El arresto del General Cienfuegos

NOTA: El 21 de octubre de este año el doctor Armando Román Zozaya publico este texto en el blog El Rincón del Chamán, poco tiempo después de que se conociera la noticia de la detención del General Salvador Cienfuegos por las autoridades antidrogas de Estados Unidos. Casi un mes después se conoció la decisión de la fiscalía estadounidense de retirarle los cargos que llevaron a su detención, mientras que en México el canciller Marcelo Ebrard anunció que el retorno del General Cienfuegos a su país será como hombre libre. Vale la pena releer el texto del doctor Zozaya.

Por Dr. Armando Román Zozaya, analista.

Como es ya bien sabido, hace unos días, el General de División, Salvador Cienfuegos, Secretario de la Defensa Nacional durante la presidencia de Enrique Peña Nieto (2012-2018), fue arrestado en Estados Unidos acusado de narcotráfico y lavado de dinero. En este texto, ofrezco algunas reflexiones al respecto.

1. ¿Red de corrupción en torno al General Cienfuegos?

Si el General es culpable de lo que se le acusa, es muy difícil, de verdad que muy pero muy difícil, que nadie dentro del ejército en particular y en el gobierno mexicano en general, jamás, se hubiera dado cuenta de lo que estaba pasando. Luego entonces, si es culpable, tiene cómplices; sería parte de una profunda red de corrupción de la cual él sería uno de los nodos principales (tal vez, el nodo fundamental).

1.1. En primer lugar, si el General hizo lo que se dice que hizo, él sólo habría ordenado; los comandantes de región, de zona y de unidad habrían sido los responsables de que sus órdenes fueran ejecutadas. Si el General daba órdenes “raras” (u omitía órdenes obvias) para así ayudar a un grupo delincuencial en particular, es de esperarse que los comandantes de región, los de zona y/o los de unidad sospechasen algo.

            Se podría alegar que, habiendo tantos problemas, tanta violencia, tantos narcotraficantes a quienes combatir, etc., si el titular de la Sedena ordenaba que se persiguiera a cierto grupo de mafiosos y no a otro (para así proteger a ese otro), nadie sospecharía nada pues, a final de cuentas, se estaba combatiendo a los narcotraficantes. Pero hay un problema con este argumento: el ejército realiza labores de inteligencia todos los días, sobre todo ahí en donde hay violencia, desorden, etc. La información recabada fluye de las unidades a las zonas, de las zonas a las regiones y de las regiones a la Sedena. Si, de manera continua, la Sedena eligiese ignorar información que claramente indica que se requeriría tomar acciones ante un grupo determinado, podrían generarse sospechas, al menos dudas, sobre por qué está ocurriendo esto. Asimismo, sería muy difícil que el titular de la Sedena escondiese información pues, regularmente, se reúne con todos los comandantes de región. En esas reuniones, se comunican órdenes y prioridades. Si el titular de una de las regiones detectase que la información que él ha estado enviando a la Sedena nunca es tomada en cuenta, nunca es considerada, etc., ¿de verdad no sospecharía nada? Eso sin dejar de lado que, obviamente, los comandantes de región se pueden comunicar entre sí, pueden intercambiar información entre sí.

1.2 En segundo lugar, incluso si la cadena de mando completa en un área determinada del país (Sedena – Región militar – Zona militar – Comandancias de unidad) estuviese coludida para favorecer a un grupo delincuencial determinado, a final de cuentas son los oficiales y los soldados los que, en el terreno, ejecutan las órdenes recibidas. Ellos se enfrentan con los narcos, ellos destruyen plantíos, ellos recaban información, ellos están en contacto con la gente, etc. Si constantemente recibiesen órdenes que conflictúan con lo que ellos están viendo y viviendo en el terreno, ¿no sospecharían nada?

