Café para todos: Ricardo Alemán y el linchamiento

Por Alberto Carbot, periodista y director de la revista GenteSur.

“A John Lennon lo mató un fan, a Versace lo mató un fan, a Selena la mató una fan. A ver a qué hora, chairos….”

Así fue el polémico tuit que lleva semanas circulando en la red, y que el periodista Ricardo Alemán, recibió el sábado 5 de mayo, por parte de la usuaria Leticia Maldonado @letymaldo y que él –retransmitió– a sus seguidores, agregándole la frase “Les hablan!!!”

Poco antes, a las 17:05 horas, el columnista del diario “Milenio” y conductor de los programas televisivos La Mudanza en Foro TV de Televisa y Despertador Político en Canal 11, había recibido un mensaje de un tuitero en el que éste aseguraba que “los propios militantes de Morena son los mayores enemigos del partido”.

Alemán respondió: “Si tiene pico de pato, grazna como pato, si tiene cola de pato y la caga como pato… se llama… «chairo»!”. Un minuto después –asegura– “como tercera en discordia, Leticia Maldonado envió la ilustración a nuestra cuenta de Twitter y luego el mensaje ¡Pues ellos mismos! –en referencia a la imagen–. La usuaria confirma con su imagen y su mensaje, que los militantes de Morena son los peores enemigos de su partido”.

Dos horas y media después, Julio Hernández, del diario “La Jornada”,  que escribe la columna “Astillero” escribió a Ricardo Alemán:

“Me parece sumamente peligroso que se aliente o juegue con la idea de un atentado político, como lo hace Ricardo Alemán”. Una serie de mensajes del diarista harían hincapié de que él era “responsable de la literalidad de tu tuit (no fue un RT). Dices, que es «advertencia», «llamada de atención». ¿Hacia los «chairos»? ¿»Chairos» fanáticos que podrían asesinar al mismo AMLO? No juegues con estos temas. Sumamente irresponsable que se aliente la posibilidad de un atentado político. Grave que se siembre y promueva la coartada de los «chairos», en el contexto de los fanáticos que acaban asesinando a sus propios ídolos. Debería Ricardo Alemán retirar su tuit. Podrías explicarte y disculparte”, le dijo.

La ola creada por el mensaje de Ricardo Alemán, se convirtió en tsunami y provocó la indignación de los usuarios de redes sociales, porque supuestamente “incitaba” a la violencia en contra de Andrés Manuel López Obrador, el candidato presidencial de la coalición “Juntos haremos historia” que aglutina a los partidos Morena, Encuentro Social y PT.

El usuario Antonio Attolini “ex #YoSoy132 y militante de Morena” pidió que se denunciara porque “llama al magnicidio. Les pido ayuda para denunciar su cuenta de twitter por incitar al odio. No al periodismo sicario” –escribió.

Ricardo Alemán les replicó:

“Qué pena, Julio, que dos palabras te hagan imaginar lo impensable! Analiza, antes de que el odio nuble la razón! Un retuit no avala y una advertencia no apoya! Les hablan es una llamada de atención! Sólo eso! Nunca pensé que lo tuyo fuera retorcer las ideas! Bien por la campaña que en redes iniciaron en nuestra contra!! Gracias porque confirman su papel de jauría, confirman que están desesperados y confirman que sólo buscan venganza!

“A todos los alarmados por el retuit de Les hablan a un mensaje amenazante a López Obrador, les aclaro que se trató de una advertencia sobre esa. Sólo mentes retorcidas como la de Julio Astillero y sus comparsas de Morena lo distorsionan!”

A las 10 y media de la noche, de ese sábado, Ricardo Alemán hizo público un video aclaratorio. Sin embargo, el corolario del comentario en sus redes sociales –y no en sus espacios informativos en Televisa o Canal Once–, fue su linchamiento público, que concluyó con su salida de los 2 espacios televisivos donde colaboraba, aunque aún mantiene su espacio periodístico en “Milenio”, donde escribe desde hace varios años.

A diferencia de otros comunicadores y militantes “distinguidos” del grupo de López Obrador–, Alemán ha sido el único en ser condenado y sancionado por haber expresado sus ideas, amparado no sólo en su profesión, sino en su derecho a la libertad de expresión consagrado en el Artículo 6° Constitucional, que señala que “la manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito o perturbe el orden público”.

