¿Cuáles son los puntos flacos del PND de la 4T?

El Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 está perfilado como una propuesta de gobierno desde la que se construirá la Cuarta Transformación (4T) del país, que enterrará al terrorífico periodo del “neoliberalismo” y dará paso a un modelo de “desarrollo sostenible”.

Sí, leyó bien, el cambio disruptivo de la 4T es desechar el modelo neoliberal y regresar a la etapa de la rectoría del Estado y del presidencialismo remaxterizado, más fuerte que nunca.

Para ello ofrece un soporte apoyado básicamente en una decena de programas sociales (marcadamente asistencialistas) y al menos otros cuatro considerados las grandes obras públicas del sexenio (Santa Lucía con cerro incluido, el Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas y la Zona Económica del Norte) pero que hacen casi inalcanzable la meta de lograr ya no digamos el 6 por ciento de crecimiento del PIB, consignado en el PND, ni siquiera el 4 por ciento promedio al que apuesta el jefe del Ejecutivo.

Al menos el documento entregado a la Cámara de Diputados admite que es “imposible y hasta disparatado” un retorno a la añorada estrategia del “desarrollo estabilizador”, pero considera que los 36 años de neoliberalismo simplemente han perpetuado la crisis y la pobreza de la mayoría de la población. Algo así como tres décadas y media perdidas.

Aunque se propone replantear la seguridad y las tareas del Ejército, con bombos y platillos promete reducir al 50 por ciento el índice de delitos, sobre todo los crímenes dolosos, así como desaparecer la actividad criminal organizada, en el fondo encontramos un texto lleno de buenas intenciones pero nada más.

El PND también asegura que al terminar el sexenio será casi inexistente la emigración de mexicanos al exterior por falta de empleo y oportunidades. Ah, pero no crea que la contención migratoria tiene como propósito resolverle a los Estados Unidos sus problemas… La verdad es que parece lo contrario.

Ojalá y nos equivoquemos. Pero vamos por partes.

Los datos oficiales que calificaron al arranque del actual sexenio como el “peor” desde la época de Ernesto Zedillo, opacaron la presentación del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024.

Revisado con calma, son muchos los puntos flacos de este documento, pues en los hechos el PND de la 4T es más bien un compendio de frases y dichos para toda ocasión, lo más parecido a un prontuario doctrinario que mezcla de manera muy particular los momentos dorados de la Reforma y la Revolución para endilgarle al neoliberalismo la responsabilidad de todos los males que lastiman a México.

Aunque es muy emotivo el discurso que inevitablemente cae en clichés setenteros como el de la “revolución de las conciencias”, la ruta a seguir en los próximos seis años no cuenta con indicadores de información que den viabilidad a cada propuesta y programa.

A ratos, la narrativa del PND de la 4T transita por terrenos resbaladizos. En la etapa neoliberal el lenguaje oficial fue sistemáticamente desvirtuado, reconoce el documento y explica: A la manipulación se le llamó solidaridad; al saqueo, rescate; la corrupción se convirtió en licitación o adjudicación directa y al encubrimiento, información reservada o protección de datos. Y conste que no tocamos el tema de la consulta popular.

Bajo la lupa ¿de quién?

Como nunca ha ocurrido en la historia de los planes de desarrollo, el PND de la 4T será sometido por primera vez a un ejercicio de deliberación parlamentaria y luego aprobado por la Cámara de Diputados. La reciente reforma constitucional a la Ley de Planeación –el año pasado- también ordena que cada año el PND debe ser evaluado para que sus objetivos no se pierdan en la inmensidad de la nada.

En virtud de que la mayoría en el Congreso corresponde al partido en el poder –como ocurría en la época del PRI- el PND de la 4T podría aprobarse sin debate de fondo. Lo cual sería una pena.

Como todos saben, la reforma que le confiere a la Cámara de Diputados –hoy bajo la presidencia de Porfirio Muñoz Ledo- la aprobación del PND de la 4T, fue propuesta por el constitucionalista queretano Enrique Burgos García, quien buscó acabar de una vez por todas con los usos y costumbres en la que los planes de desarrollo terminaban condenados al olvido.

Mucho ruido y…

Además de los consabidos programas de becas y más becas otorgadas a través de la Secretaría del Bienestar, la más importante de toda la estructura de gobierno, el PND enuncia exclusivamente los títulos de 44 programas que se elaborarán. Por algo se empieza, aunque nadie sabe cómo, cuándo ni dónde.

