El país de las cachetadas

Este análisis no incluye la declaración de guerra arancelaria de Trump a México, la avalancha de pronósticos negativos de la encuesta del Banco de México a los analistas financieros de empresas que pronostican la baja del PIB a 1.35 por ciento; tampoco la encuesta de Citibanamex que rebajó a 1.3 las expectativas del PIB para 2019; ni la decisión de Moodys de cambiar la calificación de Pemex de estable a negativa, tampoco el anuncio de Fitch Ratings que degradó la deuda de Pemex como bonos basura. La visita de la directora del FMI a México no detuvo la mala racha económica para México. Todo esto ocurrió en una semana.

De verdad que no es por molestar, pero las “cachetaditas” que le está propinando la economía a las expectativas de crecimiento del país nos remite a escenarios que nos indican que no todo anda tan “requetebién” como quisiéramos.

Por lo visto el único indicador que cerrará este año por arriba del 4 por ciento es la inflación.

Usted coincidirá en que no exageramos en decir que el panorama no es para hacer fiesta, pues ya llevamos al hilo cuatro ajustes a la baja en los pronósticos del PIB, tan solo en este año. Y un decrecimiento real en el primer trimestre del año.

El más reciente ajuste que hizo el Banxico (el 29 de mayo) bajó a rangos de entre 0.8 y 1.8 por ciento el crecimiento del PIB en México, lo cual bien podría considerarse como “otra cachetadita”, pero ya no escuchamos decirlo al empresario neoleonés Alfonso Romo.

El 7 de mayo fue memorable para Alfonso Romo, tuvo una muy mala tarde, pues además de las aclaraciones de que no había renunciado al gabinetazo, intentó suavizar el impacto mediático por el decrecimiento económico del primer trimestre y entre sonrisas dijo que fue una “cachetadita” a las expectativas de este gobierno.

Así no lo vio el Presidente y visiblemente molesto le dio un estate quieto a Romo: “la cachetada se la dimos a los corruptos». Zaz.

Nadie cree –dicen los expertos financieros- que podamos arañar siquiera el 2 por ciento del PIB este año, al contrario todo indica que “las cachetaditas” pueden seguir bajándonos los ánimos.

Como sea, el panorama está de la cachetada, dice la conseja popular.

Ya el propio jefe de la Oficina de la Presidencia ha reconocido que el apretón al gasto corriente ha sido muy fuerte, tanto que “a lo mejor se nos pasó la mano”. Y si no pregúntenle a los médicos, enfermeras y trabajadores del sector salud.

Seguramente a Romo le llegaron los datos correctos y no otros datos, pues por primera vez admite que las medidas de austeridad han afectado al sector productivo.

Y como después del trancazo viene la sobadita, Romo promete que para septiembre se abrirá la llave de recursos. Lo malo es que sería demasiado tarde para las expectativas de cerrar el año con indicadores medianamente altos.

Seguramente no llegaremos al extremo de entrar en una situación de recesión, como apuesta Romo, pero de las cachetadas no nos salva nadie.

Dinero bueno al malo

La situación no está para decir que vamos requetebién. Los proyectos estrella del presidente de la República, dicen los escépticos, son como echar dinero bueno al malo. Un desperdicio.

Los proyectos del aeropuerto en Santa Lucía, la construcción de la Refinería Dos Bocas y el Tren Maya van a salir más caros y en mucho mayor tiempo de lo que se quiere.

Por si fuera poco, la calificadora Moodys advierte que la decisión de que Pemex y la Secretaría de Energía se hagan cargo de la construcción de Dos Bocas, luego de declararse desierto el concurso por incosteable, le añadirá presión a las finanzas de Pemex, empresa que enfrenta la peor etapa económica de su historia, pues prácticamente es insolvente.

Pemex ya parece personaje de la serie The Walking Dead, dicen los chinchorreros.

La decisión de seguir adelante con Dos Bocas, al costo que sea, no es una señal positiva, pues Moodys alertó que esto tendrá un impacto en el perfil crediticio de México pues mina la confianza del mercado y conduce a una mayor depresión de las inversiones.

Ya todos saben que México no construye una refinería desde los setentas y existen más dudas que certezas de que el proyecto se complete.

