Jaime Bonilla y la carcajada del gato, la Corte a prueba otra vez

Por José Luis Camacho Acevedo, periodista las 24 horas del día, incluidos sábados, domingos y días feriados.

AEInoticias.com.- “La Carcajada del Gato” es una novela de Luis Spota, en la que narra la locura de un personaje que trata de aislar del infierno tan temido de un mundanal prevalente lleno de perversiones, a sus familiares y los encierra en su casona ubicada en lo que parece ser el centro histórico de la CDMX.

El gobernador electo de Baja California, Jaime Bonilla, trata de aislar la voluntad popular de los electores de su entidad separando del contexto legal en materia electoral del país a sus electores.

Bonilla realiza una mascarada de elección o consulta, que de ninguna manera tiene carácter vinculante, en la que con un abstencionismo cercano al 95% del padrón del estado fronterizo, declara que sus potenciales gobernados votaron a favor de que su mandato sea por un periodo de cinco años y no de dos como señalaba la convocatoria expedida por las autoridades electorales para renovar el poder ejecutivo.

El Comité Ejecutivo Nacional del PAN se ha manifestado en el sentido de que la “consulta Bonilla” es una completa ilegalidad.

Bonilla al conocer la postura en contra de sus ambiciones del Instituto Nacional Electoral, replicó con su estilo de bravucón del viejo oeste, que el INE no es el dueño de la democracia.

¿Entonces el dueño de la democracia es Bonilla?

La simulación de la consulta Bonilla será finalmente juzgada por la Suprema Corte, faltando aún el paso del proceso que implica la publicación de la decisión del congreso local de ampliar el mandato del secuestrador de la democracia de dos a cinco años.

Las preguntas que se hacen en las redes sociales variadas y en su mayoría condenatorias a la burda y déspota pretensión de Bonilla.

El barbaján de Bonilla recibió una constancia de mayoría de los comicios que ganó en julio del 2018 donde se especifica que es POR DOS AÑOS.

Pero él quiere que sea de cinco años porque según declaraciones del mismo dictadorzuelo, quien al parecer solo piensa en el dinero, “se gasta lo mismo en una campaña de dos años que en una de cinco”.

¿Quién financió la consulta ilícita de Bonilla, que fue un fracaso en tanto que la ciudadanía bajacaliforniana no la tomó en cuenta como un ejercicio legal y respetuoso de la voluntad popular?

¿Bonilla está jugando con los tiempos para que se publique en el diario oficial del estado la decisión del Congreso Local de ampliar el término de su mandato toda vez que la toma de posesión es en el inicio del inminente mes de noviembre?

¿Por qué dejar que, en caso de ser impugnada la ilegal ampliación del mandato que ejercería el salvaje de Bonilla, se llegue hasta la Suprema Corte de Justicia si los tribunales electorales tienen la personalidad necesaria para pronunciarse sobre el controvertido deseo del gobernador electo?

Bonilla pretende aislar a Baja California del contexto de legalidad electoral al burlarse de todo el marco normativo al proclamarse con una falsa moral democrática como un dictador o cacique de perfiles tan autoritarios que a su lado Gonzalo N. Santos parecería apenas un Boy Scout.

De ganar Bonilla secuestraría a sus habitantes, como lo hizo con su familia el personaje de la “Carcajada del Gato”, a una especie de asilo totalmente contrario al principio que da origen en México a la Unión de los Estados Unidos.

¿Hasta dónde lo dejarán llegar las autoridades electorales en un desenfreno lleno de ambiciones y arbitrariedades?

Y lo malo es que parece es que con estos bueyes tendremos que arar por un buen rato.


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