¿La acción de Ricardo Alemán realmente vulneró el precepto constitucional? De ser así, igualmente se debiese condenar y penalizar tanto a Denise Dresser como a Paco Ignacio Taibo II, quienes también han utilizado los medios de comunicación para presuntamente incitar a acciones violentas y/o criminales contra diversas figuras del ámbito político o empresarial del país.

Por ejemplo, en twiter, Denisse Dresser publicitó con desparpajo una imagen del avión presidencial, con la leyenda Se solicita piloto depresivo. “Va humor negro que comparten conmigo: se solicita piloto depresivo para manejar avión presidencial», escribió, en abierta referencia a la tragedia del vuelo 9525 de Germanwings –una aerolínea de bajo costo dependiente de Lufthansa–, cuyo piloto, por hallarse en esascondiciones, decidió suicidarse, estrellando el avión, que había partido de Barcelona con destino a Dusseldorf, sobre los Alpes franceses, matando a 150 personas en marzo de 2015.

¿Qué quiso decir la analista con su aparente sentido de “humor negro”? Es muy simple: que se buscaba un piloto deprimido, que estrellase el avión de Enrique Peña Nieto, para provocarle la muerte. ¿Qué ocurrió en las redes y el resto de “las buenas conciencias”? nada. No se produjo el escándalo mediático que sí golpeó a Ricardo Alemán, porque el sujeto del que deseaba la muerte era el presidente y no López Obrador.

Este hecho ni por asomo lo tomó en cuenta Ricardo Peralta Saucedo, candidato a ocupar el cargo de primer Fiscal Anticorrupción de México, quien sí se pronunció por denunciar a Alemán ante la PGR por «convocar” al asesinato del candidato de Morena y no a Dresser, por incitar al atentado contra Peña Nieto, ni tampoco a Paco Ignacio Taibo II, por arengar al fusilamiento de quienes colaboraron para impulsar la Reforma energética.

Este lunes me entrevisté con el columnista de “Milenio”, y esta es parte medular de la conversación sobre el tema que se convirtió en trend topyng mundial.

– ¿Cómo percibe su salida de Televisa y de Canal 11?

–Yo siempre he dicho que las empresas –y no comparto la postura que Carmen Aristegui siempre asume cuando ha sido despedida–, tiene el derecho a decirte adiós y punto, si ya no le sirves, por la razón que sea o porque no le conviene tu presencia. Televisa y Canal 11 me parece que tienen derecho a hacerlo, pero en el fondo ganó el linchamiento.

– ¿Entonces no lo ha considerado como un acto de censura o un atentado a la libertad de expresión?

–No, de ninguna manera. Por una razón que te manifiesto con toda franqueza. En casi 8 años, casi 9, en Televisa no hubo una sola insinuación. Siempre fueron muy respetuosos, y te lo digo también con esa franqueza, le tengo mucho agradecimiento a esa empresa.

Empero, hoy siento que ellos ya asumieron una posición política  –creo que ya votaron por López Obrador–, y entonces seguramente no les conviene tener a un crítico de él ahí. Sólo hay que ver la pasada entrevista con López Obrador; cómo le trataron, le aplaudieron y ya casi lo asumieron como presidente.

De hecho –esto también te lo digo, porque es la verdad–: antes de dar a conocer mi salida, en Televisa me convocaron a platicar y les dije: “miren, se las pongo fácil: yo renuncio y así ustedes no quedan como los malos de la película y así ganamos los dos”. Pero no quisieron. “No, no. Queremos despedirte”, me dijeron. Necesitaban demostrar públicamente el hecho de que ellos se habían deshecho de Ricardo Alemán. Así fue el asunto.

Y en el caso del Canal 11 –te digo con franqueza–, creo que me precipité y explico el por qué: todo esto te dio en la mañana del domingo 6; yo venía en vuelo. De hecho, al momento en que aterrizó el avión, prendí el teléfono celular y comenzaron a entrar las llamadas. Una de ellas era de Televisa y la otra de Jimena Saldaña, directora de Canal 11, una señora maravillosa y muy profesional

Ella me explicó que me enviaría una carta pidiéndome suspender el programa, porque el canal tiene sus reglamentos y entonces me explicó que existía un mecanismo interno –una especie de protocolo–, un ombudsman de la audiencia y una especie de consejo editorial interno, que cuando ocurre este tipo de cosas –como por ejemplo que la gente se queje de un programa–, entran en acción inmediatamente.

