoría de los bots -en contra de quien piensa diferente- son tan agresivas, que rayan en el delito de las amenazas.

Y no hay evento que se transmita por las redes sociales donde estas hordas aparecen descalificando e insultando. Esa es otra parte oscura de los instrumentos de la política que si hace daño a la democracia. ¿Qué no?

Ilustraciones tomadas de Quadratín y de TwitterAudit.com

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