Comunicación o propaganda, ¿el dilema?

El modelo de comunicación del cambio verdadero deja claro que el manejo de la comunicación del Estado será unidireccional y centralizada, tal y como ocurrió en la campaña, con un solo eje, la imagen de ya saben quién.

En tanto que la relación con los medios de comunicación tendrá cambios importantes, ya que se espera que el gobierno reducirá el factor de dependencia y control tradicional, que no es otro que el dinero de la publicidad. Eso se espera, claro.

El escenario ideal es que ya no se usen los recursos públicos para premiar o castigar el desempeño de los medios de comunicación como siempre ha ocurrido. Aunque adicionalmente para la radio y la televisión la renovación de las concesiones es su pesadilla porque el gobierno tiene la última palabra.

También ha quedado claro que las oficinas de comunicación social se reducirán a su mínima expresión, desaparecerá la mayoría y acaso sobrevivirá una que otra oficina de contacto con su coordinación central. Y la información, bien gracias.

Además, la suerte de los ya de por si disminuidos medios de comunicación del Estado es incierta. En este último sexenio el presupuesto asignado a la radio, la televisión y su agencia de noticias estatales ha sido muy limitado, apenas para la sobrevivencia, lo que las deja en un alto grado de vulnerabilidad.

En esto no hay misterio, la mayor parte de los recursos que ha ejercido el gobierno federal para publicidad se han destinado a las campañas de televisión y la radio. Hay que decirlo, las estrategias de comunicación de los últimos tres sexenios han sido muy caras y fallidas, porque el gasto ha sido enorme y sólo ha beneficiado a unas cuantas empresas que en nada ayudaron a levantar de los suelos la imagen de sus clientes VIP.

Datos del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) en los últimos años el promedio anual de gastos del gobierno en publicidad supera los 5 mil millones de pesos, lo cual implica que en 2015, por ejemplo, el gasto diario en publicidad federal ascendió a 26.7 millones de pesos (leyó bien, por día). Aunque mucha publicidad se destina a programas de salud y sociales, otras cantidades fuertes están destinadas a mantener (aunque sea en el suelo) la imagen del presidente en turno.

Haga sus cuentas. La propuesta del presidente electo para reducir al 50 por ciento la publicidad oficial toma como punto de partida los 4 mil millones autorizados en el presupuesto 2018, lo que significa que en 2019 tendría el nuevo gobierno 2 mil millones de pesos para gastar en ese rubro. Lo cual es mala noticia para los medios que dependen de estos recursos. La realidad es que cada año se han rebasado los gastos del gobierno, tan solo en 2018 se estima que la administración de @EPN gastó más de 9 mil millones de pesos en publicidad. ¿Y todo para qué?, como dice la canción.

El recorte del 50 por ciento en el gasto de publicidad, la desaparición de las oficinas de prensa y la disposición de que no habrá publicidad, «poquito porque es bendito», es el argumento para centralizar la política de comunicación del Estado.

¿Cambios de paradigma?

El cambio de gobierno pinta para un mayor control de la información, lo cual se convertirá en un dolor de cabeza para el INAI.

Entre otros aspectos positivos en el cerrado modelo de comunicación del Estado que viene, es que los medios de comunicación tendrán que reinventarse no sólo ante el reto que les ofrece el acelerado desarrollo de las redes sociales, sino que muchos medios deberán buscar fuentes de financiamiento que consolide su autonomía frente al gobierno.

Por fortuna desde hace muchas décadas el periodismo en México está vivo y se ha desarrollado, a pesar del control gubernamental. El periodismo de investigación en otro de los niveles del ejercicio cotidiano de buscar la nota para los lectores, radioescuchas, televidentes o seguidores en redes. Con productos informativos de calidad, los medios pueden sobrevivir y lograr una mayor autonomía.

Los dineros del gobierno han servido para neutralizar y controlar a aquellos medios que han surgido como negocio, de esos todavía hay muchos. También se han usado para alimentar campañas negras de descalificación a la actividad profesional del periodismo mexicano.