Pero yo le dije: “Señora directora –eso quiere decir que entonces mi futuro va a estar en manos de ellos, pues entonces olvídelo–. Pero ella me dijo: “A ver, espérate. Esto está en tu contrato y no lo leíste. De hecho ya convocaron a los integrantes de este mecanismo. Luego, alguien del canal me habló y me dijo: “Esto casi siempre termina con una amonestación; se restablece el programa y se acabó. Porque además y aquí hay otro tema: a ellos les cuesta. El contrato contiene una cláusula –que yo no sabía–, en el sentido de que si alguna de las partes cancela, tiene que pagarle el valor del contrato a la otra. Y entonces, si lo cancelan, tendrían que pagarme. Así están las cosas.

– ¿No cree que fue un tanto políticamente incorrecto de su parte, el hecho de repostear un tweet o una imagen que alguien le envió por la red ….

–Sí, tal vez, eso ocurre frecuentemente en las redes, pero yo creo que lo políticamente correcto lo hago cuando estoy escribo la columna; cuando hablo en Televisa o Canal 11 o en mis programas de radio, pero ¿quién usa de forma políticamente correcta un lenguaje en la red?  Alguien, con razón, podría decir “a ver, parece que este señor tiene doble moral…”, pero no, quienes utilizan esa doble moral para fines políticos, son ellos y yo estoy en su mira desde hace rato. Lo tomo como una venganza de propio Julio Hernández de “Astillero” y de todo ese grupo de seguidores.

Julio, yo y nos conocimos y fuimos amigos en el periódico “La Jornada”. Inicialmente, a la salida de Carlos Payán, tuvimos proyectos comunes, pero advertí que de la forma en que lo planteaban no funcionaría e iban a fracasar, como finalmente ocurrió.

Luego –hace poquito, el año pasado–, me burlé de Julio Hernández porque él sacó un twittque yo presento en mi transmisión, en donde dijo: “Esto es en serio. Ya mi economía no me funciona; tengo un problema económico muy fuerte, y si alguien sabe de un trabajo, se los agradezco”.

Y a través del twitter yo le dije: ¿te acuerdas de una reunión que tuvimos hace años:  ¿dónde estás tú y dónde estoy yo? y que lo entienda el que quiera, punto. Perdón, pero fue un golpazo y él estuvo enojadísimo. Y bueno, estuvo esperando para cobrármela y hoy la pescó bien y vengó, punto.

–¿Usted conoce a Leticia Maldonado, la mujer que le envió esa imagen a través del twiter?

–No.

–Pero estará de acuerdo conmigo en que –incluso como parte del humor negro–,  repostear un mensaje como ese a través de las redes, puede convertirse en un tema muy polémico y peligroso

–Yo no estaba deseando eso. Lo que yo les estaba diciendo simplemente “ahí les hablan”, en el sentido de que los peores enemigos de morena, son los propios integrantes de morena”. Esa era la idea.

–Pero recuerdo que por un motivo similar usted criticó a John Ackerman, el consejero de López Obrador, cuando habló de que habría “chingadazos” si le robaban la presidencia. Y él lo dijo en forma muy parecida a la suya, que el mensaje no era suyo, sino que se lo habían enviado.

–En ese caso él lo posteó de forma directa, porque le preguntaron sobre el particular, y entonces él dijo claramente que si hacían un fraude iba a haber madrazos. Esa fue su respuesta.

El asunto es que está fuera de los 2 programas de TV. Pero ¿qué ha pasado en “Milenio”, luego que varios periódicos, entre ellos “El Universal”, le han seguido dedicando sus primera planas? Cómo asumió “Milenio” esta situación que enfrenta uno de sus columnistas más leídos.

–Se han portado a la altura, solidarios y decentes y de antemano repito que yo soy un tipo agradecido. La gratitud y la humildad, son básicos. ¿Por qué crees que cuando me equivoco no tengo problema en escribir “me equivoqué?

–Y francamente, ¿cómo se siente después de todo esto?

