Dan vida artificial al Gran elector

Así empiezan, diría la abuela.

Ojalá y nos equivoquemos pero el Congreso de Baja California no sólo demostró que le valió un comino el respeto a la voluntad popular en las urnas, en realidad le dio vida artificial a un fenómeno político que creíamos enterrado en el basurero de la historia, el gran elector.

Lo peor es que las suspicacias apuntan a que hubo arreglos oscuros para ampliar la gestión del gobernador electo, Jaime Bonilla Valdez, y estas lo van a marcar por siempre. Aunque parece que eso no les importa.

Y metidos de lleno en el sospechosismo, muchos se preguntan de qué tamaño habrán sido los cañonazos que llevó a los diputados a dar su aval a una acción inconstitucional, una inmoralidad política. Es sospecha.

El estigma va más allá del partido que impulsó a Bonilla, Morena, pues lo inverosímil es que hoy este partido solo cuenta con tres diputados, mientras que los legisladores del PAN, la mayoría en el Congreso, así como el PRI, la segunda fuerza, hicieron el trabajo sucio.

Parece una broma de mal gusto, pero a las dirigencias nacionales del PAN y del PRI, Marko Cortés y Claudia Ruiz Massieu no les quedó de otra que salir a dar la cara y reconocer que su liderazgo vale un puñado de cacahuates, sobre todo entre los legisladores de sus bancadas en tierras peninsulares.

Aunque todavía falta que este escandaloso asunto se sancione ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, esto puede escalar incluso a nivel federal.

En notas periodísticas, la preocupación de la consejera Pamela San Martín es la sospecha de muchos otros analistas. Y mañana quién dice que no se les ocurra impulsar una iniciativa en el Congreso de la Unión para ampliar la duración del mandato del actual Presidente a 10 o 12 años. Zaz.

Siendo así, queda como tema menor lo de la revocación del mandato. ¿Qué no?

El precio del silencio

Como usted sabe, además de los 21 votos de los legisladores del Congreso en Baja California, tres de los cinco municipios avalaron la iniciativa que prolonga de dos a cinco años la gestión de Jaime Bonilla; los únicos que votaron en contra fueron Tijuana y Mexicali y los demás se fueron por la libre, literalmente.

En realidad la iniciativa aprobada ni siquiera fue objeto de debate, como para guardar las apariencias. Las crónicas de la sesión refieren que los diputados asumieron en silencio un acuerdo subterráneo, que parecía por encargo. El único que justificó en tribuna la iniciativa fue el diputado de Morena, Víctor Morán y nadie le replicó. En solitario un legislador del PAN anunció que votaría en contra pero no hubo un solo sufragio en contra, apenas uno fue fue anulado.

Vaya, ni siquiera el presidente del Congreso, Édgar Benjamín Gómez Macías, el priista que semanas antes había denunciado presiones para votar la iniciativa, esta vez se quedó calladito.

Salto hacia atrás

Baja California era una entidad modelo de la democracia mexicana.

Hace casi 30 años, en las elecciones de 1989, la entidad peninsular se convirtió en la primera del país que sería gobernada por un abanderado distinto al PRI, tras 59 años de hegemonía tricolor.

El triunfo de Ernesto Ruffo en la gubernatura de Baja California fue en realidad el parteaguas de la democracia mexicana moderna. Apenas en 1988 se habían realizado los controvertidos comicios reconocidos por la célebre “caída del sistema”, que marcó para siempre a Manuel Bartlett.

En aquellos años no existía el IFE y las elecciones eran organizadas y los votos contados por una Comisión Federal Electoral que dependía de la Secretaría de Gobernación y calificados por el Congreso convertido en Colegio Electoral.

En realidad los clavos al ataúd del “gran elector” comenzó a ponerlos la iniciativa de Jesús Reyes Heroles en 1977 cuando el sistema político se abrió lentamente a la pluralidad.