1.3 En tercer lugar, si bien el ejército ha sido clave en la lucha contra le delincuencia organizada desde 2006, los gobernadores y alcaldes no han desaparecido. Ellos también tienen información, conocen el terreno, conocen las diversas redes de poder locales, etc. Si el ejército, de manera sostenida, omitiese actuar en contra de cierto grupo de narcos o, peor aún, de manera explícita favoreciera a cierto grupo, ¿ningún gobernador, ningún gobierno estatal (fiscales, policías, etc.) se dio cuenta? ¿Ningún alcalde?

1.4 En cuarto lugar, a nivel federal, no sólo el ejército ha participado en la lucha contra el narcotráfico; la Secretaría de Marina también, la entonces PGR también, Hacienda-UIF también, etc. ¿Nadie, comenzando con el presidente de la República, se enteró de nada? ¿Nadie sospechó nada, nunca?

1.5 En quinto lugar, Estados Unidos también está involucrado en esto, obviamente, y los estadounidenses nunca dijeron nada sobre el General Cienfuegos sino hasta ahora. Por ejemplo, a pesar de que la DEA dice que ha estado investigando al General desde 2010, que sepamos, no cuestionó que fuera nominado para ser titular de Sedena en 2012.

Repito: es muy difícil que el General Cienfuegos haya sido “Padrino” y que nadie se enterase, nadie levantara la alarma, nadie filtrara nada a la prensa, etc. Así pues, si es culpable, es casi imposible que no sea parte de una red de corrupción dentro y fuera del ejército. ¿Qué tan amplia sería esta red? ¿Quiénes estarían involucrados? Los siguientes actores estarían, al menos, bajo sospecha: a) las autoridades civiles de los estados en los que operaba el grupo que, según la DEA, el General favoreció; b) las autoridades militares en esos estados durante el período en cuestión y, muy posiblemente, varios oficiales y varios soldados pertenecientes a las unidades desplegadas en esas áreas del país en esos años. En otras palabras, sería una red que, incluso en su mínima expresión, no es pequeña y representaría un golpe brutal al ejército, a Peña Nieto, a un par de gobernadores (y varios de sus subordinados y colaboradores) y, aunque no quiera aceptarlo, al presidente López Obrador pues, si Cienfuegos tiene cómplices dentro del ejército, ¿dónde están ahora? ¿Ocupando puestos relevantes en la estructura militar del país, es decir, esa estructura en la que tanto se apoya AMLO, o dónde?

2. El beneficio de la duda.

A pesar de que la DEA dice tener pruebas, a pesar de que se habla de mensajes de Blackberry, etcétera, hay elementos para pensar que Cienfuegos no es culpable.

2.1. El General pasó medio siglo en el ejército. Mucha gente lo conoció y trató: sus superiores, sus pares, sus subordinados. Nadie, jamás, levantó sospecha alguna respecto a Salvador Cienfuegos. Si el General fuera una persona deshonesta, que le gusta “la tranza”, que no es leal, que tenía comportamientos cuestionables, todo eso se sabría dentro del ejército pues éste es, especialmente en los niveles medios y altos, una especie de vecindad en la que todos se conocen. Algunos se conocen muy bien, tal vez son amigos entrañables desde sus tiempos en el Colegio Militar. Otros no son amigos necesariamente, pero, a final de cuentas, todos son parte de la misma red. Si Fulanito golpea a su esposa, todos se enteran. Si Perenganito es un “tranza”, todos lo saben. Y así. Luego entonces, si nadie jamás acusó a Cienfuegos de nada, seguramente es porque no hay nada que recriminarle. Es más, si alguien en el ejército hubiese tenido dudas sobre el General Cienfuegos en algún momento de su carrera, es casi imposible que hubiese llegado a General de División y, por lo tanto, hubiese podido si quiera aspirar a ser titular de la Sedena.

