Café para Todos: Costa Bonino, otra manera de ver las encuestas

 

Por Alberto Carbot, periodista, director de la revista Gente Sur.

Exactamente el mismo modelo que empleó Enrique Peña Nieto en su camino a la presidencia en 2012, lo están utilizando desde hace más de dos años, los estrategas propagandísticos de Andrés Manuel López Obrador, el candidato de Morena, quien ha fracasado en sus 2 anteriores intentos.

Sus operadores ni siquiera se molestaron en variar ni un milímetro esta fórmula. Aturdir con el “bluff” de la supuesta enorme ventaja en las encuestas –aunque esta vez no tengan un respaldo concreto ni sustento que las avale ante el electorado, más que “la apabullante ventaja” mediática–, al parecer les ha dado excelentes resultados.

Por ello, este martes, el experto consultor electoral, Luis Costa Bonino doctor en Ciencia Política del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Paris, mediante una serie de twitters que circularon profusamente a través de las redes sociales, aseguró:

“Las encuestas en México tienen una inmensa tasa de rechazo y no respuesta. Un 75 por ciento en el caso de «El Financiero». Y el 25 por ciento que sí contesta, es el más participativo y militante, donde tiene mayoría López Obrador. Hoy sólo son un instrumento de desinformación y propaganda.

El «voto efectivo», es una gigantesca manipulación informativa. La encuesta de «El Financiero», que atribuye 50 por ciento de intención de voto a López Obrador tiene un 75 por ciento de rechazo o no contesta, es decir que la intención de voto expresada es la mitad de ese 25 por ciento restante: sólo un 12.5 por ciento.

Costa Bonino –por si usted no lo recuerda o no lo sabe–, es el director de LCB–Marketing, la mayor agencia internacional de consultoría política, con más de 20 años de experiencia. Realiza campañas electorales en toda América y Europa y cuenta con el mayor índice de efectividad. Es la empresa de mayor difusión y actividad en América Latina.

Uruguayo de nacimiento, pero avecindado francés, ha trabajado para François Mitterrand (Francia) y en las campañas de José Alberto Pepe Mujica (Uruguay), Ollanta Humala Tasso (Perú), Andrés Manuel López Obrador (2012) y Emmanuel Macron (Francia). Hoy asesora a Biram Dah Abeid –quien sueña en convertirse en futuro presidente de la República Islamica de Mauritania el próximo año y también a José Antonio Meade, candidato de la coalición Todos por México, si tomamos en consideración los recientes comentarios del periodista Raymundo Riva Palacio.

Una larga charla de Costa Bonino con Alejandro Rodríguez Ayala, directivo de la revista C&E (Campaigns and Elections) puede leerse completa en la dirección de Internethttps://www.campaignsandelectionsla.com/single–post/LUIS–COSTA–BONINO

Rodríguez Ayala aclara de antemano que su entrevistado “es uno de los asesores en contenidos estratégicos de Emmanuel Macron en la pasada elección francesa, sin embargo en México es recordado mediáticamente por haber asesorado parte de la campaña 2012 de Andrés Manuel López Obrador, de la cual salió de manera intempestiva, tras darse a conocer una grabación del cuarto de guerra donde supuestamente se le escucha diciendo que “con un millón de dólares”, el haría presidente a su entonces cliente”.

Lo demás es lo de menos. Y en el interesante trabajo periodístico, que se publicó en C&E en septiembre pasado, este gurú de las campañas políticas, señalaba  entonces que “sin duda Andrés sería un posible ganador de las elecciones presidenciales de 2018. Pero también es cierto que 2018 no le ofrece ventajas comparativas muy claras con respecto  de 2012 y 2006”, subrayó.

