Tec&Com | Comunicación y Educación para la salud

Por J. Alfredo. P. Ponce, especialista en Comunicación Estratégica.

Twitter: @japponce

México ocupa el segundo lugar en obesidad a nivel mundial y de manera particular, el primer lugar de obesidad infantil, siendo un problema de salud pública debido a su magnitud y trascendencia.

No obstante, algo se mueve en la 4T en materia de salud pública que se espera reduzca los indicadores que nos ubican como uno de los principales generadores de diabéticos e hipertensos del mundo.

Hace unos días el presidente Andrés Manuel López Obrador pidió a la sociedad no dejarse llevar por la publicidad de refrescos y comida chatarra, por lo que anunció una campaña nacional de medios masivos para la nutrición.

Los medios tendrán que orientar en campañas, los tiempos oficiales se utilizarán para orientar en nutrición, sentenció.

Atribuyó a los consumos masivos y frecuentes de estos productos el aumento de las enfermedades crónico degenerativas, como la diabetes y la hipertensión, en niños y adultos.

La influencia y responsabilidad de los medios de comunicación en las opiniones, actitudes y conductas públicas asociadas a estos padecimientos, se ha puesto en evidencia, tanto en la posición del presidente como en diversos estudios que lo confirman.

Tamaño del reto

Según datos del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), obtenidos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2010, en el 60 por ciento de los hogares mexicanos se consume refresco.

En ese mismo año, la Revista del Consumidor de la Procuraduría Federal del Consumidor refirió que un mexicano consume anualmente casi 160 litros de refresco, lo que equivale a poco menos de medio litro al día.

En México, el consumo bebidas azucaradas es el más alto a nivel mundial y se considera que podría ser uno de los factores más fuertemente asociados a la prevalencia del sobrepeso y la obesidad que existe en el país.

En el año 2000, la Encuesta Nacional de Salud encontró una prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad del 61.8% y para el año 2012 la prevalencia fue del 71.3%. Son diversos los factores que influyen en el desarrollo de la obesidad, en México destacan: la inseguridad alimentaria, la falta de actividad física y el consumo de bebidas azucaradas.

El problema no queda ahí. El Informe de Nutrición Mundial 2017 reporta que en México 5% de los niños menores de cinco años tienen sobrepeso, pero este porcentaje aumenta al 64% y 65% en hombres y mujeres adultos respectivamente. Casi un tercio (32%) de las mujeres están clasificadas como obesas.

Otra campaña

El gobierno de México ha pretendido en el pasado, con altas y bajas, concientizar a la población para cuidar su salud y prevenir enfermedades relacionadas con la alimentación.

Algunas de las campañas recientes de educación para la salud, en favor de la nutrición y que promueven estilos de vida saludables, fracasaron notablemente en su objetivo de evitar el crecimiento de la obesidad y de enfermedades crónico degenerativas.

En el 2009 el Gobierno Federal puso en marcha el programa “5 Pasos”. La estrategia fue básicamente de comunicación y consistió en enviar mensajes a la población sobre la realización de actividades simples que contribuyen a mejorar la calidad de vida: muévete, toma agua, come verduras y frutas, mídete y comparte.

En 2014 se lanzó la campaña “Chécate, Mídete y Muévete”, que llegó a más de la mitad de la población mexicana y aunque logró una respuesta favorable no tuvo el impacto suficiente para reducir los indicadores que hoy nos alertan.

Qué hacer

Aunque en el pasado se han realizado esfuerzos comunicativos con el propósito reducir esta clase de epidemias, de acuerdo con especialistas la campaña de hoy deberían concentrarse principalmente en:

  • Informar en el etiquetado la cantidad máxima de azúcar que debería consumirse.
  • Informar sobre la importancia de disminuir el consumo de grasas y azúcares en bebidas.
  • Enfatizar los beneficios del consumo de agua simple potable.
  • Promover iniciativas de reformas al marco jurídico y la generación o modificación de normas oficiales que obliguen a la industria refresquera y de alimentos a generar productos verdaderamente nutritivos, reduciendo su contenido de azúcares, sodio y grasas.
  • Limitar la excesiva publicidad de productos de alto riesgo para la salud de la población.

La agenda post-2015 y los Objetivos de Desarrollo Sustentable se refieren a la comunicación como una herramienta poderosa para promover el desarrollo social inclusivo.

Dada la dimensión del problema, podría estimar que la obesidad en México no disminuirá significativamente en los próximos años. Falta mucho por hacer y ya no alcanza con el voluntarismo presidencial.

Se necesitan campañas más intensas y con mayor impacto, establecer plataformas de comunicación y participación que involucren a los diferentes sectores, basadas en una normativa legal que permita la operación y cumplimiento de las acciones. Ojalá así sea, eso sí, por el bien de todos.

Fotos tomadas de Internet (Revista y Fundación UNAM).

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