Todo indica que será otro sexenio de bajo crecimiento; aquí le decimos por qué

Antonio Sandoval, experto financiero, para El Rincón del Chamán.

Al parecer, todo está dispuesto para que el sexenio en curso sea uno más de bajo crecimiento económico, solamente un repunte espectacular del PIB en los siguientes dos años lo impedirá, impulso que por lo pronto ni siquiera el propio Banco de México espera, por el contrario.

México necesita crecer a las mismas tasas que registraba 40 años atrás, cuando tenía repuntes promedio superiores a 6 por ciento; sin embargo, el crecimiento actual se ubica apenas arriba de la tercera parte de lo necesario.

Si no cambian las cosas, el crecimiento promedio de México durante los seis años de la administración en curso no llegará al 3 por ciento, absolutamente insuficiente para la generación de al menos un millón de nuevas plazas año con año, y el abatimiento paulatino del rezago registrado por décadas de bajo crecimiento en la economía.

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Las causas

Las razones del bajo crecimiento esperado para el sexenio en curso pueden dividirse en dos: las inerciales y las inherentes a la actuación de quienes están en funciones.

Las inerciales son muy claras: la economía mexicana vive una era de bajo o incluso nulo crecimiento desde hace por lo menos 30 años, afectada por la insuficiente modernización, la desigualdad en el ingreso, el crecimiento y desarrollo de algunas regiones combinado con el estancamiento y atraso de otras más, la volatilidad de los flujos financieros que año con año recibe en sus mercados, el desarrollo desigual en sectores productivos, el cambio de políticas económicas y estrategias sexenio tras sexenio, el atraso y la pobreza en el campo, la falta de incentivos fiscales y, es imposible no mencionarlo, los niveles de corrupción, entre otras.

Todo eso ha provocado que año con año se reporte un importante déficit de plazas laborales; la Organización Internacional del Trabajo ha calculado un promedio anual de 600 mil puestos de trabajo no generados en la economía mexicana durante las tres décadas recientes.

Por otra parte, en el presente sexenio una de las justificaciones para el bajo crecimiento es el contexto global, lo cual es completamente cierto.

El mundo entero enfrenta un problema de desaceleración económica que hoy por hoy se refleja en crecimientos insuficientes hasta en economías como la de China, toda Europa, otras naciones asiáticas importantes como Japón y Singapur, y desde luego los mercados emergentes.

Sin embargo, existen factores que han desacelerado todavía más a la economía mexicana y parecen condenarla a un crecimiento raquítico para decirlo de alguna manera, ¿cuáles son estos factores?

Política económica restrictiva

La reforma fiscal, eminentemente recaudadora, fue uno de los primeros efectos negativos que resintió la economía mexicana en el presente sexenio; dicha reforma contrajo las inversiones en los años 2013 y parte de 2014. En esos periodos el impulso provino de proyectos pactados en años previos, las remesas y los ingresos petroleros, con un barril todavía entre 80 y 90 dólares.

Pero todos sabemos la historia de los precios del petróleo a partir de septiembre de 2014; para quienes no lo saben les recordamos que desde entonces y hasta la fecha han caído aproximadamente 75 por ciento.

Este descenso de los precios del petróleo generó lo que las autoridades llamaron un “ajuste preventivo” al gasto en el año 2015 y para el presupuesto de 2016, pero como las cosas se mantuvieron en la misma tendencia, durante febrero pasado se decretó otro “ajuste preventivo”, de más de 100 mil millones de pesos.

Adicionalmente, el Banco de México subió su tasa de interés 50 puntos base, la dejó en 3.75 por ciento desde un previo de 3.25 por ciento; es de llamar la atención que al subir su tasa de interés el banco central mexicano advirtió que la medida no era el inicio de un periodo de restricción monetaria; es decir, no habría alzas constantes en el costo del dinero.

Sin embargo, la medida sí es por esencia restrictiva, mucho más si viene acompañada de un recorte o “ajuste preventivo” al gasto; por lo tanto, los mercados han reaccionado en consecuencia, y también el Banco de México, falta la expectativa oficial que se tardará, pero llegará tarde o temprano, es imposible no actuar ante lo evidente.

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Un milagro para México

Para que el PIB de México rebase cuando menos el 3%, supere el crecimiento de las dos administraciones anteriores (panistas por cierto), y vuelva a colocarse en un nivel insuficiente pero cuando menos similar al de los dos últimos sexenios del siglo pasado (Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León), México debería crecer este año al máximo esperado por el banco central, es decir 3 por ciento; adicionalmente debería crecer los siguientes dos años cuando menos 6 por ciento, o si es posible un poco más.

La mala noticia es que Banxico espera un crecimiento máximo de 3.5 por ciento y antes de su revisión efectuada o al menos publicada el pasado jueves 3 de marzo, esperaba un máximo de 4.0 por ciento en el PIB, tasa demasiado optimista que desde luego ya fue rebajada.

México necesita de un milagro para salvar un sexenio más de bajo crecimiento, menor al 3 por ciento, que ya de por sí es insuficiente, el país mantendrá por lo tanto su déficit de plazas laborales, sus problemas de impulso a las plazas regionales y la economía informal se mantendrá como la gran válvula de la escape ya que de no existir las presiones laborales serían de tal magnitud que el estallido social sería incontenible.

Crecer es importante para una economía, pero hacerlo a tasas insuficientes la condena al subdesarrollo, del que difícilmente se podrá escapar.

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