Fueron el desgaste del modelo político de gobierno del PRI y la presión ciudadana los factores que llevaron a crear en 1990 el Instituto Federal Electoral, que obtuvo su autonomía hasta 1994 y en 1997 José Woldenberg quedó al frente de este organismo.

El “Gran elector” era historia, al menos eso creíamos.

El agandalle

Jaime Bonilla es el ganador indiscutible de los recientes comicios en Baja California.

A pesar de la escasa participación de la sociedad pues el 70 por ciento de los ciudadanos no votaron. Y del 30 por ciento que sí acudió a las urnas, poco más de la mitad votaron por Bonilla.

Fue una elección de las conocidas como “zapato” pues los cinco ayuntamientos se pintaron con los colores de Morena, mientras que el nuevo Congreso que entrará en funciones en septiembre, la bancada de Morena será la primera fuerza. El PAN que tenía 13 escaños quedó con 2 y el PRI que presumía ser la segunda fuerza tendrá un solitario diputado. Y sorpréndase, la segunda fuerza hoy la tiene el PT.

Bonilla saltó rápidamente de ex súper coordinador para los programas sociales de Andrés Manuel López Obrador, a candidato y luego gobernador.

La verdad es que si Bonilla hace un gran trabajo como gobierno en Baja California, no necesitaría de maniobras como la de extender su mandato de manera artificial y bajo sospecha.

Lo malo es que no se ve que a Jaime Bonilla le incomodara que el Congreso, mandara al diablo a las instituciones y le diera un regalote por el que los ciudadanos no votaron.

Los focos rojos

La legalidad podría valer un sorbete si nos descuidamos.

El tema no es menor y tampoco puede pasar de largo como si no ocurriera nada. Sobre todo porque se trata de una acción de inconstitucionalidad en la que sus protagonistas forman parte de la 4T.

Por eso destacaron las opiniones del michoacano Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien en su cuenta de Twitter advirtió:

“El Congreso de Baja California vulneró el orden republicano y democrático. Ofende la inteligencia, cae en la ilegalidad y pierde total legitimidad.”

Si bien el PAN y PRI están dispuestos a expulsar de sus filas a sus legisladores en el Congreso de BC, en mes y medio entregan y se van.

En lo que tiene razón el consejero Marco Antonio Baños es que son “argumentos impresentables” para hacer un cambio a modo de la ley.

“Dicen que el pueblo de BC está pidiendo que se amplíe el plazo del gobierno, pero no vemos a ese pueblo que lo haga.”

El gobernador Kiko de la Vega asegura que no publicará la reforma aprobada por el Congreso en el Diario Oficial. ¿Serviría de algo?

La ley de Herodes

Sin exagerar, podemos decir que andan zopiloteando a la democracia, que tanto trabajo ha costado construir en las últimas décadas.

En las redes sociales fue muy socorrido el recuerdo de las imágenes y el guión de la película La Ley de Herodes. Dicen que el de BC parece un guión actualizado de esa historia.

En este caso escandaloso y conocido como la resurrección del Gran elector, estarán a prueba tanto la Suprema Corte como el TEPJF, así como el acatamiento que se haga a las resoluciones.

De lo que no hay duda es el golpe bajo a las reglas democráticas electorales, cuya principal función es darle certeza a las elecciones como garantía de respeto a la voluntad popular.

Lo malo es que parece que lo que no quieren ahora son elecciones, argumentando que son muy costosas, y entonces el Gran elector parece en la escena.

El calendario electoral de 2021 consideraba la realización de votaciones concurrentes para gobernador en 14 entidades del país, entre ellas Baja California.

Si BC se niega a respetar las reformas de 2014, el precedente será catastrófico, pues minará la razón de ser de las autoridades electorales.

Será la imposición del Gran elector.

¿Es el fin de las elecciones? Volveremos a la etapa de las decisiones a mano alzada, que alguien decida por los demás, porque el pueblo así lo quiere. Da terror solo pensarlo.

Más allá de todos los adjetivos que han descalificado a los integrantes del Congreso de BC, lo grave es la inmoralidad de esta acción pues se resume en que le vieron la cara a los electores.

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