¿Está la Seguridad Nacional de México bajo amenaza?

Por Gerardo René Herrera Huizar, especialista en Comunicación Estratégica y Seguridad.

La circunstancia por la que atraviesa México ha generado la inquietud de si el momento presente es una amenaza o un riesgo para la Seguridad Nacional como se ha considerado, de manera indistinta, en algunos espacios mediáticos y en discusiones académicas.

La respuesta queda en el aire, cada quién tiene su interpretación, cada quién su idea de lo que ese concepto abstracto y ampliamente cuestionado significa para el Estado mexicano.

La razón es muy simple en realidad. Teórica y metodológicamente es muy difícil ubicar, para su análisis e interpretación como objeto de estudio, una situación dada en un entorno indefinido, que ha venido transformándose caprichosamente con cada cambio político, sin lograr establecer un marco teórico y un andamiaje jurídico, organizacional y funcional sólido, que le dé, al menos conceptualmente, un rumbo operativo.

Desde el surgimiento del término, asociado a las condiciones geopolíticas del fin de la Segunda Guerra, cada Estado se fue apropiando de él en su doctrina, específicamente militar o de defensa, de acuerdo con sus particulares circunstancias, objetivos, intereses, ideologías, en lo interno y en lo externo, según su alineación al bloque rojo, al azul o al gris (países no alineados). Generando sus propias y maleables concepciones de lo que ello significaba y, desde luego, para qué servía. No necesariamente a la Nación o al Estado, sino, regularmente, al gobierno respectivo.

México no escapó a la moda. En los institutos de altos estudios militares creados a partir de la década de los 70, el abordaje de la Seguridad Nacional cobró auge y el afluente conceptual corrió tan generoso como disperso, influido determinantemente por la doctrina norteamericana, focalizada en el helado conflicto entre la OTAN y el Pacto de Varsovia.

Asimilado el término, en nuestras escuelas, cada gobierno, en sus respectivos planes de desarrollo, le fue dando un espacio, pequeño, pero al fin un espacio, más por retórica que por convicción, ubicando el tema entre sus páginas, sin mayor seguimiento ni definición exhaustiva.

Aparecieron a la zaga, los expertos y los influencers, generando espacios académicos y mediáticos en torno al tema. “Los chamanes de la S/N” incursionando en las nuevas realidades impulsaron estudios formales, pretendiendo una comprensión mucho más universal de los entornos complejos en que se desenvuelve la sociedad actual, incorporando factores mucho más amplios y de más envergadura que los temas bélicos, tales como los ámbitos financiero, comercial, medio ambiental, la salud y el desarrollo tecnológico.

 Los antagonismos, las amenazas, los riesgos y vulnerabilidades a que se enfrenta una Nación, pasan por un cedazo muy fino de observación permanente, que involucra los desafíos coyunturales a la sociedad global, que habrán de ser asumidos regional y localmente, simplemente porque la tecnología nos ha subyugado y nos impactará a pesar del aislamiento y la distancia.

El panorama que vive actualmente México con el catalizador dramático de la pandemia, con la cantidad de contagios y defunciones en aumento, con el desempleo a todo vapor, ante conflictos políticos, la economía en descenso, la Administración Pública desorbitada, el crimen organizado y desorganizado actuando violenta y libremente, ocupando territorios y consolidando su poder real, la corrupción incontenible, con un ambiente de abierta inconformidad social y desafíos al gobierno, es de alta complejidad, con evidentes riesgos a la estabilidad del Estado en su conjunto.

Es claro y patente que enfrentamos antagonismos que se oponen al intercambio social armónico. La vida de las personas está en grave riesgo. La inseguridad campea y la expectativa es pavorosamente incierta.

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