2020, ¿la ilusión perdida?

En los albores y al principio de este milenio, académicos, especialistas en prospectiva, servidores públicos comprometidos y preocupados por el devenir de la sociedad en el corto y mediano plazos, dedicaron muchas horas de estudio y reflexión para imaginarse un país con la visión 2020.

El desafío era articular un escenario ideal de país, y para lograrlo se analizaron palmo a palmo las diferentes etapas de desarrollo mexicano y su proyección hacia un futuro, un mejor futuro que todos esperábamos.

La noticia es que el futuro nos alcanzó, el 2020 ya lo tenemos enfrente ¿y entonces…?

Desde que inició la alternancia en el poder uno de las prioridades era precisamente la de contar con una visión 2020 que catapultara el potencial competitivo de nuestro país. Sucede que a principios del año 2000 nuestra posición mundial era el lugar 32 y llegó a caer al nada presumible lugar 55. Las mediciones más recientes en la competitividad internacional nos sitúan en el lugar 36, lo cual muestra que no hemos avanzado gran cosa.

Y claro hoy seguimos escuchando que algún día seremos un país de clase mundial con el nivel de Noruega, Suiza, Suecia, Finlandia. Como diría Chava Flores, “soñar no cuesta nada”.

La pérdida de competitividad implica que el país deja de ser atractivo para las inversiones nacional y extranjeras. Y cuáles son los elementos que no nos ayudan: los altibajos en el Estado de Derecho causado por la corrupción, la impunidad y porque las políticas públicas son desechables. Pero lo más importante, la inseguridad y la violencia que no se ve para cuándo puedan abatirse. Amén de los factores internacionales que llevan la batuta en la desaceleración económica y los riesgos de recesión.

Hace veinte años se hicieron esfuerzos muy importantes para encontrar respuestas a los desafíos del cabalístico 2020. Y hoy que estamos a las puertas de este, es buen momento para reflexionar que los responsables de lograr el desarrollo, los que ya se fueron y los que están al frente, le han quedado a deber a este país.

Es buen momento para formularnos algunas preguntas. ¿Cómo estamos hoy, luego de que se dinamitaron reformas estructurales como la educativa, la energética, la de telecomunicaciones? ¿Dónde está la 4T y cuáles son las consecuencias de la estrategia disruptiva?

El desafío 2020

Las votaciones federales recientes no sólo sorprendieron por la contundencia y volumen que determinaron una tercera alternancia en la historia reciente del país, de ese mismo tamaño es la expectativa de una sociedad que no ve claridad en el presente y mantiene la incertidumbre en el futuro.

En encuestas a empresarios, expertos financieros y otros especialistas económicos, se identifican como limitantes para el desarrollo de la actividad económica a la inseguridad, la corrupción y la impunidad, así como la incertidumbre en el Estado de Derecho.

Ante el desmantelamiento de las principales reformas estructurales de los últimos años (en educación, energía y telecomunicaciones), el desafío es evitar que la falta de planeación y la apuesta a proyectos poco viables se conviertan en una lastres que nos alejen del desarrollo anhelado.

Los compromisos de combatir la corrupción, pero sobre todo abatir la violencia y la inseguridad, siguen siendo las asignaturas pendientes. Por ahora las expectativas del promisorio 2020, quedaron atrapadas en la retórica de la ilusión perdida.

Tarjetazos de la politóloga Melita Peláez.

1.- ¿Y la informalidad, don Manuel?

Otro de los grandes pendientes es la precariedad laboral. Los datos más recientes del Inegi muestran que el 56.3 por ciento del total de la población ocupada, es decir, 30.9 millones de personas vive en la informalidad laboral, con el desfase fiscal que ello supone.  

Actualmente la Población Económicamente Activa (PEA) se estima en 57 millones de personas, mientras que la tasa de desempleo ronda el 3.5 por ciento, es decir que 2 millones de personas están desempleadas.

Las reformas laborales no han logrado resolver otros problemas como otros que están a la vista, el de la subocupación que tiene que ver con alrededor de 4.2 millones de mexicanos que tienen necesidad de ofertar más tiempo de trabajo de lo que su ocupación actual les permite. Otro aspecto es el de la subcontratación poco regulada y que cubre al 12 por ciento de la población ocupada.

El punto de conflicto es que en lugar de que se busquen mecanismos para hacer crecer la base gravable, la carga fiscal permanece sobre los mismos causantes cautivos de siempre.

Los nuevos becarios constituyen un segmento difuso, pues no se sabe cuántos de ellos quedarán contratados el próximo año y mientras, no pagan impuestos. ¿Cuántos de ellos seguirán condenados al mercado informal? Por ahora no se ve que las cosas vayan a cambiar.

2.- Dicen que Manuel Bartlett Díaz anda feliz, feliz, feliz, porque con eso de los apagones en el sureste y en Baja California Sur, todo mundo lo busca.

Aunque parece que no le han aclarado que no es precisamente para saludarlo.

3.- Por cierto que el súper delegado sudcaliforniano, Víctor Castro Cosío, quien parece que anda de campaña para el 2021 pues se cuelga de lo que otros hacen, confirmó lo que ya había anunciado la CFE que ya llegó el generador auxiliar ante las fallas en el servicio eléctrico en la entidad.

Peeeeero ojo, admitió que no puede garantizar ni dar una certeza al 100 por ciento de que la problemática quedaría resuelta. “Hacemos lo que podemos”, dijo y alguien preguntó ¿hacemos, kimosabi?

4.- La alcaldesa de Los Cabos, Armida Castro Guzmán anunció con bombos y platillos la instalación de 423 postes de luz, 316 transformadores y 484 luminarias en aquel municipio turístico, refiere un despacho de AnálisisPeriodísticosBCS.Com.  Qué bueno, lo único que falta es la luz.

5.- El Arte Rupestre de Arroyo Seco, Guanajuato, llega al Museo Nacional de Antropología.

Este miércoles 28 de agosto se presentará el libro LA MEMORIA DE LOS ANCESTROS. Se trata de una apasionante investigación del arte rupestre de Arroyo Seco, Guanajuato, desarrollada por los arqueólogos Carlos Viramontes Anzures y Luz María Flores Morales.

El trabajo publicado por Ediciones La Rana, del Instituto Estatal de Cultura, obtuvo el Premio INAH “Alfonso Caso” 2018 a la mejor investigación en el área de arqueología y destaca que el arte rupestre en la región nororiente de Guanajuato fue una práctica ancestral que perduró durante varios milenios y forma parte del patrimonio cultural de los mexicanos.

El evento se llevará a cabo a las 19:00 horas, en el Auditorio Fray Bernardino de Sahagún, del Museo Nacional de Antropología y acompañarán a los autores el director del INAH, Diego Prieto y el representante del gobierno de Guanajuato en la Ciudad de México, Luis Felipe Bravo Mena.

Foto: Fragmento de la obra de Siqueiros en el Poliforum Cultural.

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