Pero además, sin menoscabo de la lista de los 44 programas enunciados, cada dependencia de la Administración Pública Federal elaborará sus programas sectoriales y las entidades paraestatales los propios. El punto es que uno se los tendrá que imaginar porque además de esta indicación no hay nada.

Pero que no baje el ánimo. Es importante hacer una lectura detallada del documento para medir el alcance de las propuestas de planeación, que pueden sintetizarse en las 100 acciones que el jefe del Ejecutivo presentó el día de su toma de posesión.

El PND de la 4T entregado a la Cámara de Diputados es un documento que parece repetir la frase de las redes sociales, “seré breve”, ya que el documento principal tiene 298 páginas y 64 la parte introductoria.

Si bien la línea discursiva es la misma que escuchamos en las mañaneras y que tiene un vínculo directo con la reciente época de las campañas, las metas son entusiastas y hasta para aplaudirlas.

Lo que a alguien olvidó fue incluir los fundamentos que darían certeza a cada meta, pero parece que es mucho pedir.

Tome nota.

En 2024 la delincuencia organizada estará reducida y en retirada.

Los homicidios dolosos, secuestros, robo de vehículos, robos a casas habitación, asalto en las calles y el transporte se reducirán en 50 por ciento en comparación con 2018.

Dejaremos de ser un vergonzoso referente internacional como la tierra de la violencia.

Los delitos de cuello blanco habrán desaparecido y la corrupción política y la impunidad quedarán reducidas a casos excepcionales.

Las Instituciones estarán al servicio de las necesidades del pueblo.

El principio de la separación de poderes y el respeto al Pacto federal serán la norma y no la excepción.

En lo comicios quedará demostrado con hechos que es posible, deseable y obligatorio respetar el sufragio, cumplir la legalidad democrática y sancionar las prácticas fraudulentas.

Bansefi se convertirá en el Bando del Bienestar.

Los capítulos del PND descansan en los principios de la honradez y la honestidad. Y el combate a la corrupción, claro. Estos principios tendrán la virtud de hacer crecer a la economía, dicen.

Y si revisamos el índice del PND de la 4T encontraremos que está recargado de frases de campaña como: No al gobierno rico con pueblo pobre; al margen de la ley nada, por encima de la ley, nadie; El mercado no sustituye al Estado; No dejar a nadie atrás; El respeto al derecho ajeno es la paz.

Llama la atención que en el apartado relativo a los cambios de paradigma en materia de inseguridad, se haga énfasis en que el Ejército y la Marina volverán a sus tareas constitucionales y que la Guardia Nacional –cuyas raíces son militares, tendrá a su cuidado la seguridad de los ciudadanos. Pero no hay claridad en la actuación del Estado y la Guardia Nacional frente a la violencia criminal.

En el PND no se aclara si la Guardia Nacional será una fuerza de observación o disuasiva que enfrente con el poder de las armas al crimen organizado. Y menos cuando se anuncia que no se perseguirá a las cabezas de los grupos criminales.

Y si en eso no hay claridad, vea usted. Un tema que no alcanza consenso suficiente pues se considera una trampa reeleccionista es el que se refiere a la revocación del mandato. El presidente ha dicho “n” veces que no pretende reelegirse, pero no le creen.

Otro aspecto de controversia es la reforma a la consulta popular. El problema es que ejercicios como el que echó por tierra el proyecto del Nuevo Aeropuerto en Texcoco, fue considerado como una «consulta gansito» y que ya le ha costado al país en términos económicos y de confianza de los inversionistas.

Es de dominio público que las consultas a mano alzada que el Presidente de la República da por buenas, se hacen sin considerar a núcleos de población importantes como es el caso de las comunidades indígenas y que se oponen a proyectos como la construcción del Tren Maya o la Termoeléctrica de Morelos.

El episodio más reciente tuvo que ver con la consulta que se dijo se hizo a poblaciones originarias cercanas a la base militar de Santa Lucía y que se dio un si inmediato al proyecto, la queja es que no se realizó.

El PND debe reconocerse como una herramienta para la planeación de la administración pública y dejar de verlo como un trámite engorroso de la burocracia. Sería muy saludable que este documento deje de ser, en términos coloquiales, rollero. Pues parece que si se cumplen o no los compromisos plasmados, no pasa nada.

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