Tec&Com2020 // Solidaridad y cooperación: el mejor antiviral
|Por José Alfredo Pulido Ponce, especialista en Comunicación Estratégica @japponce
De esta saldremos juntos, poniendo codo con codo: Drexler
México y el mundo experimentan el pico más alto de la pandemia. Simultáneamente diseñan y activan estrategias para garantizar un retorno de actividades con menor riesgo y mayor seguridad. De hecho, requeriremos siempre, primero para los más débiles y vulnerables, mayor cooperación para salir de la crisis. Eso sería el mejor antiviral descubierto.
Hay coincidencias entre líderes políticos, filósofos, economistas y expertos en sociedad que esta es, sobre todo, una crisis humana, de salud pública, en la que el individualismo y egoísmo deberán quedar atras, “todos los países deben trabajar juntos para superar las dificultades”. Así lo hemos hecho y así tendrá que seguir.
Estamos en una guerra contra el virus que llama a la solidaridad y la cooperación, sentenció el secretario general de la ONU, luego de que los países miembros resolvieran llamar a la solidaridad global y la cooperación internacional para enfrentar los efectos en la salud y económicos que está generando la pandemia.
El Consejo de Europa subrayó recientemente también la importancia de la solidaridad y la cooperación en respuesta a la crisis generada por el Covid-19.
TIC y desarrollo
Nadie duda de que las TIC son herramienta fundamental para estimular el desarrollo humano, el interés común, pero también la solidaridad y la cooperación. El diseño de la red así lo prevé. Por ello, en la sociedad moderna, son la válvula que administra y un catalizador puntual del potencial de bienestar que podría alcanzar cada grupo social.
La pandemia de coronavirus abrió nuevas oportunidades a la tecnología en la salud, educación, teletrabajo, la información, ventas, pero igual, no hay que omitirlo, riesgos ante la vigilancia y la monitorización personalizada que se prevé.
En salud, la innovación tecnológica seguramente traerá nuevos y mejores equipamientos y tratamientos -vacuna- y con ello la más eficaz contención del virus; en educación con los nuevos modelos de enseñanza-aprendizaje en línea y a distancia; el teletrabajo aumenta la responsabilidad social y el rendimiento al subir la confianza y la calidad de vida del trabajador; el intercambio de información ayuda a saber más, evitar errores y repetir aciertos.
A medida se inicia el regreso al trabajo, la instalación de cámaras térmicas, sistema de reconocimiento facial y software de seguimiento de la infección serán, cada vez más, de usos común para evitar el resurgimiento de la pandemia que ya ha contagiado a más de 5 millones de personas en el mundo.
Sin embargo, estos sistemas para la salud, el trabajo y la convivencia social -el reconocimiento facial y mecanismos de seguimiento de la infección (brazalete biométrico)- que empezaron a integrarse a la vida diaria de las personas, están alterando la privacidad y seguridad.
El debate de hoy nos lleva a establecer la línea entre mantener a la gente segura y proteger su privacidad. Entre la cooperación y el individualismo.
A pesar de ello, el objetivo final es la sobrevivencia y algún costo deberá pagarse. El dilema estará a salvo si comprendemos la importancia de ambos: aceptar la vigilancia respetando la privacidad, para así garantizar la salud.
Lecciones y futuro
Al menos algo quedará para el mañana, como lecciones aprendidas, de lo que significa la pandemia:
- La solidaridad y el apoyo mutuo son los auténticos protagonistas del éxito que el confinamiento ha tenido para contener la pandemia. Deberíamos perseverar en su asimilación social.
- El bienestar particular está relacionado con el bienestar general de la población. Así funciona la solidaridad. Poniéndose en el lugar del otros, generar acciones que benefician a otros y que mejoran nuestra situación.
- A pesar de que estamos desarrollando mayor competencia para la colaboración ciudadana, poca atención se está prestando a la solidaridad entre los Estados. La cooperación internacional es importante, no sólo para el presente sino para poder garantizar sostenibilidad y desarrollo en la estrategia, tanto de salud como de carácter económico.
Debemos establecer un nuevo modelo de gestión. Un modelo que entienda la importancia de la solidaridad global y de la solidaridad social para facilitar la derrota de la epidemia, pero sobre todo agruparnos con mejores herramientas, trabajar juntos, para enfrentar las crisis por venir.
El rol de la educación está señalado. Con reforma o sin reforma, todo pasa por ahí y es imperativo aprender de la inercia para crear un nuevo sentido común.
Eduquemos a nuestros niñas y niños para que mañana sepan diferenciar entre el bienestar material -la moral del éxito, y la creación de hábitos cívicos, rutinas que muestren la diferencia y el respeto que merece el otro, la solidaridad, la ayuda mutua. Si aprenden esto, será el mejor antiviral contra las pandemia de hoy y del futuro.
Foto: Quadratín