Partidos en crisis; no hay mucho para dónde hacerse

La verdad sea dicha, en México los partidos enfrentan una severa crisis pero le tienen pavor a construir un gobierno de coalición, porque temen perder privilegios.

Pero estamos llegando a un punto sin retorno. en el que más de un partido tendrá que entrarle para darle forma a la gobernabilidad del país.

Son otros tiempos y el presidencialismo con sabor a tlatoani ya no existe y los partidos (todos), cada vez representan menos a los ciudadanos.

Y mire, no hay que ser experto en probabilidad matemática para anticipar que la expectativa de tener otra vez un gobierno de mayoría es casi imposible, por la pulverización de los votos.

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Tome nota, están cumpliéndose 20 años desde que el PRI perdiera la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados (1997), después de 70 años de hegemonía partidista. Hace dos décadas comenzó a escribirse el fin de la era prácticamente de partido único. ¿A poco no?

Si la cosas siguen como van, en 2018 tendremos un presidente de la República ganador en la urnas pero por un puñado de votos, que seguirá condenado a niveles de aceptación mínimos, casi de sobrevivencia, como ustedes ya saben quién.

Todavía estamos impactados con los datos del sondeo del periódico Reforma que en enero identificó un escaso 12 por ciento de aceptación en el desempeño de @EPN; poco antes Consulta Mitofsky le daba 17 puntos de aceptación al preciso. Es el presidente con los niveles más bajos de aceptación.

¿Fin a la simulación?

Parece que nos encontramos en un callejón sin salida y que nos dirigimos al caos, pero existe más de una puerta para llegar al ejercicio de una democracia realmente participativa y plural.

La cuestión es dejar de lado las simulaciones a las que nos tienen acostumbrados todos los partidos que hoy tienen registro.

Y aunque provoque rasquiña en algunos, hay que admitir que el tema ha sido ampliamente analizado por Manlio Fabio Beltrones, a quien se debe el avance de que el Congreso incluyera en la Constitución la facultad del jefe del Ejecutivo para optar por la construcción un gobierno de coalición.

Pero como se trata de una facultad “opcional”, da lo mismo, porque como dicen los juristas clásico, si no se asume se convierte en letra muerta.

Ni para donde hacerse

En un plano hipotético, imagínese usted cómo le van hacer para gobernar cualquiera de los aspirantes fuertes después de las votaciones de 2018:

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Miguel Ángel Osorio Chong tiene que sacudirse la sombra de venir de un sexenio con el presidente peor evaluado en la historia reciente del país; caso dramático sería el de Margarita Zavala que no le van a perdonar representar la reelección de Felipe Calderón.

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Vamos al otro extremo. Si gana Miguel Mancera como fórmula independiente, aunque sea por un voto, los partidos grandes no lo dejarán gobernar desde el Congreso; y si Andrés Manuel López Obrador da la sorpresa, se reconcentrará el poder entre los pocos que no sean expulsados del nuevo paraíso.

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Todo esto sin contar con otro ingrediente que alimenta la incertidumbre, el presidente de EU, Donald Trump.

En 2018 el discurso de los partidos es el mismo, hacerse del poder, nadie habla de la gobernabilidad.

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Gobierno y poder

La afirmación de EPN en el 88 aniversario del PRI de que “la oposición sigue sin estar lista para ser gobierno” confirma que al menos en 2018 no hay intenciones del lado tricolor de transitar hacia un gobierno de coalición.

Para @EPN subsiste el riesgo del retroceso expresado en la parálisis de la derecha o el salto al vacío de la izquierda demagógica. O sea que no hay para donde hacerse.

Como se vea, las fuerzas políticas mayoritarias son leyenda. Todo esto motiva una pregunta recurrente, qué garantiza la gobernabilidad en el siguiente sexenio.

De cara a 2018, Manlio Fabio Beltrones –a quien el gobierno de EPN lanzó un guiño reconciliador- ha insistido en que es necesario que el Congreso asuma su parte y reglamente la atribución del Presidente de la República para formar un gobierno de coalición. No lo han hecho.

La realidad es que para 2018 los mexicanos tendremos un presidente apoyado por menos de una quinta parte del total de votos. Los expertos en puntos de vista insisten en que una sola persona y un solo partido a no puede gobernar un país tan plural como el nuestro.

El poder compartido

El gobierno de coalición implica dar espacios a otras fuerzas partidistas para hacerse corresponsables en la gobernabilidad, principalmente en el ámbito legislativo, pero también en la posibilidad de que en el gabinete presidencial se nombre a personalidades de otras banderas políticas, previa sanción del Congreso.

Los gobiernos de coalición no son cosa rara en el mundo. Actualmente unas 50 naciones tienen este modelo de gobernabilidad.

Un reporte reciente de El Huffington Post da cuenta que 24 de los 28 Estados miembros de la Unión Europea están gobernados por dos o más partidos. En Alemania y Austria son ejemplo de gobiernos bipartidista y en otros casos hay coaliciones multi-partidos como Bélgica donde cuatro partidos están al frente del gobierno.

El caso español es para Ripley porque ninguna fuera política tiene mayoría, los electores están estancados y no mueven un centímetro del pantano en el que están candidatos y partidos. Hay quien sostiene que los españoles están anclados en presupuestos ideológicos inamovibles. ¿Eso puede ocurrir en México?, pues sí.

Beltrones establece una diferencia sustancial, las alianzas electorales entre dos o más partidos tienen como propósito hacerse del poder; los gobiernos de coalición están enfocados a la gobernabilidad.

Si seguimos el principio de que entre más plural sea un gobierno, mejor representado estarán los ciudadanos, vale la pena intentarlo.

Y si no, pues sigamos el juego de la partidocracia, con una democracia cada vez más cara y nada representativa.

Foto de portada: Internet.

Fotos: Quadratín (cortesía).

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