Tec&Com2020 // Etiquetado, información y nutrición

Por José Alfredo Pulido Ponce, especialista en Comunicación Estratégica @japponce

En México padecemos otra pandemia, aún más cruel y prolongada que el Covid-19.

Es la pandemia que deteriora la vida lentamente y mata a millones de mexicanos por el abandono del poder político, el abuso del mercado y la expansión del consumismo. Es la pandemia de la obesidad y las enfermedades no transmisibles como el cáncer, la diabetes, la hipertensión y el tabaquismo.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018, en México las enfermedades crónico degenerativas ya son responsables del 50 por ciento de los decesos a escala nacional.

El Gobierno ha justificado que el alto porcentaje de letalidad del 10 por ciento de la pandemia, con más de 70 mil muertos, se da por el hecho de que México es el segundo país con más obesidad y sobrepeso en el mundo, por el gran consumo de alimentos procesados.

Sin embargo, esas mismas autoridades y políticos no siempre asumen la responsabilidad y son nada autocríticos de un modelo de educación en salud y medicina preventiva deficiente, que permite y tolera durante décadas el aumento progresivo de esa pandemia.

La articulación de políticas públicas eficaces y el atender los intereses privados por encima de los públicos, son dos de las causas que han inhibido el desarrollo de estrategias integrales de salud.

Causas y efectos

Son diversas las conductas sociales que fomentan la expansión acelerada de estas enfermedades: ingerir alimentos poco saludables con alto contenido calórico, azúcar, grasas, grasas trans, sal, entre otros.

Estudios oficiales concluyen que alrededor del 10% de los ingresos familiares se gastan en refrescos, bebidas azucaradas y alimentos con alta densidad calórica; el 70% de los niños que viven en comunidades rurales consumen refrescos con el desayuno; y estos alimentos y bebidas no saludables son empujados por la industria al gastar millones de dólares en mercadotecnia y publicidad agresiva.

La industria de alimentos y bebidas desempeña un papel fundamental en la creciente carga de enfermedades. Con frecuencia, socavan la regulación de etiquetado de advertencia al financiar y publicitar investigaciones sesgadas, establecer grupos de expertos fachada que defienden técnicamente y recomiendan sus productos y llevar a cabo litigios costosos y onerosos en contra de instituciones y sociedad.

Derecho y salud

El Estado mexicano está obligado a proteger el derecho a la salud y regular las actividades de las industrias de alimentos y bebidas para asegurar que transmitan información precisa, fácilmente entendible, transparente y comprensible sobre sus productos.

Una solución que se ha impulsado desde el poder legislativo es la adopción del etiquetado frontal de advertencia en alimentos y bebidas no saludables, una de las regulaciones más efectivas que se han implementado a nivel global.

Lo importante con esta medida es que se proporcione información clara y precisa que permita a las personas tomar decisiones para conservar su salud. Que los consumidores informados modifiquen sus compras de alimentos y se centren en aquellos que tengan menos sellos de advertencia y en consecuencia con menos daño a la salud.

Aunque la industria de alimentos y bebidas ha amenazado a gobiernos para bloquear, debilitar y retrasar la entrada en vigor del etiquetado, México tiene el derecho soberano de implementar las etiquetas por razones de salud pública. Por ello, debe celebrarse que este primero de octubre entre en vigor la nueva norma que, sin duda, ayudará a mejorar la nutrición y prevenir enfermedades de muchos mexicanos.

Sin embargo, deberá de estudiarse con cuidado el comportamiento de la industria de la chatarra en los medios y redes sociales, websites y videojuegos, hueco legal para seguir promocionando con estrategias ingeniosas su exceso de calorías, sodio y azúcar.

En un mundo en transformación como efecto pospandemia, el consumo de alimentos y bebidas también habrá de modificarse, cambiar reglas que lo hagan más saludable y sobre todo que mejoren la salud futura de los consumidores por venir. En materia de información y salud deberá prevalecer la honestidad y el rigor. El margen entre la vida y la muerte de muchas personas depende de su calidad y transparencia.

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