–Muy bien, y lo digo con franqueza. Lo que Televisa paga lo hace con imagen, porque en dinero en efectivo no cuenta. Y el Canal 11, es un canal del Estado y siempre tienen problemas económicos. El salario entonces es chiquito. Por esa parte, creo no hay conflicto, pero el problema estriba en que yo poseo una pequeña empresa “Comunícalo, SA de CV” que mantiene sus equilibrios y que esos poquitos ingresos sirven para ello. Entonces seguramente sin Televisa y Canal 11 tendré que hacer un reajuste.

–Lo han criticado mucho, en el sentido de que le pagan millones por estar al servicio del PRI y del gobierno de Peña Nieto…

–Sí, sí sí, los millones. Lo que no han visto, por ejemplo, son los contratos privados que tenemos. Hacemos un montón de cosas en esta oficina y tenemos muchos contratos. De hecho –y luego de que en septiembre de 1996 detuvieron a Juan Francisco Ealy Ortiz, dueño de “El Universal–, aprendí una gran lección.

Después de que fue liberado, reunió a los que habíamos quedado –porque por cierto ahí hubo una gran desbandada de muchos ingratos y oportunistas–, y nos dijo: “el año que viene, esta empresa no va a tener más del 5 por ciento de publicidad oficial, el resto va a ser privada. Si no, nos volverán a hacer este atropello”. Y al año siguiente lo cumplió.

–El asunto que usted hoy enfrenta, es muy similar al de John Ackerman y también al del propio Paco Ignacio Taibo II, por ejemplo. Este último dijo recientemente que si los empresarios querían chantajear a López Obrador, que entonces los expropiara y que chingaran a su madre. Pero hace 2 años Taibo fue aún más lejos, cuando afirmó que los extranjeros impulsaron la reforma energética con el apoyo de una serie de mexicanos cuyo destino final sería el cerro de las Campanas, “donde serán fusilados por traidores”. (https://www.trendsmap.com/twitter/tweet/990579298661740544).

–Sí, está muy claro: bajo la óptica de López Obrador y sus incondicionales, a los amigos justicia y gracia; a los enemigos, justicia a secas y que se frieguen.

–Incluso Marina Taibo Sáiz, su hija, amenazó ya a quienes no están con AMLO a que vayan haciendo sus maletas para salir del país. Les sugirió de paso que compraran su boletos con anticipación al 2 de julio, porque esa fecha se considera “temporada alta”, lo cual fue festejado en las redes por Beatriz Muller la esposa de Andrés Manuel López Obrador, quien dijo que no se preocupaba de usted porque era un “achichincle de la mafia del poder”. ¿Qué piensa de él?

 ¿Tú qué piensas de López Obrador? Yo francamente tiene mucho que no le hago caso y la verdad, no lo tomo en cuenta, porque es muy poco serio. Ahí está el tema del aeropuerto. Hace unas semanas mostró una oposición férrea sobre el NAICM, y ahora dice que hay que concesionarlo. La verdad es que no me parece un hombre sensato y no le creo nada.

–¿Qué cree que pueda ocurrir con el ejercicio periodístico, con la prensa, si él llega a la Presidencia?

–Lo resumo con un refrán: “los carniceros de hoy van a ser las reses de mañana”. Es lo mismo que ocurrió en Cuba, Nicaragua, Bolivia o Venezuela. Lo mayoría de los medios que se arrastraron o se pusieron de tapete, hoy están destruidos.

Miguel Ángel Quevedo, director de “Bohemia” –la famosa revista cubana, quien fue el primero que le dio todo su apoyo a Fidel Castro e influyó los cambios políticos que se produjeron en Cuba antes de su llegada al poder–, se sentía culpable por ello y suicidó en 1969. Dejó una carta donde se hizo responsable del arribo de Fidel, por haber difundido y justificado sus peores acciones.

Un caso similar es el de Venezuela. Luego de la llegada de Hugo Chávez al poder, el gobierno suspendió arbitrariamente canales de televisión, estaciones de radio y sitios web y se quedó con sus negocios, etcétera.

– ¿Puede ocurrir algo similar en México con López Obrador?

–Yo digo que sí. Pero eso es lo que yo pienso. Luego, que no me vayan a acusar de conspiración y todas esas patrañas y tenga que emigrar. En privado dicen hasta de lo que me voy a morir, lo menos que dicen es que soy un cabrón. Bueno, eso es pura presunción de mi parte, por lo mamón que también dicen que soy. Por eso a veces luego me rompen la madre, por hocicón.

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