Como en botica, hay de todo: medios a modo con una alta dependencia al dinero del gobierno y medios independientes que requieren del financiamiento público y privado para desarrollar sus actividades profesionales.

Ni existen los castillos de la pureza, tampoco es sano esperar que los periodistas se conviertan al periodismo militante ni que se porten bien, para estar bien con ya saben quién. Los reporteros no son comparsa ni aplaudidores, los periodistas tienen como principal herramienta la crítica para informar, sin concesiones.

Medios del sexenio

Como decimos, hay de todo como en botica. Nos referimos por supuesto a los medios que ayer estaban al borde de la insolvencia, su cercanía con ya saben quién les hizo el milagro, que el sol brille para ellos. Y no hablamos de Luismi.

Aunque no lo reconozcan los medios cercanos a ya saben quién podrían convertirse en los medios oficiales del sexenio. Nombres, nombres, nombres, reclamaba el maestro Monsivais. Ya saben a quienes nos referimos.

Pero eso no es todo, el anuncio de que José Gutiérrez Vivó y Carmen Aristegui vuelvan a los medios con ayuda de ya saben quién, es una mala señal porque les asigna un papel de compromiso innecesario.

Otros medios de partido como Regeneración, tendrán como los toreros su alternativa. El director de este periódico que era marginal, Jesús Ramírez, será el coordinador de toda la Comunicación Social del gobierno federal, nada más y nada menos.

El boom lo vivirán los estrategas y equipo desde donde se alimentaron “las benditas redes sociales”, uno de los éxitos de la campaña. En tanto, que si de TV y cine hablamos, habemus productores que tendrán el manejo de CEPROPIE, que dejará de depender de Gobernación para el control de Presidencial.

Incertidumbre

¿Qué va a ocurrir con las empresas de comunicación de Estado mexicano? Esta es una pregunta que se hacen los que trabajan en esos medios.

El sexenio de Peña Nieto, Calderón y Fox no se distinguieron por apoyar a los medios estatales, cada uno tuvo una firma que les hacía de todo, menos mejorar su imagen. Firmas caras pero patito.

El Instituto Mexicano de la Radio (IMER) cuenta con 17 emisoras terrestres, 10 estaciones permisionadas y 7 concesionadas, una emisora virtual y tres emisoras por canales digitales. Y sólo una redacción de noticias, Antena Radio. Las demás emisoras transmiten música y entretenimiento.

Por lo que toca a Notimex, la Agencia de Noticias del Estado Mexicano, acaba de cumplir 50 años el 20 de agosto y pese a los esfuerzos de su directiva para ponerla a tiempo con el desarrollo de las redes, profesionalizar a sus reporteros y mejorar su oferta informativa, el gobierno ha mostrado muy poco interés en su desarrollo, al nivel que ésta puede desaparecer en cualquier momento.

Otros medios dependen de secretarías como Radio Educación, fundada en 1924 a instancias de José Vasconcelos, está en el organigrama de la SEP, lo mismo que la Televisión Educativa, que ha sorteado con dignidad el olvido. Canal 22, fundado en 1982, depende de la Secretaría de Cultura. Canal 11 y TV UNAM son canales independientes. 

Ahora me explico

Ya sabemos que el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFET) tiene la atribución de ratificar o cancelar las concesiones de la radio y la televisión, pero la opinión de ya saben quién sin duda será crucial.

Y no es para menos, el 31 de diciembre del 2021 se vencen prácticamente todas las concesiones de Televisa, alrededor de 250, y de TV Azteca, unas 180, tal como quedó asentado en los cambios que se dieron con el llamado apagón analógicopor medio del cual se transitó a la televisión digital terrestre. El suegro de Emilio Azcárraga y Esteban Moctezuma enviado de Ricardo Salinas, se encargaron de encender las veladoras. ¿Se notó, verdad?

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Fotos: Tomadas de Internet.

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