Eruviel Ávila, ¿convidado de piedra en 2017?

De lo que podemos estar seguros es que el ecatepequense (sic) Eruviel Ávila no meterá las manos en la decisión del candidato priista a las votaciones mexiquenses del 2017. No se lo permitirán.

Porque la gubernatura mexiquense dejó de ser la elección del orgullo del grupo Toluca para convertirse en destino; si el PRI pierde en 2017 no tiene nada que hacer, o podrá hacer muy poco en 2018.

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Con la marca Trump a cuestas, la renuncia a la Secretaría de Hacienda le permitirá a Luis Videgaray operar de manera directa –ya lo hacía, dicen-, la interna tricolor mexiquense.

En política no hay casualidades y la salida de Videgaray coincidió con el inicio del proceso electoral mexiquense, la contienda en la que se la juega la supervivencia del grupo de los tolucos, encabezado por el ex góber, Arturo Montiel.

Contrario a lo que ocurrió hace seis años cuando al final de la gestión del entonces gobernador Enrique Peña Nieto, la decisión se inclinó por una carta que no formaba parte de los tolucos, y les funcionó, hoy el panorama es diferente, con mayores riesgos.

El preciso –dice la politóloga Melita Peláez– sabe que ya no puede darse el lujo de equivocarse. ¿No? Hasta donde se sabe Videgaray no va como candidato mexiquense.

Una noche en el programa de Los Alebrijes, Videgaray reapareció después de ausentarse unos días de su despacho tiempo en el que organizó la visita de Trump. La presencia de Videgaray fue para hablar del paquete presupuestal. En esos días las calificadoras Standard & Poor´s y Moody´s otorgaron notas negativas a las expectativas crediticias de México y en esa estaba explicando las razones de haber recortado las expectativas de crecimiento cuando se cortó las alas como candidato. “No, no voy al Estado de México”, le dijo en tono seco a Mari Carmen Cortés.

Y aunque los expertos en las entrañas del gobierno aseguran que los cambios ya estaban planeados, que lo de Trump no fue determinante, etcétera, lo cierto es que se notó una desesperada maniobra para mantener el barco a flote. El primer asunto urgente en la agenda es la elección mexiquense.

A los tolucos no les ha ido bien como grupo. Ya ni se acuerdan de sus raíces con Carlos Hank González e hijos a los que tomaron distancia apenas se desapareció “el profe”.

Además de la crisis inmobiliaria del primer círculo, los tolucos siguieron con otros entuertos.

Resintieron el desgaste político y de salud de Emilio Chuayffet, sacrificado para que entrara la promesa Aurelio Nuño, que no ha pasado de se eso, promesa. Dicen que en Gobernación, otro mexiquense, Luis Miranda infló a la CNTE hasta hacerla inmanejable y hoy anda como santaclós (sic) en la Sedesol.

A Eruviel Ávila que fue la sorpresa hace seis años, pronto le habilitaron un secretario de gobierno cercano al grupo Montiel, José Manzur, para mantener el control.

Entre los tolucos hay muchas manos que reclaman su derecho a la candidatura y saben que no depende de su gobernador sino de sus coordinadores y la decisión irá en función de quien garantice la sobrevivencia de los tolucos.

Entre los miembros del gabinetazo están en paciente espera Alfonso Navarrete Prida, Carolina Monroy y Ernesto Nemer.

Las fórmulas locales las encabezan Alfredo del Mazo y Ana Lilia Herrera. Además de los vínculos de familia, en el caso de Del Mazo hace seis años lo sacrificaron por Eruviel Ávila.

Otro que podría reclamar derechos es José Manzur, los ojos y brazos de Videgaray en la administración mexiquense.

De lado opositor el PAN espera el milagro de ir en alianza con el PRD, porque si bien Josefina Vázquez Mota es figura nacional, dicen sus detractores que solamente la conocen en la colonia donde vive allá en Huixquilucan. Eso dicen. Los panistas mexiquenses tienen cierta influencia en el estrecho corredor azul en Atizapán, Naucalpan y Tlalnepantla, no más, pero piden mano para la candidatura.

Y dónde está Eruviel Ávila en este entramado, no se le ve. De manera extraoficial, por supuesto, Eruviel tendrá que apechugar. No le quedará de otra.

El Estado de México es el primer generador de votos en el país, tan sólo en 2015 el padrón era de poco más de 11 millones de electores, equivalente al 9 por ciento del padrón nacional.

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1.- Para ver la magnitud del embrollo económico en el que estamos metidos hay que echarle un ojo a las deudas nacional y sub nacional. Los compromisos financieros derivados de la deuda representan para el país el 50.5 por ciento del PIB, es decir que debemos la mitad de lo que vale el país. El anterior gobierno lo dejó en 34.4 por ciento del PIB.

Y si bien nos va el próximo año las autoridades financieras calculan que se bajarán los requerimientos financieros al 50.2 por ciento. Eso quiere decir que por cada décima del porcentaje de la deuda nacional equivale a 19 mil millones de pesos lo que representaría un avance por 57 mil millones de pesos. Apenas un rasguño.

Para los gobiernos estatales –que también les toca el recorte en subsidios- no la tienen tan fácil. El total de las obligaciones financieras de los estados asciende a 476 mil 482.6 millones de pesos al mes de agosto, de acuerdo al IMCO. Y la tienen que pagar.

2.- Por cierto que el Estado de México ocupa el sexto lugar de los estados en materia de deuda con 35 mil 934 millones de pesos; el primer lugar lo tiene la CDMX avalada todavía por el gobierno federal, el segundo que más debe es Nuevo León con 57.5 mil millones; el tercero Veracruz con 41.8 mil millones; el cuarto Chihuahua con 41.6 mil millones y el quinto Coahuila con 37 mil millones de pesos.

3.- Espotilandia. Enrique Ochoa Reza ya se sumó a la generación de dirigentes partidistas, como Ricardo Anaya y AMLO que se promueven a través de los spots y hacen política sin despeinarse. Corren el riesgo de convertirse en dirigentes virtuales. ¿No?

4.- Se tardan tanto PRI y PAN en expulsar a sus militantes incómodos, entre ellos los gobernadores de Chihuahua, Quintana Roo y Veracruz; y los ex góbers de Nuevo León y Sonora, que al rato nadie se va a acordar por qué los sacaron.

5.- Frase lapidaria del nuevo siglo. «Señor secretario no le vamos a dar el beneficio de la duda sino un voto de confianza.»  Javier Bolaños, presidente de la Cámara de Diputados.

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