2.2. En el ejército saben cómo espiar, cómo montar operaciones de inteligencia. Asimismo, los militares tienen acceso a diferentes tecnologías de comunicación y ellos mismos están al tanto de que las llamadas telefónicas se pueden interceptar, las comunicaciones por mensaje de texto también, etcétera. ¿Vamos a creer que un General utilizó una Blackberry para comunicarse por escrito con narcotraficantes, como dice la DEA que hizo el General Cienfuegos? Supongamos que esos mensajes, en efecto, existen. ¿Son genuinos? ¿No son una fabricación? ¿No le están sembrando evidencia al General Cienfuegos?

            Según la revista Proceso (publicación del 18 de octubre de 2020), además de los mensajes de Blackberry, existen grabaciones en las que, de viva voz, el General se comunicó con delincuentes para coordinarse con ellos. ¿Estas grabaciones, si realmente existen, son genuinas? ¿De verdad es la voz del General? ¿No están editadas las grabaciones, para nada?

2.3 Se dice que el General recibió dinero a cambio de colaborar con un cartel. ¿Dónde está ese dinero? El General Cienfuegos vive y tiene propiedades y bienes de acuerdo a sus muchos años de trabajo, y de ingresos, en el ejército. ¿Dónde está, pues, ese dinero?

2.4 ¿La DEA es creíble? ¿Tenemos que creer que actúan siempre de buena fe, que no tienen intereses más allá de luchar contra el narcotráfico? ¿De verdad hay que creerles que investigaron al General diez años, jamás dijeron nada sobre de él y ahora, de repente y de la nada, lo acusan de ser un delincuente de grandes ligas? ¿Y si estamos ante un golpe de Estados Unidos con fines políticos? ¿Tal vez Estados Unidos busca que el ejército mexicano coopere más, casi se subordine a, con la DEA? ¿O tal vez esta es la manera en que la DEA “le cobra” al General que no haya operado, en 2012-2018, como la DEA hubiera querido?

2.5 ¿Y si estamos ante una venganza de algún delincuente? Según Salvador García Soto, columnista de El Universal (texto publicado el 19 de octubre), al General Cienfuegos lo “entregó” el narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, alias el “Chapo” Guzmán. ¿No podríamos estar ante inventos de Guzmán Loera? De la misma forma, Javier Risco, columnista de El Financiero (texto publicado el 20 de octubre), sugiere que la detención de Cienfuegos estaría vinculada a la de Edgar Veytia, exfiscal de Nayarit arrestado en San Diego en marzo de 2017 por narcotráfico, y condenado a 20 años de prisión en septiembre de 2019. Es decir, Risco sugiere que Veytia habría, digamos, desenmascarado al General Cienfuegos: ¿y si es una venganza de Veytia?

            Se dirá que, además de los testimonios ya sea de el “Chapo” Guzmán y/o de Veytia, existen los mensajes, las grabaciones y el dinero entregado al General. Pero, como decía, del dinero no se sabe nada y, por lo menos hasta ahora, no está claro que los mensajes-grabaciones sean genuinos.

No intento defender al General Cienfuegos a ciegas; sí pretendo resaltar que bien puede ser inocente, que hay que darle el beneficio de la duda. Su trayectoria, su trabajo, su prestigio (incluso apenas hace dos años, los mismos estadounidenses le dieron un reconocimiento) son suficientes para no creer de inmediato, sin ningún “pero” de por medio, en su culpabilidad. Asimismo, por los costos que le acarrearía al país, me resisto a creer, sin pruebas sólidas de por medio, que existe una red de corrupción como lo que se requeriría para que el General Cienfuegos fuera lo que la DEA sostiene que es.

