La Base Aérea Militar No. 1 (Santa Lucía)

Por Enrique A. Guerrero Osuna, piloto aviador.

Antes de entrar en materia me permito hacer una respetuosa aclaración: Santa Lucía es la Base Aérea Militar No. 1 de la Fuerza Aérea Mexicana, no es una instalación del ejército. Ahora bien, una base aérea constituye un apoyo logístico a todas las operaciones aéreas militares de un país por lo que indiscutiblemente tiene un valor estratégico. Cuenta con varios servicios entre los que se pueden enunciar: Control de Tráfico Aéreo, Servicio de Sanidad, Servicio de Transmisiones, Servicio de rescate y extinción de incendios, Policía Militar, etcétera. Y entre sus instalaciones cuenta con pistas, plataformas, hangares, oficinas administrativas, torre de control, alojamientos, almacenaje de combustibles y lubricantes, depósitos de armamento y equipo, talleres de mantenimiento, etcétera.

La base aérea de Santa Lucía cumple esas funciones y lo viene haciendo desde hace mucho tiempo (desde los años 50as) sin que se haya presentado un solo problema de interferencia de tráficos entre los operadores del aeropuerto Benito Juárez y los vuelos militares. Más bien durante algunas emergencias los aviones civiles han utilizado la pista de Santa Lucía como una alternativa sin ningún problema. El tráfico de aviones militares que utilizan el espacio aéreo del Valle de México ha sido relativamente poco por lo que los conflictos han sido prácticamente nulos. Es decir, hasta aquí la convivencia ha sido tranquila y sin problemas entre ambas instalaciones. Hasta ahora, pero eso está cambiando.

Últimamente el tráfico de aeronaves militares se ha venido incrementando paulatinamente, empero, no al grado de constituir un problema, se habla por ejemplo que durante la aplicación del Plan DN-III (lo que eso signifique) los vuelos militares se incrementan notoriamente para prestar ayuda en el traslado de efectivos y carga humanitaria, pero solo es por periodos muy cortos. Incluso soy de la idea que es más conveniente utilizar las instalaciones del actual aeropuerto capitalino por la sencilla razón que Santa Lucia se encuentra a 46 kilómetros del centro de la ciudad, una considerable distancia si lo comparamos con el AICM (Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México) cuya cercanía es más práctica para el embarque y desembarque de pasajeros y mercancías, aunque no lo quiera ver así la SDN, incluso dentro del mismo aeropuerto se cuenta con instalaciones militares, independientemente del Hangar Presidencial.

La propuesta de construir dos pistas adicionales en Santa Lucía con una serie de edificios, etcétera., traería aparejado un incremento sustancial en el tráfico de aeronaves lo que a su vez va a redundar en conflictos en las trayectorias para el despegue y aterrizaje de dichas aeronaves, eso por un lado, y por el otro se encuentra la ineludible duplicidad de instalaciones, equipo y personal para las compañías que operen en esos aeropuertos, amén de las molestias para los pasajeros. Imaginémonos que alguien arriba al AICM y tiene que conectar otro vuelo en Santa Lucía, eso implicaría traslados estrafalarios en una de por si caótica situación vehicular con las consiguientes molestias, retrasos y gastos innecesarios. ¿Si ese problema no existe, para qué inventarlo?

Desde el punto de vista de los pilotos eso crearía aproximaciones y despegues con más riesgos innecesarios con el consiguiente aumento en el índice de potenciales conflictos. Otro sector afectado serían los controladores de tráfico aéreo, quienes verían muy limitadas las separaciones entre aeronaves entrando y saliendo de diferentes aeropuertos, eso sin mencionar el tiempo meteorológico al cual los pilotos debemos tenerle el mayor respeto. Para ellos (los controladores) eso sería un caos.

La idea descabellada de preguntar la opinión de todos y cada uno de los ciudadanos de este país acerca de qué es lo que queremos que se haga, si construir pistas en Santa Lucía o continuar con la construcción del nuevo aeropuerto, me parece una acción tan disparatada que yo la comparo con lo siguiente: ¿Qué pasaría si yo como comandante de un vuelo me paro y les pregunto a los pasajeros que si quieren continuar el vuelo o lo cancelamos? Obviamente se me va a venir encima un conflicto que no se va a poder resolver, a menos de que yo como responsable del vuelo tome una decisión y me conduzca en consecuencia, sin llevar a cabo ese ejercicio de supuesta democracia. Para eso le pagan al capitán, para que tome decisiones congruentes y sopesando todos los factores.

El presidente electo, en un afán de quedar bien convocó a una conferencia de prensa para tratar de explicar el problema, se firmó un documento que nadie le entendimos cuál fue el acuerdo, al final nos quedamos igual de confundidos. Me extraña de los personajes que intervinieron, nadie supo esclarecer nada, si así se van a seguir conduciendo, pobre país.

Adendum: Quisiera saber cuál va a ser el posible mecanismo de votación para resolver esta cuestión, espero sinceramente que en la sierra de Guerrero, de Puebla, de Oaxaca en las llanuras norteñas, en la selva lacandona, en las rancherías sudcalifornianas y en el Valle de Mexicali les interese lo que le vaya a pasar a ese aeropuerto en disputa, pero más que nada que sopesen todos los datos técnicos involucrados en un proyecto de esa magnitud. Una última cuestión: si nosotros los ciudadanos vamos a decidir ¿para qué gastar tantos millones de pesos en consultas a grupos de especialistas?, lo que ellos opinen o digan al gobierno entrante los va a tener sin cuidado, ya lo dijeron, alguien que me explique por favor.

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Fotos: Quadratín e Internet.

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