De pesadilla, la movilidad metropolitana *

El cajón de los asuntos pendientes de la gran Megalópolis crece todos los días y -como dice el clásico- seguirá creciendo.

Y los que habitamos en esta gran Metrópoli, tenemos claro que hay muchos distractores que en los próximos meses evitarán que se tomen acuerdos o se diseñen políticas públicas para resolver los grandes problemas de la “corona metropolitana”, entre otros, las elecciones en el Estado de México y la confección de la Constitución de la CDMX.

Eso sin considerar que los gobiernos de estados como Hidalgo, Puebla y Tlaxcala, están entretenidos en los cambios de administración.

Los que llegan comenzaron a acomodarse y a revisar las instalaciones sin descartar ajustes decorativos para darle el toque personal a las casas y oficinas de gobierno, mientras que los que se van, andan amarrando proyectos unos en el gobierno federal y otros de plano hacen maletas para iniciar su cruzada proselitista por el país. Claro que nos referimos a Francisco Olvera Ruiz y a Rafael Moreno Valle.

La dinámica política no podrá hacer gran cosa frente a los problemas cotidianos, como es el caso de movilidad en la Megalópolis que no es otra cosa que una pesadilla de la que no podremos despertar en mucho tiempo.

Y a los estudios de los expertos nos remitimos.

En particular al politólogo Aquiles Baeza le llamó la atención las observaciones del investigador Víctor Herminio Palacio Muñoz, de la Universidad Autónoma de Chapingo, sobre los efectos perniciosos en la vida de quienes sufren cotidianamente le pérdida de tiempo en la movilidad.

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La conclusión más difícil de asimilar es que los habitantes de la Megalópolis pierden una sexta parte de su vida en el Metro o viajando en los peseros o micros, incluso en auto propio, todo por el tráfico.

Cualquier puede dar testimonio de esta pesadilla que para miles de personas en el Valle de México implica perder cuatro horas diarias en transporte, dos horas en el traslado de ida y dos de regreso.

En la presentación del libro Debates y estudios de la movilidad laboral en la región centro del país: alcances y dimensiones desde México, coordinado por Blanca Rebeca Ramírez y presentado en la UAM Xochimilco, la urbanóloga consideró que actualmente nos desplazamos a mayores distancias en tiempos más largos o destinamos demasiado tiempo en distancias muy cortas.

El efecto es catastrófico para quien hace estas expediciones diarias de su casa al trabajo y de regreso, con un impacto negativo en las relaciones sociales, familiares y afectivas.

Esto sirve de marco para reconocer la realidad de todos los días en el tema del transporte público y que forma parte sustancial de la pesadilla a la que nos referimos.

Un reciente sondeo telefónico realizado por el Centro de Estudios y de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados, confirma simple y llanamente que los usuarios consideran al transporte público en la gran Metrópolis inseguro, altamente contaminante, de mala calidad, con precios injustos y reprueban a los conductores.

La encuesta telefónica aplicada en mayo de este año confirma que además de la inseguridad y la contaminación que generan camiones, microbuses y peseros, en el último año han aumentado los tiempo de traslado.

El tiempo mínimo que en promedio destina una persona para trasladarse es de 40 minutos.

Autotransporte público, el hoyo negro

Hasta ahora nadie tiene claridad de cuántas rutas y unidades de camiones, microbuses, peseros o combis circulan en el Valle de México y sus entronques con las principales ciudades y municipios conurbados, pero en conjunto movilizan al 80 por ciento de las 38 millones de personas del Valle de México.

En el principio de los tiempos el traslado interdelegaciones era lo que tenía más peso en la Ciudad de México, hoy prácticamente el 20 por ciento del total de los 20 millones de viajes que se realizan diariamente son de tipo metropolitano, es decir que pasan de alguna ciudad o localidad conurbada a la CDMX. Y esto seguirá creciendo.

Las autoridades tienen el diagnóstico. Ha venido aumentando el número de la demanda de viajes pero ésta no se ha acompañado de una red de infraestructura adecuada lo que da pie a una movilidad con distorsiones.

El jefe del gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera ofreció acabar con los microbuses y sustituirlos por unidades nuevas. Eso ya se verá y ojalá no sea discurso de precampaña presidencial, pero llama la atención que nadie de las entidades y ciudades del Valle de México ha seguido el ejemplo. Al final este sólo es un remedio que difícilmente resolverá de manera integral la problemática de la movilidad urbana. ¿Qué no?

*Texto publicado en Megalopolismx.com

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