«No caer en la provocación», pide Pardo Rebolledo a magistrados y jueces

*El diseño de  nuestra democracia descansa en el principio de la división de poderes.

*La sabiduría judicial ordena cordura para no caer en la tentación de hacer política.

*La mejor manera de defender nuestra autonomía es hacer de la mejor forma lo que nos compete

Aspectos del mensaje que dio el ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo durante la sesión solemne de los plenos de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo de la Judicatura Federal, en el juramento de nuevos magistrados federales y jueza de Distrito.

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La mejor defensa de los jueces es la prudencia y la dignificación de la tarea que tenemos encomendada, y en la reserva y discreción que imperan en nuestros actos, es necesario evitar caer en cualquier provocación derivada de la agresión y de la crítica, por más injustificada que ésta sea.

Es necesario demostrar que la judicatura mexicana sabe responder con dignidad a las exigencias sociales, por lo que es necesario apelar a la sabiduría judicial que dicta responder a cualquier crítica con más y mejores sentencias, que ordena cordura para evitar caer en la tentación de hacer política con nuestros pronunciamientos, y que obliga a los juzgadores a ser prudentes.

El diseño de nuestra democracia descansa en el principio de la división de poderes. Ningún poder se encuentra por encima ni por debajo del otro, y el equilibrio entre los tres poderes descansa en el absoluto respeto mutuo de sus respectivas competencias y facultades.

En cualquier caso, la autonomía e independencia judicial no pueden, de ninguna forma, servir de escudo o de pretexto para no brindar a la sociedad a la que servimos, los mejores estándares de servicio en la impartición de justicia.

El cambio debe partir del análisis serio, de la estrategia pensada, del diálogo y del compromiso mutuo, pero lo que no puede estar en juego es la independencia y la autonomía de los jueces.

El historiador griego Plutarco, en su tratado de “Obras morales y de costumbres”, denominado “Moralia” nos da cuenta de una importante costumbre de los reyes antiguos de Egipto, que era la de hacer que los jueces juraran que incluso si llegase a presentarse un caso en el que el mismo rey les ordenare fallar en un sentido determinado, los jueces no debían acatar una instrucción así y siempre fallar de manera justa.

En similar sentido, las antiguas cortes atenienses fortalecidas en independencia gracias a la naciente división de poderes establecida por el sabio Solón, de Atenas, impuso el juramento heléastico que los eruditos jueces debían pronunciar a cielo raso, y expuestos al sol, no sólo para respetar las leyes, sino también para juzgar con imparcialidad y sentido de justicia los casos, sin responder nunca en sus fallos ni al favor, ni a la enemistad.

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Quienes ejercemos la función jurisdiccional, estamos entonces obligados a ser ciudadanos ejemplares y a defender tanto como sea posible nuestra independencia judicial interna y externa, de tal forma que logremos ganar la confianza pública que es tan necesaria para la legitimación de nuestros fallos, pues esa confianza debe estar basada en que quienes son elegidos como jueces son los mejores no sólo por lo que saben o por su experiencia, sino por su desvinculación de cualquier posible compromiso o presión, sea política, económica o de cualquier otro tipo, pues el compromiso de los juzgadores, sólo y ante todo, debe ser con la ley, con la Constitución y los tratados internacionales.

Como afirmó el doctor Martin Luther King, existen muchas personas que sin buscar un titular en los periódicos o un espacio en la historia, hacen lo que les toca para defender los derechos civiles.

La mejor manera de defender nuestra autonomía e independencia, no es otra que hacer de la mejor forma lo que nos compete, y esto es impartir adecuadamente justicia pronta, completa e imparcial.

Imágenes tomadas de YouTube.

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