#VotoChilango y el pleito familiar entre PRD-Morena

Parece que el destino ya nos alcanzó y ya sea que gane Alejandra Barrales o Claudia Sheinbaum -las candidatas chilangas más fuertes para el gobierno-, el PRD se juega la sobrevivencia como gobierno de la CdMx frente a los embates de Morena, su hermanastro incómodo.

Esto no queda ahí pues tampoco hay nada que garantice una mayoría holgada en el nuevo Congreso chilango, lo que aumenta el grado de dificultad del próximo gobierno capitalino, mientras que el PRI y los aliados PAN-MC seguirán casi como parientes de visita, con algunos asientos pero con una participación marginal.

Este mismo escenario se aplica a los resultados esperados para las 16 nuevas alcaldías, en las que los candidatos han cambiado tantas veces de cachucha que no importa el membrete del partido, serán los mismos de siempre

La competencia sigue siendo de dos a nivel del gobierno chilango, pero ambas candidatas tienen la marca de la casa. A una le endilgan ser la continuidad del modelo Mancera y a otra la ven con la misión divina de recuperar el sueño de #YaSabenQuién, para restablecer la Ciudad de la Esperanza. Diría la abuela, es la misma gata pero revolcada, ¿o no?

Es lo que hay

En realidad, la condición ideal para que el voto sea democrático es que sea un voto informado, al menos esa es la aspiración de los integrantes del Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM) cuya responsabilidad es la organización de las elecciones chilangas.

Las elecciones en la Ciudad de México tienen un sentido especial, porque significa su transformación en entidad federativa con capacidad de autogestión, configurado por un Jefe de Gobierno y 16 municipios, antes delegaciones políticas.

Todo esto plasmado en una Constitución propia, recientemente aprobada y que cambiará de una vez y para siempre el papel de territorio dependiente del Gobierno Federal.

En perspectiva estamos cumpliendo 164 años desde que se reconoció a la Ciudad de México en la Constitución de 1854, pero ojo, han transcurrido 21 años desde que el Presidente de la República dejó de nombrar directamente al jefe de Gobierno capitalino, para elegirlo a través del ejercicio de las urnas. Desde 1997 a la fecha hemos tenido cuatro jefes de gobierno electos y 4 suplentes.

A pesar de este gran esfuerzo de ingeniería política, hoy la Ciudad de México experimentará cambios de estructura pero la oferta de gobierno no es muy diferente a la que asumieron las riendas desde hace dos décadas. Es la magia del pragmatismo.

Juego de los espejos

Tras el #VotoChilango por la jefatura de gobierno van siete aspirantes, cinco mujeres y dos hombres, mientras que a nivel de municipios tenemos 96 candidatos, seis por alcaldía.

Para el Congreso la expectativa es que como en el año 2000 ningún partido logre la mayoría absoluta, lo que ya es visto como una maldición que empeora por los pleitos de familia.

Y por eso no hay que ser brujo para anticipar que se repetirá la historia de las relaciones inéditas y complejas entre el Gobierno chilango y el Congreso y entre las alcaldías y el jefe de Gobierno, con nuevas responsabilidades, por cierto.

A pesar de que las campañas han mostrado una fuerte dosis de revanchismo y discursos de odio, se espera una votación significativa como ocurre cada seis años, por arriba del 60 por ciento. Tradicionalmente sólo baja la participación en elecciones intermedias.

Adiós al voto duro

Lo inédito en este proceso electoral es la composición de la oferta política para los ciudadanos. El voto duro partidista está desapareciendo a cambio de un voto de ocasión, un voto de novedad, pues eso es lo que aportan las alianzas.

Como nadie puede ganar por si solo se inventaron las alianzas. Por eso la candidata del PRD se acompaña del PAN y el MC para enfrentar a sus carnales agrupados en Morena, el PT y el nuevo PES. En suma la raiz es la misma y no nos equivocaríamos si decimos que comparten incluso un cigoto priista.

De acompañamiento, van los candidatos del PRI, Mikel Arriola; Mariana Boy del PVEM; Purificación Carpinteyro de Nueva Alianza; Marco Rascón –el legendario Super Barrio, ex PRD y hoy extrañamente en el Partido Humanista- y Lorena Osornio la candidata independiente.

Los más sorprendidos en esta etapa política chilanga son los propios habitantes de la Ciudad de México quienes acuden a la pulverización de las ideologías partidistas a cambio de un pragmatismo que ya no sonroja a nadie.

Hoy lo que parece de izquierda, camina al mismo ritmo de la derecha y los conservadores usan cachuchas indistintas para parecer del centro o lucir como socialdemócratas. ¡Bara bara, bara bara!, cantaría el pregonero.

Kramer vs Kramer

La pugna es de familia, aunque no lo quieran reconocer los hermanastros.

A nivel de Congreso si bien el PRD logró la mayoría absoluta de la ALDF en 2003 y una vez más en 2012, en las elecciones de 2015 comenzó su pesadilla pues su fuerza comenzó a marchitarse frente a la competencia de sus parientes incómodos. Morena ha recurrido a todo para aumentar su oferta, lo mismo con ex priistas, ex perredistas y muchos ex panistas.

Aunque las encuestas dan cifras alegres con las que adornan los discursos de los competidores, la verdad es que no hay nada seguro todavía. Y eso aplica a niveles de la jefatura de gobierno, las alcaldías y el Congreso.

Por ejemplo, actualmente el PRD-PT gobiernan 6 delegaciones políticas; Morena 5, el PRI-PVEM en 3 y el PAN 2.

Las cifras alegres de las encuestadoras dan por hecho que Morena ganaría 11 alcaldías, en cambio la Alianza PAN-PRD-MC se haría de 5 y el PRI conservaría 1. Y no se sorprenda, si los resultados son distintos las encuestadoras se van a lavar las manos.

Las inconsistencias de las encuestadoras se pueden ver con claridad en Álvaro Obregón y otras demarcaciones, pues todas están colgadas de la sombra del Peje, lo de menos es el candidato. En Iztapalapa les faltó Juanito para amarrar, en cambio en la Benito Juárez parece que el único que no es panista o ex panista es el del PRI.

En perspectiva, los parientes incómodos que ayer derramaban miel cuando hablaban de democracia, hoy se odian, pero después seguro se reconcilian. Al final, todo queda en familia. Y el chilango, bien gracias.

Las preguntas que los expertos en puntos de vista se hacen es si el ciudadano sabe por quién va a votar, si conoce o no a los candidatos, y si está dispuesto a emitir un #VotoChilango informado, para no votar a ciegas y después esté quejándose de que no era lo que esperaba de sus representantes populares.

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