De frente y de perfil: La nueva renovación moral

Por Ramón Zurita Sahagún, periodista y director de la revista Personae.

Como en la década de los 80, la ciudadanía está harta de la corrupción imperante en todos los niveles de gobierno.

Los discursos de los tres candidatos presidenciales tienen referencia directa a ello en cuanta ocasión pueden hacerlo.

No importa si son parte del partido gobernante, donde se afirma suceden los principales actos de corrupción, el candidato del PRI, José Antonio Meade Kuribreña, el de la alianza que encabeza el PAN, Ricardo Anaya Cortés y el de la que abandera MORENA, Andrés Manuel López Obrador, abordan desde distintos puntos de vista la cero tolerancia a la corrupción.

El reclamo ciudadano es grande, con todo y que algunos gobernantes abusivos se encuentran tras las rejas y otros más son requeridos por la justicia.

La necesidad de actuar en contra de quienes causan quebranto a los bienes de la Nación o se enriquecen desde cargos públicos se mantiene como premisa, por lo que se buscan instrumentos más sólidos que permitan conseguirlos sin miramientos de ninguna clase.

Fue en marzo de 1982, cuando el entonces candidato priista a la Presidencia de la República, Miguel de la Madrid Hurtado propuso su tesis de Renovación Moral de la Sociedad.

El programa se hizo necesario ante un sexenio que terminaba en medio del caos, provocado por los abusos, el saqueo, la corrupción y el cinismo en el sector público.

Eran los tiempos en que el PRI era imbatible, con un Senado compuesto por puros priistas, las 32 entidades del país gobernadas por militantes del partido tricolor y una Cámara de Diputados, conformada en un 90 por ciento por tricolores.

Los partidos opositores habían nominado candidatos que no ponían en riesgo el triunfo del priista, Pablo Emilio Madero Belman, por Acción Nacional y aparecían nuevos competidores: Rosario Ibarra de Piedra por el PRT, Cándido Díaz Cerecedo por el PST, Arnoldo Martínez Verdugo por el PSUM, Ignacio González Golláz por el PDM y Manuel Moreno Sánchez por el PSD.

Sin embargo, el desastre de las finanzas públicas y el saqueo eran el tema de conversación, tanto así que el propio presidente José López Portillo acuñó una serie de frases que pasaron a la posteridad: estamos en riesgo de convertirnos en un país de cínicos, dijo en una especie de premonición. No nos volverán a saquear advirtió y al poco tiempo las reservas del país estaban en su nivel más bajo.

También expresó: defenderé el peso como perro y la paridad dólar peso se fue a las nubes.

El cinismo en su máxima expresión se advirtió en el gabinete presidencial durante ese sexenio.

Por eso, de la Madrid Hurtado basó su estrategia en devolverle la confianza a los electores, mediante su proyecto de Renovación moral, el que comprendía la creación de una secretaría de la Contraloría de la Federación.

Estamos pasando por épocas difíciles y dolorosas, dijo el candidato presidencial priista aquel 7 de marzo en Mérida, Yucatán, en ocasión de una reunión del desaparecido IEPES (hoy Fundación Colosio). Los retos que avizoramos, prosiguió, son imponentes, pero necesitamos abordar la superación con vigor, con imaginación, con talento, para lo que es imprescindible la renovación moral de la sociedad y sentenció “una sociedad que tolera, que permite la generalización de conductas inmorales o corruptas, es una sociedad que se debilita, que decae.

De la Madrid Hurtado reconoció la corrupción en el sector gubernamental y advirtió, es la forma más intolerable de la inmoralidad social.

“La renovación moral debe ser un compromiso de todos y cada uno de los mexicanos, de todos y cada uno de los sectores y de los gremios; pero hemos de saber tomar, en el gobierno de la República, nuestros propios compromisos y nuestras propias obligaciones”

De esa forma, el candidato priista devolvió la confianza a los ciudadanos sobre un cambio desde el propio gobierno.

Se creó la secretaría de la Contraloría de la Federación y se ejerció mano dura contra algunos funcionarios de nivel medio, siendo las figuras ejemplares de esa lucha contra la corrupción el entonces senador Jorge Díaz Serrano, ex director de PEMEX, quien fue desaforado y Arturo Durazo Moreno, ex jefe de Policía y Tránsito del Distrito Federal.

Parecía que la llama de la renovación moral perduraría por mucho tiempo, aunque pronto se confirmó que no era así.

El actual es un momento similar al de 1982, con un gobierno envuelto en el escándalo, donde la suciedad y la corrupción brotan por todos los poros de la administración pública, sin importar si el nivel del gobierno es federal, estatal o municipal.

Son los tiempos del “Año de Hidalgo” y la sociedad en conjunto exige amplias investigaciones y resultados de las mismas, con castigos ejemplares para los abusadores y los enriquecidos al amparo del poder público.

¿Quiénes serán los Díaz Serrano y Durazo Moreno del presente. Pagarán justos por pecadores. El ganador de la elección presidencial cumplirá con su compromiso de terminar con la corrupción?

No falta mucho para saber si son temas de convencimiento al elector o si en realidad se diseñará una estrategia para terminar con la corrupción imperante en el gobierno.

ROSARIO FUERA DEL SENADO

En el golpe contra Rosario Robles se advierte mano negra desde el propio gobierno, en una andanada que lleva implícito el descartar a la ex dirigente del PRD como candidata plurinominal al Senado de la República.

La titular de SEDATU estaba considerada en el lugar tres de la lista plurinominal del PRI, con respaldo presidencial, pero objeción del candidato y de su alter ego, Luis Videgaray.

Ahora Rosario está a punto de terminar su aventura en el gobierno federal como concluyó su paso por las filas del perredismo.

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