3. El arresto del General: los perdedores.

3.1. En primer lugar, el principal damnificado es, sin lugar a dudas, el Ejército Mexicano. Como se dice coloquialmente, mientras se esclarece “que si son peras o son manzanas”, el prestigio del ejército ha sido dañado. Obviamente, no quiero decir que, antes de esto, todos creyéramos que el ejército es impoluto, que no hay corrupción en sus filas, que no hay malos elementos en todos los niveles, etcétera. Pero todo lo negativo, todo lo condenable, que pudiesen hacer diversos elementos del ejército es poco, de verdad que muy poco, ante lo que se dice que hizo el General Cienfuegos, sobre todo porque, como decía anteriormente, es casi imposible que haya actuado solo. Así, no hay duda: el ejército mexicano está sufriendo un golpe severo. De hecho, incluso si el General es declarado inocente, se habrán sembrado dudas en torno a la milicia; ésta pagará un costo como resultado de todo lo que está ocurriendo, necesariamente. En todo caso, la pregunta es qué tan alto será dicho costo.

Pero además del daño en prestigio y en credibilidad ante la opinión pública, ante otros países, ante autoridades civiles y ante la ciudadanía, está también lo siguiente: si el General es culpable, ¿con qué cara se les ordenará a los soldados que se enfrenten con narcotraficantes, que pongan su vida en riesgo ante los delincuentes? No quiero decir que las órdenes no se darán o que éstas no se cumplirán. Pero, incluso considerando el altísimo grado de disciplina y de verticalidad con el que opera el ejército, no hay que descartar que haya molestia entre el personal, que haya cuestionamientos, que haya dudas, preocupación e, incluso, vergüenza. ¿Podría esto resultar en operaciones poco efectivas, no realizadas a cabalidad?

3.2. El expresidente Peña Nieto y su gobierno se han llevado igualmente un golpe de dimensiones considerables. Si el General Cienfuegos es culpable, ¿es creíble que Peña Nieto no sabía nada? ¿Su Secretario de Gobernación tampoco? ¿En el CISEN? Etcétera. Peña y los suyos estarían en problemas graves, mucho más graves que los que de por sí ya arrastran con el caso Lozoya, por ejemplo. Lo mismo vale para los gobernadores, y sus gobiernos, de los estados en los que operaba el grupo de narcotraficantes que, se supone, fue favorecido por el General Cienfuegos: ¿de verdad estos gobernadores nunca se enteraron de nada?

3.3. Aunque el presidente López Obrador se niegue a aceptarlo, o aunque tal vez ni siquiera lo comprenda, lo que está ocurriendo le afecta considerablemente y debilita a su administración. ¿En quién se apoya AMLO para ejecutar proyectos que, según él, son estratégicos? ¿En quién ha delegado la seguridad del país, nada más y nada menos? ¿A quién le incrementó el presupuesto sustancialmente? Al ejército. El gobierno de López Obrador, la presidencia de López Obrador, están amarrados, ligados y vinculados al ejército. Si el General Cienfuegos es culpable, y porque es prácticamente imposible que hubiese actuado solo, el actor fundamental en el que se está sosteniendo AMLO no sería confiable. Eso podría ser devastador para el gobierno obradorista.

3.4 Dado que el General Cienfuegos no habría actuado solo, dado que sería parte de una red de corrupción y dado que ésta se ubicaría en el corazón mismo de la única institución en la que, repetidamente, los mexicanos han dicho confiar, la culpabilidad del General haría un daño terrible, tal vez irreparable, al Estado mexicano, no nada más al gobierno en turno. ¿Si ni siquiera el ejército es confiable, en manos de quién están los mexicanos? ¿Si los narcos han sido capaces de “reclutar” a un titular de Sedena, ¿quién entonces realmente manda en el país? ¿Y cómo nos verían otros países? ¿Podrán confiar en México, en nuestras autoridades, en que somos un país serio?

La caída del General Cienfuegos, si es culpable, sería pues, sobre todo, un golpe a los mexicanos, un muy doloroso y grave golpe.

Conclusión.

Se pueden concluir muchas cosas. Por ejemplo, diversos columnistas han escrito que es momento de reformar no sólo al ejército sino a las Fuerzas Armadas. Hay también quienes enfatizan que lo que hizo EEUU fue una humillación para México. Para mí, lo fundamental es lo siguiente: por el bien del país, esperemos que el General sea inocente.

Imágenes tomadas de Quadratín.

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