De Frente y de Perfil: Pobreza priista

Por Ramón Zurita Sahagún, periodista, director de la revista Personae.

Si un partido busca redimirse, mostrarse como una opción nueva y reinventarse con premura es el Revolucionario Institucional, que, de no hacerlo, tiende a desaparecer.
Es cierto que ya pasó por dos experiencias críticas y logró sobreponerse, pero ninguna como esta, donde no ganó un solo estado de nueve con gobiernos en juego y solamente en uno triunfó con sus candidatos a senadores y en seis más quedó en segundo lugar, pero sumamente relegado del primero.
La peor de ellas, la de 2006, quedó en tercer lugar en las preferencias presidenciales, pero con porcentaje superior al 20 por ciento, tuvo una bancada de senadores de casi 30 y 106 diputados federales.
En esta ocasión, los números son desastrosos y lo saben, la ciudadanía perdió la confianza en ellos, después de darles una segunda oportunidad, pero los resultados son decepcionantes.
Los abusos cometidos desde las esferas del poder público, la corrupción de varios de sus militantes y las inconsistencias del gobierno, aunado a los malos dirigentes y pésimos candidatos del partido, tiraron por la borda la intención de reconstruirlo.
Ahora, con el niño ahogado, quieren tapar el pozo, pero contando como grandes salvadores y estrategas a las mismas cartas que los llevaron al desastre.
Los coordinadores de las bancadas que tendrán en el Senado y Cámara de Diputados, serán Miguel Osorio y René Juárez, secretario y subsecretario de Gobernación, cuya actuación fue deficiente y todavía peor como dirigente nacional el segundo y coordinador de los candidatos al Senado el primero.
Como diputados y senadores van muchos de esos que lograron hundir al partido como la actual presidenta, Claudia Ruiz y el secretario general, Rubén Moreira, el ex titular de SEDESOL, Luis Miranda, Ricardo Aguilar, del círculo mexiquense y el ex dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa, entre otros.
Son los mismos que hundieron al PRI y ahora se presentan como salvadores del partido, ante la escasez de cuadros nuevos y para colmo de males, el dinero público será escaso.

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