De memoria / Placas para la historia… (I y II)

Por Carlos Ferreyra Carrasco, periodista de tiempo completo, incluidos los sábados, domingos y días festivos.

Dejémosnos de cuentos. En la historia quedará el hecho, no el antecedente. Escaso medio año de su gobierno, Andrés Manuel, para algunos el Mesías Tropical y para muchos el desaforado que transformó el país, ya sabremos si para bien o para peor, logró el mayor triunfo de los deportistas mexicanos en una competencia continental.

Lo hizo a pesar de los vaticinios de su propia jefa nacional deportiva, Ana Guevara, que antes del suceso acaecido en Lima, agosto de 2019, con el presunto conocimiento que teóricamente le da su brillante historial como atleta de calidad mundial, anunció que veríamos la más desastrosa participación de una delegación atlética nacional en un certamen internacional.

Aparte de colaborar con inusitado entusiasmo al cierre de las instalaciones para deportistas de alto rendimiento, la Guevara se apresuró a cancelar las becas y otros auxilios para nuestros héroes tricolores.

Se le acusó de ocupar los presupuestos para la ubicación de amistades y parientes y cuando fue convocada por la soberanía legislativa, se pasó por la entrepierna a los padres conscriptos, a los representantes populares a los que calificó de tontos, ineptos, ignorantes y mayores lindezas en las que fue justa, pero institucionalmente tenía obligaciones diferentes, una de ellas, el respeto.

Cada ocasión que fue convocada decidió no acudir amparada en un apoyo real del presidente López Obrador, quien ignorante enciclopédico de lo que es el cultivo de la mente al parejo del cuerpo, limita su amor al béisbol al que destina mil 200 millones de pesos para la adquisición de dos estadios pueblerinos.

Lo que hace Guevara y su cohorte de beneficiarios, es algo que no causa frío ni calor al macuspano cuyo horizonte se cierra en una tercera base.

Hoy, al mas tradicional rito mexicano le dan cabida la Guevara y el López. Tal cual hacen cuando al asumir un cargo heredan la terminación de una obra destacada, colocan la placa con el anuncio de que siendo… fulano de tal, se puso en servicio este… cuya importancia permite dar servicio (o beneficiar) a tal número de ciudadanos.

Así, la impresentable y ex admirada deportista aprovecha una evidente debilidad y un extenso desconocimiento del mandatario, para jugarle un dedo sin atole en la boca y ridiculizarlo sonriendo y mostrando una medalla de no se sabe qué y un monito adquirido seguramente en el aeropuerto internacional de la capital peruana.

La escena es digna del más patético astracán o comedieta farandulera de los tiempos carperos de este país… aunque seguramente a nuestros emblemáticos cómicos de entonces, les avergonzaría protagonizar un papel tan triste…

********Y junto con pegado, este otro texto descarnado del periodista Carlos Ferreyra Carrasco, que le da sentido a lo que no tiene sentido…

De memoria / Los arrastrados

Por Carlos Ferreyra Carrasco, periodista de tiempo completo.

Nadie suponga que olvidé los días del “si-señor-presidentismo”, tan cercano todavía y tan lejano a la vez.
Lo he visto desde el lejano 1952 cuando por primera ocasión tuve consciencia de lo que era una lucha electoral, en la que Adolfo Ruiz Cortines se trepó a la Silla del Águila sobre el general y contratista (que en eso terminó su derrota) Miguel Henríquez Guzmán.
Lo transité como periodista a partir del gigoló a la mexicana, represor de los trabajadores y carcelero de revolucionarios y de marxistas, Adolfo López Mateos, al que además conocí relativamente, gracias a mi empleo como secretario particular de Gustavo Alatriste, un personaje de la mayor intimidad del mandatario, dicen, guatemalteco.
De allí hasta la fecha, observé los diversos grados de si-señor-presidentismo y, más que eso, de rastrerismo, obsecuencia e indignidad, de parte de los muchísimos estratos de la política en funciones.
Nunca, sin embargo, presencié un acto público tan poco digno, tan asquerosamente oportunista, falso, mentiroso y arrastrado como el protagonizado por Ana Guevara y su jefe y protector, el Peje. No lo menciono con su nombre, creo que en este caso no lo merece.
Busquen, hurguen y encuentren un hecho tan villano como el que exhibieron en el programa cómico-patético diario.
Hace muchos meses hice la defensa de la Guevara cuando la madrearon por una bronca de tránsito. La señora tripulaba su Harley en compañía de su pareja, otra dama en motocicleta. Tras un intercambio de insultos, el cascazo al vehículo enemigo y de allí el brinco de varios sujetos que, sin mediar más, la pusieron morada a guamazos.
En principio no sabían que la agredida era mujer. Aún así, me pareció pandillezca la actitud, abusiva y montonera. Me decidí por la defensa de Guevara.
Después de ayer y visto el oportunismo de la señora ya no estoy seguro de su honestidad, ni de su valor como persona y como profesional. En complicidad con su jefe, retiró becas a los deportistas, cerró las instalaciones de capacitación para atletas de alto rendimiento.
Y ahora se adorna haciéndonos creer o pensando que nos convencerá de que todo fue obra de la Trasformación de quinta, o de Cuarta, es lo mismo. Anunció el fracaso de la delegación mexicana y tuvo la tontería de publicarlo en las redes. Falló, lo que era de esperarse cuando la mujer se encuentra inmersa en conseguir la gubernatura de Sonora, su tierra natal, y le importan poco los deportistas.
No es caso singular. La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ex ministro de la Tremenda Corte que se prestó a la liberación de una secuestradora francesa, compromiso del presidente Felipe Calderón con el mandatario galo, Sarkozy que inclusive viajó a México para tronarle lo dedos a nuestro amado tlatoani.
La señora defiende con uñas y dientes su pensión de un cuarto de millón mensual y su salario poco menor. Todo sea por la lana. 
Ha sido marginada, atropellada por el secretario de Seguridad, un tal Durazo que sería la vergüenza del otro del mismo apellido si todavía viviera. Y desplazada de actividades y negociaciones por el canciller, el busca chambas Ebrard que está cobrando los ricos estipendios con que premiaban al rebelde López Obrador cuando ocupaba las plazas cívicas capitalinas, antes de festejos patrios, con petroleros o basureros.
Ebrard espera la recompensa mayor: que los gringos lo apoyen o de plano lo nombren sucesor de Andrés Manuel al que no quieren verlo repitiendo errores y desquiciando el sistema de la democracia representativa, tan cara al sistema yanqui.
En cada reunión mañanera hay un funcionario que es víctima de las diatribas y los malos modos del presidente. El más zarandeado es sin duda el actual titular de Hacienda, Arturo Herrera, quien desde su anterior cargo como segundo de Carlos Urzúa, ya recibía recriminaciones y desmentidos presidenciales. Pero el hueso es primero.
Puede seguir así la lista pero es suficiente para demostrar que en la actualidad el si-señor-presidentismo está en pleno apogeo y, diría, en plenitud como nunca antes.
Los dueños de los recursos públicos vía informativos y programas de difusión, se encuentran en las filas de quienes al amparo de una esposa secretaria de Estado, o de una relación oscura con gente del poder, aparecen en los medios oficiales y alguno que otro privado para desplegar su arte de animales rastreros.
Sigan hurgando, busquen más y encuentren actos de tal desvergüenza profesional y humana. La honestidad valiente y la transparencia, la moral que finalmente encontramos que Gonzalo N. Santos tenía razón, es un plantío de berries, para estar de acuerdo con los nuevos tiempos y nuestra dependencia del norte.
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