Meade, entre la continuidad y la sana distancia

Pues sí, resultará muy difícil para los estrategas de José Antonio Meade sacarse la espina y corregir la percepción de que han navegado con una brújula mal calibrada.

Porque ya no se trata sólo de sus detractores o adversarios, sino de gente que recibió bien la propuesta de su virtual candidatura hasta que lo fueron transformando en lo que nadie esperaba, un candidato a imagen y semejanza de lo mismo de siempre.

Los súper asesores (Godines del círculo dorado) no pueden echarle la culpa a otros, porque la realidad es que en lugar de posicionarlo como una figura con potencial para criticar indistintamente a los partidos y los políticos, desde una posición de ciudadano sin militancia, lo metieron en una desgastante carrera por el segundo sitio de la competencia presidencial y no del primero.

Aquello de que caballo que alcanza gana es puro rollo. La competencia es una y las posibilidades de que un error deje fuera a cualquiera de los competidores es una realidad.

Cuando un ilustre periodista zacatecano (Isaías León, autor de El Trochilero) posteó en su cuenta de Facebook que la campaña priista parecía repetir la etapa de Pancho Labastida, sin duda fue la mejor evaluación del desempeño de los que aconsejan a Meade.

A Meade lo sacaron de su espacio natural para hacerlo parecer frente a sus adversarios como un tipo rudo, un tipo de cuidado.

Pero hay más rudos y vagos que él. A veces hasta parece que Ricardo Anaya y Andrés Manuel López Obrador hacen el 1-2 para bulearlo.

A Meade lo tratan como un candidato que como entonaría Facundo Cabral no es de aquí ni es de allá, la cuestión es que no aprovechan el potencial de estar libre de los pecados originales.

A Meade lo han buleado con ganas. Tanto que Andrés Manuel López Obrador no se midió y propuso al PRI cambiar de candidato. Alguien muy perverso revivió la anticampaña de Manuel Camacho en contra de Luis Donaldo Colosio, unas semanas antes de su asesinato.

AMLO se jugó una carta tenebrosa y como director de orquesta propuso sustituir a Meade por Aurelio Nuño y Miguel Osorio Chong.

Esta ocurrencia y otras causaron mucho daño a los tricolores que no reaccionaron a tiempo. Puso a girar a los estrategas priistas pero lo único que lograron fue mantener a Meade en el terreno reactivo, en un segundo plano.

Meade comenzó a pegarle a todo, como si estuviera en posadas y sus adversarios fueran la piñata. No siempre con buen tino.

Lo peor fue que dejaron que Meade se confrontara con el gobernador Javier Corral en un episodio en el que el panista mezcló el tema del PRI y César Duarte Jacquez con la retención de 700 millones de pesos del presupuesto al estado. Y no sólo eso, los Godines del círculo dorado permitieron que se subiera al ring @EPN y obvio Ricardo Anaya estaba feliz.

Javier Corral, es un abogado callejero acostumbrado a batirse en los peores terrenos, digamos que es un gato de barrio y de eso vive. Por eso cuando Meade lo acusó de torturador, le puso alas a los alacranes.

El otro Meade

Un punto interesante a favor de Meade fue tomar la batuta del tema del nombramiento de los fiscales en el Congreso, para responder sin rollo a los reclamos de la sociedad contra la impunidad y contra la corrupción.

Meade hizo lo que sabe hacer, proponer y decir cómo. Esto es, fijó una agenda a la que los partidos le han sacado la vuelta.

Meade les ganó la mano. Primero en una carta y luego en video mensajes difundidos en redes sociales, Meade propuso incluso una pausa para que los partidos pudieran cumplir con su tarea en el Congreso, esto es, dejarse de rollos y nombrar al Fiscal General de la República, al Fiscal Especial contra la Corrupción y al auditor Superior de la Federación.

Esta era la primera vez que Meade se colocaba al frente de un tema nodal y claro, Anaya y AMLO le respondieron pero se salieron por la tangente. Los partidos en el Congreso también reavivaron este debate guardado en la congeladora y de alta carga política.

Aunque el INE insista en que estamos en etapa de precampañas y que los mensajes son para los militantes, la verdad es que la población sigue formándose una idea de por quién van a votar.

Estamos en uno de esos momentos de la política en que si Meade sigue con el sello de la continuidad de Peña, no le va a ir muy bien que digamos. Tiene que romper para crear una expectativa de que las cosas van a cambiar y a mejorar.

El adiós a @EPN

Que se sepa los tlatoanis desaparecieron hace varios siglos, el caudillismo populista huele a naftalina y la realidad nacional ofrece otros retos.

La política ya no es como la conocimos. Quién se hubiera imaginado que las ideologías estarían en tal nivel de crisis que los partidos que se formaron bajo las alas de la derecha, de la izquierda o del centro, hoy han optado por ceder a una corriente donde el pragmatismo es la llave para alcanzar al poder.

El árbol de la ideología siempre está reverdeciendo, dicen los estudiosos del debate que apadrinó Norberto Bobbio en su análisis sobre la díada de la izquierda y la derecha, pero hay tantas ramificaciones que no sabemos cuál es cuál.

El frente político formado por el PAN-PRD y MC no es la única expresión de este pragmatismo contemporáneo; la alianza de Morena representa una extraña mezcla entre el estilo del muy viejo PRI, el conservadurismo más rancio, la religiosidad al estilo gringo, copeteado del populismo de una izquierda trasnochada.

Por el lado de Meade, motivo de este análisis, decir que un candidato independiente sin anclaje partidista, quiere decir que puede representar a los centristas, así como a los que comulguen con la derecha conservadora o la recalcitrante izquierda.

Meade no ha pintado su raya con el Peñismo, es más el enfoque de su equipo es el de la continuidad de las reformas estructurales, lo cual no es malo, pero lo ata a los negativos de la actual administración.

Hay quien insiste en que Meade tiene que hacerse de una imagen propia, de un proyecto que genere certidumbre y cambio. Y eso implica tomarle distancia a @EPN. Meade no es el Eruviel de Peña. Al final la candidatura en juego es la de Meade, para Peña el tiempo político terminó. Obvio, Meade es candidato de Peña, pero tiene que dejarlo ser o lo aniquilará.

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