De Frente y de Perfil: Del edén al infierno

Por Ramón Zurita Sahagún, periodista y director de la Revista Personae.

En solamente 24 horas se desdibujó el Edén, ese sitio paradisíaco del que proviene el Presidente López Obrador y que a la lejanía parecía ideal y mítico, gobernado por uno de los primeros militantes con los que contó MORENA, Adán Augusto López Hernández.

Los primeros ochos meses de su administración dejaron en claro que Tabasco no era ajeno a los problemas de violencia e inseguridad que sacuden al país, pero se convirtió en un centro recurrente al que acude el Ejecutivo federal, ya sea en plan de trabajo, como de asueto.

Tabasco resulta ser en este sexenio uno de los estados privilegiados por el gobierno, ya que dos de sus principales proyectos tienen como escenario el idílico sitio: la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya.

Esa predilección lo mantenía alejado de los reflectores, aunque el infierno desatado en 24 horas, regresó a ese estado a la realidad, mostrando la otra cara de la entidad, la del infierno, lejano del Edén que se pretende presentar.

Antes del fin de semana y terrorífico lunes, la violencia se había desatado en episodios sucedidos en diversos municipios y hasta homicidios masivos en un bar de un pequeño poblado.

Sin embargo, el fin de semana se destacó por un hecho inédito, la aparición de piratas, los que con el sistema de la época de la colonia atracaron una embarcación desde otra con mayor rapidez , cargada de paseantes en el principal sitio turístico del estado.

El lunes se soltó el demonio y la primera lluvia intensa de la temporada provocó la consiguiente inundación de varias zonas de la capital del estado, con grandes pérdidas económicas para los habitantes del área, al no funcionar el drenaje.

La furia desatada en el Edén, llevó a que al mismo tiempo que la capital (Villahermosa) se inundaba, en el centro penitenciario del estado se escenificaba una riña entre reclusos que dejó saldo de un par de muertos y varios heridos, pero el demonio estaba suelto en el mítico Edén y, tal vez, provocado por los rayos y centellas que iluminaban el cielo, la violencia se desató en varios de los municipios.

Como sucede no solamente en Tabasco, sino en todo el país, las autoridades no se hicieron responsables de la anegación, ni mucho menos de las pérdidas sufridas en los hogares inundados y los vehículos varados o sepultados por el agua.

Adán Augusto López y Evaristo Pérez, gobernador y alcalde de la capital, respectivamente, simplemente evadieron su responsabilidad.

Y eso que apenas inició la temporada de lluvias y para toda la semana está avisada la población que continuarán las fuertes lluvias, por lo que ojalá y no suceda una tragedia como antaño.

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