Los influencers gansito, llegan casi al paraíso

Dime cuántos bots te persiguen y te diré quién eres.

Un interesante estudio académico sobre el manejo de las redes sociales que detectó elementos de una operación de comunicación política dirigida, metió tanto ruido en el primer círculo del GobiernoMx que hubo una muy interesante respuesta oficial que nos lleva al punto de inicio, pese al inobjetable triunfo electoral de 2018 no ha finalizado la guerra por controlar la comunicación política en nuestro país.

Y decimos que caló hondo el estudio realizado por un equipo de investigación académico del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), pues detectó patrones en cuentas de las redes sociales identificadas con los Amlovers, pautas de una narrativa para la defensa al Jefe del Ejecutivo a través de nubes de ataques en contra de sus críticos.

Se trata de uno de los estudios más serios que se conozcan y que está centrado en la identificación del uso pautado de las redes sociales para operaciones políticas, que no son de generación espontánea.

El tema no es anecdótico pues mereció una inmediata respuesta tanto del presidente Andrés Manuel López Obrador y de su vocero en la que negaron que existan cuentas dedicadas a crear tendencias, algo así como “y yo por qué”.

En tres tuits el vocero @JesusRCuevas se desmarcó: “La comunicación ha sido directa con el pueblo y no hacemos uso de ´estrategias´ que no generan discusiones orgánicas”.

Otro tuit, “El GobiernoMx no promueve campañas sucias en las redes ni utiliza bots, ni contrata gente para organizar ataques contra personas o instituciones.”

Uno más: “Refrendamos nuestro rechazo a la manipulación informativa y a las campañas de odio. Promovamos el respeto a quienes piensan diferente”.

Esto es destacable, pero no había pasado mucho tiempo desde que el presidente descalificó el trabajo periodístico del Grupo Reforma, al que le colgó la etiqueta de ser un medio conservador. El diario respondió con un video de contraste entre los dichos del mandatario y las primeras planas del periódico, mano a mano que nunca se había visto en el país. Vaya ni para el guión de Pedro el bueno ni Pedro el malo, lo imaginaron.

En el día a día de la nueva administración la relación con los medios de comunicación no ha sido de las mejores. Y lo peor es que con el mismo rasero de la corrupción etiquetan a todos los medios y sus representantes.

Es en este contexto en que se realizó una singular reunión de blogueros en Palacio Nacional, autodefinidos como Youtubers de izquierda, los mismos que reconocieron ser parte de un “acuerdo” de la transformación y los que llevan la batuta del nuevo discurso de gobierno.

Por fin se conoció a una parte de los operadores de las redes sociales. Los blogueros Amlovers 100 por ciento chairos. Los microinfluencers, como se les conoce en el medio del marketing, hicieron un día de fiesta pues convocaron a sus seguidores para tomarse la foto.

Con todo respeto, diría un clásico, pero los Youtubers de la 4T llegaron como habría dicho Luis Spota casi al paraíso en el histórico Palacio Nacional donde se rieron a sus anchas de los medios convencionales, de la Prensa Fifí, a los que no bajaron de corruptos. “Nosotros no somos bots, no somos chayoteros”, presumieron.

Entre selfie y selfie los Youtubers se presentaron como los nuevos rostros de la información política en México, también como el contrapeso real de los medios tradicionales.

Es posible que esto explique en mucho el ambiente raro de las conferencias mañaneras. Cada vez hay menos respuestas a las preguntas de los reporteros profesionales, se les excluye, en cambio se escuchan barbarosidades (sic) como la ciudadana que comparó al Presidente con un corredor keniano y que preguntó si duerme en cámara hiperbárica. Lo de menos son los temas de interés nacionales.

Denme un delicioso like

Serán Youtubers de izquierda, comunicadores de moda de novedad, pero no abandonan el lenguaje neoliberal: “Denle un rico y delicioso like a la transmisión”. Porque sin el like no somos nada.

El fenómeno de la comunicación en estos tiempos merece de pacientes análisis que incluirán los enfoques que Humberto Eco ya identificaba con el boom de las redes sociales y la proliferación de verdaderas legiones de públicos manipulables.

Aunque no lo admitan, quienes concibieron la estructura de la comunicación en este nuevo sexenio consideraron una importante ruptura con los medios tradicionales para imponer su propia narrativa.

En la campaña la estrategia de sus redes sociales fue más efectiva para mantener a sus leales simpatizantes, que hacerlo a través de los medios convencionales.

Las benditas redes sociales se convirtieron en los medios de comunicación informales y los blogueros antisistémicos –antes de las elecciones- hoy son absolutamente sistémicos, gobiernistas, y por eso experimentan una extraña mutación entre estrellas de pop de petatiux y clones de Chumel o de Callo de Hacha.

La neta del planeta, habrían dicho los jóvenes de la Generación X, es que los fenómenos de la comunicación postmoderna tiene muchos capítulos que aún se están escribiendo, de ahí que las benditas redes sociales también puedan convertirse en malditas redes sociales.

Pero vea usted, una cosa son las redes en tiempos de las campañas políticas y otra cosa cuando son gobierno.

Redes con vida propia

Nadie es dueño absoluto del ánimo de las redes sociales. Lo que hoy es novedad mañana puede quedar reducido a la anécdota.

Y si no pregúntenle a Epigmenio Ibarra que vivió en carne propia un resultado distinto al que esperaba tras aplicar una encuesta vía Twitter. Sin duda esperaba resultados similares a los que arrojaron las empresas encuestadoras como el presidente mejor evaluado de los últimos tiempos, pero le resultaron fueron otros: 67 por ciento de desaprobación en los primeros 100 días de gobierno.

Las redes sociales son impredecibles y sobre todo si como se cree, las empresas dedicadas a mantener pautas, quedaron rebasadas por cibernautas que casi no interactuaban. Hoy la balanza se inclinó hacia otro lado.

La sorpresa aterró a Epigmenio y a sus amigos, y por alguna razón sospecharon de una doble manipulación; lo peor de esto fue el reclamo a Twitter de permitir resultados inéditos como el que nos ocupa. Las redes sociales son volubles, diría la tía.

La desconfianza

La política de comunicación del nuevo gobierno ha mostrado muchos claroscuros, pero lo que es un hecho es que desconfía de los medios de comunicación y de sus principales líderes de opinión.

A los medios de comunicación convencionales los considera parte de la mafia del poder. En la manera muy particular de gobernar a través de conferencias mañaneras, el trabajo profesional de los periodistas se va marginando.

Aunque no se reconozca, no hay tolerancia ni espacio para los que quieran mostrarse críticos e independientes. ¿Independientes de qué o de quién?, les echa en cara.

Que los medios de comunicación vivan fuera del presupuesto del gobierno no es malo, hasta es recomendable, el punto es el reconocimiento a la independencia y el trabajo profesional y crítico de los comunicadores. Eso también es democracia.

Ejemplos de embestidas contra medios de comunicación por parte de la actual administración todos los conocemos. Son los casos de Reforma Proceso, Etcétera. El más reciente golpe lo dieron contra Federico Berrueto.

Por lo que se ve no hay señales de que la relación con los medios supere esta etapa crítica. Baste asomarnos a la relación que mantiene el presidente Trump con los medios de comunicación del vecino país para darnos una idea de lo que ocurrirá en México, ni más ni menos.

En realidad la instancia que puede mantener el perfil de corrupción es el propio gobierno atacando, acusando y ridiculizando a medios y periodistas, pero apoyando con financiamiento a otros. O sea, lo mismo que cuestionan pero más barato. Denle like.

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