¿Fin de la incertidumbre?

ife1.jpg         La incertidumbre es, por definición, un espacio donde las pasiones políticas encuentran una caja de resonancia del tamaño que se quiera.
Y en esa caja caben todas las descalificaciones y acusaciones a favor o en contra de uno u otro de los finalistas en la contienda presidencial.
El desarrollo de la fase del conteo distrital definitivamente no fue apto para cardiacos.  Eso pudo constatarse a lo largo del miércoles y jueves, cuando la información que fue fluyendo de los 300 distritos atizó la imaginación de quien creyó ver una posibilidad tanto de que cambiara como por arte de magia el apretado resultado de la votación, como de quienes cruzaron los dedos con la esperanza de confirmar la ventaja de su favorito.
Precisamente los órganos electorales de este país surgieron de la desconfianza. Y por lo visto todos los candados y regulaciones son todavía insuficientes para convencer a un segmento de la sociedad de que las instituciones electorales están cumpliendo con su papel histórico. Ni más ni menos.
A nadie conviene que el periodo de incertidumbre que abrió este proceso de revisión de votos y la esperada etapa de la judicialización electoral se demore. Porque la prudencia que han guardado los sectores productivos puede comenzar a minarse y eso no le beneficia a nadie.
 

¿Y las encuestadoras?
Mientras los mexicanos acudían a las urnas el 2 de julio, en los partidos hubo un intenso cruce de datos de encuestadoras de las que nadie se hace ahora responsable.
Poco después de ese mediodía, los priistas, por ejemplo, daban el triunfo al PRD con un margen de dos a tres puntos sobre el PAN, mientras que ubicaban al PRI en una tercera posición con apeas cuatro puntos abajo. La realidad fue otra, trataron de ocultar o de no aceptar el catastrófico desplome.
Un funcionario del PRI atribuyó al Cisen este resultado: 30 por ciento al PRD, 29 al PAN y 28 al PRI. También se filtraron otros datos que le endilgaron a Parametría como empate técnico: PRD, 34 puntos, PAN también 34 y PRI, 28.
A las 15:00 horas, la filtración de datos no corroborables siguió a todo vapor y a María de las Heras le atribuyeron una encuesta de salida con el siguiente perfil: Felipe Calderón 35.4, Roberto Madrazo 30.29 y Andrés Manuel López con 29.6 puntos. Y claro, tampoco dejaron fuera a Consulta Mitofsky, de quien aseguraban que traía un perfil de resultados parecido: Calderón 34.6, Madrazo 33.8 y el Peje 31.6 por ciento.
Lo sorprendente vino después. Pero el hecho de que las encuestadoras callaran para no cargar el costo de una equivocación, es tema que deberá examinarse con seriedad.
Al final el ganador es el que tiene el mayor número de votos y punto. Pero lo que estamos presenciando es que el próximo presidente de México tendrá que realizar un gran esfuerzo para orientar al país hacia un gobierno de coalición y de acuerdos, pues de otra manera no tendrá margen de acción. Si bien el voto diferenciado muestra una división de las preferencias de los mexicanos, la sociedad no puede permanecer polarizada, requiere de que lo más pronto posible entremos a una etapa de reconciliación nacional.

Jesús Sánchez / Recuento Político (EL FINANCIERO)

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