La de ocho
|Muchos preguntaron aquel 5 de noviembre por qué EL FINANCIERO había sido el único periódico que tenía como nota principal el triunfo de Obama y no el avionazo en el que perdió la vida Juan Camilo Mouriño.
Podríamos encontrar la respuesta en las siguientes preguntas:
¿Cuál fue el tema que preocupó y ocupó a la opinión pública nacional y mundial en los últimos meses?
¿Cuál fue el hecho histórico la noche del 4 de noviembre?
Hacia adelante y como mexicanos ¿qué nos va a afectar más? ¿el deceso de uno o dos servidores públicos o las determinaciones que tome Obama?
Al momento de jerarquizar la información, ¿no tiene mayor peso el hecho de que un hombre negro llegue a la Casa Blanca, poco menos de medio siglo después de que terminara oficialmente en Estados Unidos la segregación racial en escuelas, restaurantes y tiendas, y de que se levantaran las restricciones a su voto?
Sin restarle importancia a las consecuencias de la pérdida de Mouriño en la vida nacional, ¿había hasta la noche del 4 de noviembre algún indicio real de que el avionazo fuera un atentado del narco o cualquier otra agrupación criminal?
No cabe duda de que si esa noche el presidente Calderón hubiera dejado entrever que se trataba de un atentado, la principal de EL FINANCIERO hubiera sido la del avionazo.
En ese momento, dejar de lado la noticia del triunfo de Obama significaba simplemente dejar triunfar al amarillismo sobre lo puramente noticioso.
Mientras tanto y hasta ahora, resulta más que claro el duelo presidencial. Pero la pérdida de Mouriño, aunque trastoca la organización del gobierno, es institucionalmente la pérdida de un hombre reemplazable, tanto que días antes ya se hablaba de que el ex inquilino de Bucareli iba a buscar la gubernatura de Campeche.
Por otra parte, la actividad política de Mouriño había nacido con el actual gobierno. No es un hombre que deje una gran obra. Sí fue un hombre clave en la administración actual, sí fue un hombre leal al presidente, sí trabajó para lograr consensos entre las fuerzas políticas, pero no tuvo tiempo de demostrar mayores prendas. Y, por supuesto, no era ningún héroe.
Por eso ya cansa la actitud de Calderón, que incluso el sábado acudió a la llamada «zona cero» del avionazo, antes de que limpien el área. Y es que de seguir así ya parecerá «La Zarzamora», aquella que «llora y llora por los rincones».
Esperemos que esta semana ya supere el duelo en sus actividades públicas y deje a Camilo descansar en paz. Ya bastante lo extrañarán las reporteras de la fuente, que lo llamaban «el bombón de Bucareli».
Mientras tanto, seguiremos al pendiente de los avances en las investigaciones, que han intentado transparentar al máximo las autoridades, pero que siguen dejando una duda: Si no hay indicios de explosivos, el avión iba en la ruta normal, no hay evidencias de sabotaje y bla bla bla, ¿por qué se cayó el avión?
Perla Oropeza