Candidatos, sus debilidades
|Las fortalezas pueden convertirse en debilidades y viceversa. Y en esta situación los candidatos y sus campañas no se escapan.
Frente al escenario de que cualquiera de los candidatos puede ganar, se repiten las voces que intentan dar tranquilidad a los que temen lo peor en términos de estabilidad y gobernabilidad.
Carlos Slim asegura que no importa quién gane continuará invirtiendo en el país. «Yo creo que puedo trabajar con cualquiera», dijo a la agencia Reuters.
En otro plano, el politólogo John Gerring, de la Universidad de Boston, dijo en una conferencia dictada en la UNAM que «no habrá cambios dramáticos en las políticas mexicanas con el nuevo gobierno». Explicó que ello se debe a que los partidos «son cercanos», mientras que la política económica tiene un debate limitado.
A pesar de esas expresiones, se espera que los resultados sean tan cerrados que los tribunales tendrán la última palabra.
Mientras se disipa la incógnita, los candidatos siguen con los guantes puestos y los partidos sujetos a fuertes presiones.
A Roberto Madrazo lo consideran la justificación ideal de los que no lograron colarse en el juego, para cambiar de camiseta y abrir una puerta -cualquiera- que les asegure el hueso.
La congruencia ha ido a parar al cajón de los cachivaches. Se ha puesto de moda la justificación de que a nadie debería sorprender que un día piensen de un modo y al otro actúen diferente.
El caso es que la estructura del PRI sigue cuarteándose y muchos de sus cuadros demuestran una gran capacidad de mimetismo, propio de los camaleones, para abrazar un solo ideal, el propio. El PRI está redimensionándose y puede reposicionarse o pulverizarse para siempre.
El reconocimiento de que Felipe Calderón no es el candidato del number one de Los Pinos, le ha quitado respaldos sustanciales de los que están haciendo maletas en el gobierno foxista, porque nunca se sintieron comprometidos a asumir una militancia que no tuvieron. Los panistas tendrán que enfrentarse solos a la competencia, porque los «amigos de usted ya sabe quién» (y no es Voldemort) están más preocupados en asegurar un lugar en el Congreso, ya sea una curul o un escaño. Hoy, no se sabe mañana, es recurrente el comentario en los círculos políticos que la campaña de Calderón no prende. Entonces, ¿quién va a salvar al panismo?
Por si algo faltara, los banqueros consideraron un error que Calderón no asistiera a la convención de Acapulco cuando ya estaba todo preparado para recibirlo. Quien aprovechó los reflectores fue Madrazo. ¿Hacia dónde va el PAN? Un revés electoral hará que el albiazul sea el partido que más pierda.
Andrés Manuel López Obrador sigue arriba de las preferencias, quizá no tan alto como cuando inició el año, pero no hay día en que sus promotores se pregunten -no sin un dejo de temor por un eventual y catastrófico cambio en las expectativas-: «Entonces, ¿ya ganó?»
El caso es que nadie asegura hoy que los indecisos estén definidos a darle su voto a López Obrador. El discurso de las «chachalacas», muy parecido al de las «tepocatas» de hace seis años, es colorido, pero sólo eso.
Está visto que Hugo Chávez no le hizo ningún favor al Peje con su protesta por usar su imagen -y el implícito apoyo de su gobierno- para debilitar la campaña del tabasqueño.
Otro punto débil de López Obrador es la ausencia de Cuauhtémoc Cárdenas de su campaña. Porque por si no lo saben quienes integran las redes del Peje, Cuauhtémoc es el líder moral del PRD, es un emblema que inició precisamente el proyecto político que le dio vida a AMLO. Hay que recordarlo, algunos de los más cercanos colaboradores de López Obrador fueron en 1988 los salinistas que obstruyeron el movimiento cardenista. ¿La promesa de un cargo en el peje-gabinete será suficiente para Cuauhtémoc? Seguramente no.
Jesús Sánchez , Cuarto de Guerra. EL FINANCIERO