El Metro: imprevisión, responsabilidad y consecuencias

Por Gerardo René Herrera Huizar, consultor especialista en seguridad nacional.

Cuantas cosas nos suceden que pudieran evitarse y con cuanta facilidad nos arrojamos en brazos de la justificación para eludir las culpas y la responsabilidad de aquellos actos u omisiones que con frecuencia nos colocan en circunstancias incómodas, comprometidas o terriblemente fatales.

La previsión no es una característica constante en el común de las personas. De ordinario, el individuo se guía por el acaso, confiado a la suerte, entregado a la rutina y con la esperanza en los designios casuales del mañana. Al fin y al cabo, naturaleza humana cuya consecuencia trascenderá no más allá del ámbito doméstico y nuestro entorno inmediato.

Pero cosa muy distinta sucede con la falta de previsión cuando se traslada al ámbito público, en donde una de las responsabilidades fundamentales de gobiernos y administraciones públicas tiene que ver, precisamente, con la previsión y con la implementación de acciones consecuentes que repercutirán de manera inmediata y directa en la sociedad, donde el hacer o dejar de hacer algo tendrá una consecuencia colectiva.

El servicio público se rige por normas definidas que establecen los linderos de actuación de sus agentes, sus obligaciones, facultades y limitaciones, a los que deben de ceñir, no sólo su conducta privada y pública, sino el estricto cumplimiento de las funciones encomendadas y las sanciones administrativas, penales o políticas a que se harán acreedores en caso de incumplimiento o exceso.

La ley debe sancionar pues, tanto la indolencia como el abuso de quienes detentan un cargo público, sea de elección o designación, máxime cuando se amalgamen, en un caso dado, tanto omisiones como excesos y, en grado superlativo, cuando las consecuencias de estos pongan en riesgo o causen grave daño a la vida, a la sociedad y a la buena marcha de los asuntos encomendados a su atención, que son, en todo caso, la razón de ser de su encomienda.

Todo lo anterior viene a cuenta por la tragedia sucedida en el sistema de transporte colectivo más importante de nuestro país, por cuyas condiciones, circunstancia y fatales consecuencias, muy difícilmente podrá catalogarse, después de los expertos peritajes que se practiquen, como un simple y trágico accidente, pues en él se involucran, acciones, omisiones, indolencias y hasta perversiones del pasado y del presente que, amalgamadas desde su origen generaron, paulatinamente, la masa crítica que estalló con la tragedia.

El asunto es de trascendencia social por razones obvias y ha dado la vuelta al mundo exhibiendo nuestras fallas y vulnerabilidades estructurales, pero también su relevancia trasciende, de manera determinante, al ámbito político, no sólo por los tiempos que atravesamos, sino por las flamantes personalidades que se ubican en el primer plano y ven expuesta, no sólo su imagen, sino sus aspiraciones públicas que pueden percibirse como mutuamente excluyentes y van, todos, en la misma canasta.

Publicación original: Voces de México. Publicado en El Rincón del Chamán con autorización del autor.

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