El dinero se acaba

La cancelación de la construcción del Aeropuerto en Texcoco, la crisis de abasto en las gasolinas (por la estrategia anti huachicol); el bloqueo de transportes y las huelgas en el norte del país, tuvieron su impacto negativo en las finanzas, la inversión y la generación de empleos.

Eso se mostró en los resultados de los indicadores económicos del primer trimestre del año, con una desaceleración más pronunciada de la esperada.

Hoy la construcción del nuevo Aeropuerto de Santa Lucía, así como Dos Bocas y el Tren Maya están en la fase de estudios de proyecto y de impacto socioeconómico y ambiental, lo cual significa que tardará todavía la obra física, pero ya le cuesta al erario. Y le cuesta mucho.

Aunque no lo admitan, los recursos que hoy financian alegremente el reparto de dinero en efectivo a los distintos programas sociales del sexenio se están agotando, lo cual explicaría el apretón de cinturón en el gasto corriente que afectó principalmente al sector salud.

Esta semana Bloomberg Businessweek publicó un extenso reportaje en el que plantea que el dinero que necesita el gobierno para cumplir sus promesas, apoyar a Pemex en sus horas difíciles y no subir los impuestos, podrían obtenerlo de las empresas dedicadas a la economía digital como Amazon, Uber, Netflix y el SAT va ellas. ¿Será suficiente?

La realidad es que ya se nota que les falta dinero ¿Qué pasará cuando se agoten las fuentes? El panorama está de la cachetada, diría el clásico.

Crecer o no crecer

Parece que las cachetadas no nos van a dejar por un rato.

El Banco de México, que es la máxima autoridad en la materia, ajustó a 0.8 y 1.8 por ciento los rangos de crecimiento del PIB. Y que no se le pase a nadie que este es el cuarto ajuste a la baja en lo que van del año.

En lo que todos coinciden es que la desaceleración económica ha sido mayor a la esperada. Y puede agudizarse, sin duda.

Y si en 2019 creceremos por debajo del 1.5 por ciento en promedio, para 2020 tampoco podremos echar las campanas al vuelo. Con la pena pero no se ve como llegaremos al 4 por ciento de crecimiento en promedio.

Hemos dicho reiteradamente que ni yendo a misa, ni con festivales de oración en Bellas Artes podría hacerse el milagro.

La única posibilidad de lograr un crecimiento del 4 por ciento promedio en todo el sexenio es crecer en 2020 a no menos del  2.5 por ciento y en el último tramo a niveles del 4.5 por ciento cada año. Sólo así.

Aunque la tentación para algunos es seguir echándole la culpa a los gobiernos del pasado, ese discurso político ya se está agotando.

Ojalá y le hicieran caso al Banxico que desde ahora advierte: “tenemos un entorno marcadamente incierto para la actividad económica”.

Lavaderus est

1.- Comunicación o propaganda.

Para nadie ha pasado desapercibido es que lejos de contar con una política pública de comunicación social, parece que la actual administración ha puesto en operación un aparato de propaganda muy pero muy pasado de moda.

Llama mucho la atención que los propagandistas de Palacio estén colocando una suerte de “sanbenito” a los periodistas y medios de comunicación cuyo mensaje “dicho con todo respeto” es que todos son deshonestos, unos «hampones», lo curioso es que exhiben listas con contratos de publicidad que son legales.

En este episodio se ha incluido a comunicadores profesionales identificados con el proyecto y la campaña del hoy jefe del Ejecutivo.

Y en este golpeteo de propaganda negra está el video difundido en YouTube contra el personaje Brozo, por decir que “las mañaneras” son un montaje con reporteros a modo. Los enviados hicieron el ridículo.

Triste papel de quienes que han querido montarse en la ola como una señora que se da golpes de pecho y dice que vive pobremente en Polanco.

Le ayuda al país o al Presidente de la República este juego de las infamias. Definitivamente no. Pero tienen asesores expertos en campañas negras que cobran por eso.

Hoy lo importante, es saber cómo se está ejerciendo el presupuesto de la oficina de comunicación de la Presidencia de la República, estimado para este año en 4 mil millones de pesos, y a quién le están pagando.

Ojalá y perciban que la guerra fría sólo es referente para novelas y películas color sepia de otras épocas.

El periodismo libre y crítico es parte vital de todo país que se precie de ser democrático.

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