El mundo al revés; cisma en los medios de comunicación

Por Avelino Granados, periodista.

A lo largo de este sexenio que concluye la labor “informativa” de los medios de comunicación estuvo caracterizado por una franca libertad de expresión que, incluso, me atrevo a decir, rebasó los límites de la libertad.

De la mitad del período de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto en adelante, la mayoría de los comunicadores encontraron en la crítica gubernamental la manera de ganar adeptos por parte de la sociedad y ser aceptados por la población; es decir, elevar su rating. Criticar e incluso atacar al Presidente, a su partido y a su gobierno, fue lo más común en la mayoría de ellos.

Vieron que esa estrategia le había funcionado al entonces candidato Andrés Manuel López Obrador desde muchos años atrás. Criticar y atacar al gobierno en turno fue la mejor forma de lograr la aceptación social. Esa práctica se agudizó en el sexenio de Peña Nieto.

Tan es así que en algún momento y, de acuerdo a sus intereses también mediáticos, Andrés Manuel López Obrador al vislumbrar su posible triunfo electoral, llegó a decir en repetidas ocasiones que los medios de comunicación no tenían respeto a la figura presidencial y que trataban al Primer Mandatario como “el payaso de las cachetadas”, como diciendo: “ya bájenle, que en ese lugar voy a estar”.

 

Y pasó lo que pasó.

Ganó López Obrador y ese hecho logró también que los medios de comunicación y el virtual presidente de México vivan ahora una luna de miel, no obstante que antes de las elecciones intentaban mantener su línea editorial ya conocida. Ahora, tras la aplanadora de Morena y la estruendosa victoria de AMLO, la mayoría de los medios se han unido para lanzar loas y descubrir las virtudes del otrora candidato presidencial morenista que antes no vieron y que incluso reprobaron. Se prevé entonces un verdadero cisma en el qué hacer de los medios de comunicación.

Y en este tenor, me pregunto qué ocurrirá con los medios que se caracterizaron por criticar al gobierno en turno. Qué será de la revista Proceso, el periódico La Jornada y el espacio electrónico de Carmen Aristegui, cuyas líneas editoriales se caracterizan –o se caracterizaron- por ser los más críticos del sistema y del gobierno de Peña Nieto y, al mismo tiempo, los más fieles seguidores del proyecto de López Obrador.

¿Seguirán con su característica línea editorial o se convertirán en los medios oficiales del gobierno? ¿Se convertirá ahora La Jornada en aquel maravilloso periódico –en aquel entonces mi segunda Alma Máter- El Nacional? Y la más arriesgada pregunta: ¿la columna del periodista Ricardo Alemán se convertirá ahora en el “Astillero” de Julio Hernández López? Es pregunta.

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Foto: Tomada de Internet.

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