“En esas dos últimas oportunidades, Andrés perdió elecciones que parecían imposibles de perder. Especialmente en 2006, pero también en 2012, un mes antes de la elección”, dijo y agregó:

“Es un lugar común decir que Andrés es su peor enemigo. Pero es la realidad. Tiene gente como César Yáñez, de su mayor confianza, que parece el encargado de asuntos especiales para generar las derrotas. Pero no es fácil postular razonablemente la idea de que hay alguien que le construye sus derrotas en su nariz sin que él lo perciba. Puede ser plausible también la versión psicologista, que supone que existe en AMLO una pulsión interior que lo empuja a perder cuando tiene la elección ganada”.

Y este martes, en sus Twitters –a sólo 23 días de la elección federal más importante de los últimos años–, el  célebre consultor expresa tajante que “la manipulación del voto efectivo, que muestra engañosamente un 50 por ciento de intención de voto por AMLO que no existe, que es sólo un 12,5 por ciento en una encuesta donde no responde el 75, ha llevado a Carlos Loret a decir que AMLO tendría 30 millones de votos. Un disparate absoluto”, asegura.

Sondeos, desinformación y propaganda política 

Sin proponérselo, este razonamiento concuerda mucho con el del Maestro de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM,  Luis Ángel Hurtado Razo, autor de los libros “2006: El año del complot” y “2012: Reflexiones sobre el proceso electoral”.

En un ensayo titulado ¿Encuestas o propaganda? La estrategia política, elecciones 2012. (Razón y Palabra, vol. 18, núm. 87, julio–septiembre, 2014) del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Estado de México, subraya que el uso de las encuestas electorales, jugó un papel importante durante el pasado proceso electoral, al ser un factor de incidencia en la opinión pública de la sociedad mexicana.

En primer lugar, a través de los medios de comunicación “infundió la idea de que Enrique Peña Nieto debía ser el virtual candidato a la Presidencia por parte del Partido Revolucionario Institucional (PRI), para posteriormente posicionar no sólo la percepción, sino también la imagen, de que sería el ganador de la Presidencia de México, ya que, según las casas encuestadoras, fue el líder absoluto de todos los muestreos que se realizaron y no existía impedimento para que fuera vencido, ya que, como bien se dice, los números nunca mienten”.

El académico y periodista menciona que “el punto central estriba en que los sondeos de opinión fueron usados como propaganda política y formaron parte de la estrategia de campaña de la coalición que encabezaba Enrique Peña Nieto” y señala la gran incidencia de la propaganda en la opinión pública “y como ésta, a su vez, busca de manera principal influir en el sector de los indecisos en el caso del terreno electoral”.

“En el caso de EPN, su equipo claramente pretendió ganarse el voto de los indecisos quienes, generalmente constituyen el sector que por lo regular define los resultados en una elección”.

En http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=199531505026 Hurtado Razo explica claramente que “las encuestas electorales jugaron un papel importante durante y antes del proceso electoral. De hecho en él fue cuando más se usaron los sondeos de opinión para medir las preferencias electorales, aunque en esta justa electoral éstas fueron las que más discreparon del resultado final de la contienda electoral”.

Al citar datos del entonces Instituto Federal Electoral –hoy Instituto Nacional Electoral (INE)–, indica que del 12 de abril al 26 de mayo, se publicaron 680 encuestas “lo cual quiere decir que, desde otra perspectiva, se difundían los resultados de 14 encuestas diarias.

“Así, los ciudadanos experimentaron un bombardeo informativo–numérico inusual, el cual apuntaba siempre en el mismo sentido: «Enrique Peña Nieto es el puntero indiscutible y no hay nadie que pueda ganarle», explica el académico de la FCPyS/UNAM.

En su ensayo, señala que el 3 de junio de 2012, la consejera María Marván Laborde aseguró que las encuestas se habían convertido “en un elemento de propaganda y difusión de datos que no corresponden a la realidad y que los estudios de opinión son usados para decir mentiras; se están utilizando de manera mañosa».

Al cabo de 6 años, parece que nada ha cambiado. Hoy, empleando el mismo método utilizado por el PRI, las encuestas han sido utilizadas de forma muy astuta por el equipo de Andrés Manuel López Obrador como un eficaz elemento propagandístico. Los estrategas electorales morenistas han copiado muy bien la fórmula.

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